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Los sueños nunca terminan

La actuación Manuel Darío Oliver Ballesteros y Alberto Leyva Guerra, dos estudiantes del IPVCE Ernesto Guevara de Villa Clara, le aportaron a Cuba resultados sobresalientes en la Olimpiada Internacional de Informática 2022

 

Autor:

Lázaro Chacón Vázquez

La pasión por las ciencias exactas parece ser el denominador común de dos familias santaclareñas donde la mayoría de sus miembros son profesores e investigadores de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas donde la Informática y la Automática es una tradición.

Manuel Darío Oliver Ballesteros y Alberto Leyva Guerra hablan y sus palabras le saben a triunfo. Son jóvenes que compitieron en la 34ta. Olimpiada Internacional de Informática (IOI 2022, por sus siglas en inglés) que se efectuó del 7 al 15 de agosto en Indonesia.

 

Manuel Darío, quien ya había alcanzado dos bronces en anteriores Olimpiadas de este tipo, se agenció la medalla de plata, ubicándose en el puesto 42 del ranking de clasificación, de un total de 349 concursantes de 88 países; y resultó ser el latinoamericano con mejor puntuación de esta convocatoria. Mientras que Alberto Leyva cerró su tercera participación en estas lides con mención honorífica.

Confieso que Manuel Darío habla con la concisión de un monosílabo. Tuve que ingeniármelas para romper su modestia-parquedad, insistir para develar su historia de vida. Es de pocas palabras este joven talentoso, natural de Santa Clara y alumno del duodécimo grado en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Ernesto Guevara. ¡Pero cuánto saber hay en lo que dice!

—¿Qué sensaciones tienes tras haber conseguido este reconocimiento en este importante certamen?

«Me siento orgulloso. El nivel de competencia que había entre los participantes era alto y estoy más que seguro de que la competición estuvo reñida. Por otro lado, estoy emocionado por representar a Cuba, aunque lo que más me llama la atención de estas olimpiadas es cómo te obligan a pensar de una manera que nunca antes habías concebido.

«Esta plata es la número ocho para Cuba y la sexta para Villa Clara. Cuba es el segundo país con más medallas de Latinoamérica en la historia de esta prestigiosa competición, con un total de 37.

«No voy a mentir, la prueba fue difícil. Lo que hice fue, sencillamente, centrarme primero en aquellos problemas que sabía sacar, luego en aquellos de más complejidad, y por último tratar de encontrar alguna forma de encauzar los ejercicios que no había podido resolver».

En la primera jornada de competencia Manuel Darío logró colocarse en el puesto 32 del ranking, de un total de 344 concursantes, implantando el récord de ser el primer cubano que queda primero en América en el primer día de competencias

El diálogo transcurre en el hogar de Manuel con una plena tranquilidad en unas de estas tardes de agosto. Marialina y Manuel se emocionan cuando hablan de su hijo. «Ha sido mucho esfuerzo. Días sin dormir, dedicándonos plenamente a él y a su hermana que le fascinan las Matemáticas», aseguró Marialina.

Manuel Darío y su familia. Foto: Cortesía del entrevistado

Mientras que el papá agregó que desde pequeño le inculcó el amor por la Informática, ya que él se despeña en esa misma rama como profesor e investigador en la Universidad Central Marta Abreu de las Villas.

Al otro extremo de la ciudad, en el reparto Santa Catalina reside Alberto Leyva Guerra quien apostó desde su entrada al IPVCE Ernesto Guevara en descubrir el entramado de los algoritmos, estructuras de datos, y software. Lo recordaré siempre como el alumno que se quedó dormido en la primera clase de Inglés que le impartí en 10mo. grado.

«Los sueños nunca terminan. Yo veo como un disfrute, el aprender, el estudiar. Ver ejercicios que son difíciles y que no sé cómo resolverlos y luego cuando veo la solución me parecen que son muy lindos. Desde muy niño mis padres me educaron con un pensamiento matemático y lógico, incluso desde edades tempranas me enseñaron a programar».

Yusimi y Julio hablan de esfuerzo, y hasta del largo viaje de Alberto a Indonesia en el que el avión se les perdió del GPS en sus móviles.

«Para nosotros es una preocupación que Alberto se pase una noche sin dormir. Sufrimos mucho el primer día de competencia en el que no estuvo bien, pero al saber de los resultados de Manuel sirvió como aliciente para seguir pensando en grande», afirma Alberto.

La mamá de Alberto nos cuenta que desde pequeño fue muy avispado. Con cinco años al rompérsele un botón del short de uniforme no quería ir a la escuela con un botón naranja, y solo fue porque le dijeron que era naranja como el equipo de Villa Clara.

Alberto Leyva junto a sus padres. Foto: Cortesía del entrevistado

Pero también un día pasó por un lugar donde estaban grabando vídeos del proyecto Rodando Fantasías que dirige el realizador César Ramón Irigoyen Milián y frescamente le dijo que quería estar en el proyecto, y estuvo, y llevó a vídeos el teorema matemático de los cuatro colores.

Entre acordes de guitarra y un diálogo ameno, Alberto agradece: «A todos. Familiares, amigos, profesores, a los medios de comunicación que siguieron las competencias minuto a minuto, a mis entrenadores Frank Hernández González y Leonardo Cardona Luque, líder del equipo que nos acompañó a Indonesia».

Con una medalla de plata y una mención honorífica estos jóvenes demuestran que el esfuerzo y el tiempo son factores valiosos para lograr buenos resultados. También es muestra de que la pasión por las ciencias exactas está bien arraigada en dos familias santaclareñas.

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