Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Nacer de las alturas

Con sus 30 metros de altura, dos banderas marcan el paisaje de la ciudad avileña

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.— Ahí están, con sus poco más de 30 metros de altura, en el edificio Doce Plantas de Ciego de Ávila, introduciéndose lenta y felizmente en la vida de una ciudad con sus colores vivos y estrellas que se iluminan al anochecer.

Las dos banderas, la cubana y la rojinegra del 26 de Julio —recreada con las insignias del Comandante en Jefe— ya son un nuevo símbolo en el patrimonio de la provincia.

 Desde que comenzó su instalación a inicios de julio, cientos de personas miraban desde las posiciones más diversas; pero todas compartían el asombro de ver cómo desde las alturas surgía una obra que muchos nunca habían visto.

 ¿Quiénes estaban detrás? ¿Dónde se crearon sus piezas? ¿Quiénes eran esas personas, que bajo el sol inclemente las pintaron y colocaron sus estrellas? Aquí está la historia.

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 En sus diez años de trabajo como soldador, a Ariel Benítez Pérez nunca le pidieron un trabajo así. Quizá, como jefe de brigada de la UEB Logística y Servicio de la Empresa de Materiales de la Construcción de Ciego de Ávila (Avilmat) le habían solicitado otros más complejos; pero nunca como cuando le dijeron: «Oye, hay que hacer las insignias del Comandante».

 Otro veterano de la pailería, Juan Carlos Sánchez Fajardo, tampoco había visto un trabajo de ese tipo. Sin embargo, pese a la responsabilidad, dijeron: «Vamos a meterle la vara».

 El proyecto Dos Banderas implicaba llevar a Ciego de Ávila una obra muy similar a la montada en la ciudad de Matanzas. Dentro de sus complejidades se encontraba conformar dos estrellas de 2,75 metros de
diámetro cada una y dos ramas de 1,20 metros de largo y entre 50 y 60 centímetros de ancho. Ya montada, la reproducción de los grados del Comandante en Jefe tendría 7,50 metros.

«Se debió hacer una gestión fuerte por parte de los compradores y el personal de apoyo, porque se quería que estuviera para el 26 de Julio o fecha cercana», explica Jorge Luis Pérez Rancaño, director de la UEB.

Debían asegurar las planchas de zinc galvanizado y de
acrílico, pinturas preservantes,
lámparas LED, varillas de soldar, botellones de gases industriales y alimentos para una brigada que trabajó 12 horas diarias a lo largo de más de dos semanas y con una buena parte de sus obreros albergados.

 

Conformar las piezas de las banderas llevó a trabajar con rapidez y mucha precisión.

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 Mientras en las naves de la UEB se escuchaba el chasquido de las soldaduras, en las paredes del Doce Plantas surgían las banderas.

 Frente al edificio, los transeúntes se detenían a mirar asombrados y tomar imágenes con sus celulares a unos puntos con forma humana que se iban descolgando en saltos de cinco o diez centímetros.

 «Esa es una de las partes peores del trabajo: el brinquito para bajar un tramo. El cuerpo completo se te sube a la garganta», confiesa Daniel Fernández Caballero.

 En su caso es por partida doble, porque en el momento de la entrevista, su hermano Miguel Ángel bajaba, salto a salto, por los muros del inmueble, en compañía del joven avileño Eduardo «Pájaro» Rivero.

 Ellos, junto a Dagoberto Leiceda Pineda y el ayudante William Roca Romero, forman parte de Vértigo, un proyecto de desarrollo local (PDL) perteneciente al municipio habanero de Playa.

 «Como PDL surgimos en 2021; pero tenemos 20 años en una modalidad de trabajos en altura llamada alpinismo industrial», explica Rafael Martínez López, líder del proyecto junto a Cristina Pujarte Infante.

 Vértigo, aclara Rafael, no significa caída. Es una palabra surgida de la unión del vocablo vertical con el anglosajón go, que implica movimiento.

«Eso es lo que hacemos: movernos en vertical», describe. Algo que han hecho en edificaciones  hasta con más de 80 metros de alto en La Habana, Santiago de Cuba y Ciego de Ávila, entre otras localidades.

 Sus labores son muy especializadas, con un fuerte riesgo, y deben asumirlas especialistas con experiencia en alpinismo y prácticas de rescate y salvamento, quienes son contratados para dar mantenimiento a edificaciones altas.

 Bastaba observar el área de la azotea del Doce Plantas, utilizada para anclar las anillas de seguridad para confirmarlo.

El piso parecía una telaraña de cuerdas tensadas al máximo en varios puntos y que a cada rato se revisaban una y otra vez:

«Parece que no, pero el peso y el aire las aflojan», dicen, mientras un viento suave y persistente acentúa la sensación de lejanía con la que se ven dos figuras que, con aparente calma, pintan en el vacío las franjas de la bandera cubana.

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Para el creador Jesús Alberto Mederos Martínez la obra es una invitación para pensar a Cuba. Fotos: Luis Raúl Vázquez Muñoz

 

A pie de obra estuvo el creador de la instalación, Jesús Alberto Mederos Martínez. Orgullosamente matancero, el creador enfatiza que los trabajos son, ante todo, un regalo para Cuba.

 «Dos Banderas es un proyecto que tenía preparado desde hacía tiempo, explica. Se dio la oportunidad de instalarlo en Matanzas y ahora, ante una invitación del Partido y el Gobierno provincial, he tenido la alegría de traerlo a Ciego de Ávila».

 El artista aclara enseguida que las obras de Matanzas y Ciego de Ávila son semejantes, pero no iguales: «Aquella está montada en dos edificios y esta de aquí en uno. La matancera tiene una enseña que culmina o nace, como se desee entender, en un paisaje de Dos Ríos, donde cayó Martí, y la otra lo hace sobre una vista de la Sierra Maestra.

 «Las de Ciego de Ávila, en cambio, se apoyan ambas en un paisaje de la Sierra. Son como una especie de abrazo de la Historia con nuestra naturaleza, de unión de algo que debemos cuidar, y más en estos tiempos en que hay que preservar las culturas y el medio ambiente.

 «El significado de las banderas. Bueno, ahí el público tiene la oportunidad de crear sus propias ideas. Literalmente es la bandera nacional y la del 26 de Julio, pero en el conjunto hay sus códigos.

 «Por eso Dos Banderas no solo es un paisaje. Es una invitación a que se dialogue de manera muy íntima y respetuosa con su pasado; pero, sobre todo, con su presente, y sin olvidar su identidad.

 «¿Qué viene después? ¿En qué estoy trabajando? En un monumento al pueblo de Cuba. Fidel dijo una vez que algún día habría que hacer un monumento al pueblo, porque ha sido el verdadero autor de todas las heroicidades y la resistencia de estos años muy duros.

 «Aquello se me quedó y he trabajado en una idea que rinda homenaje a las cubanas y cubanos más humildes. «Que cómo será? ¡Ah, no! Espera a que esté hecho. (Se ríe). Es una sorpresa».

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