Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Credenciales de películas nos llegan desde España

Si algo demuestra la jornada de cine español inaugurada el miércoles último es la variedad de alcances y estéticas dentro de un nivel medio y alto

Autor:

Joel del Río

IMPECABLE es la selección de grandes obras que integran la jornada de cine español inaugurada el miércoles último en el cine Yara, y que se alargará hasta el 13 de este mes, no solo en el mencionado recinto, sino también en 23 y 12. El título
inaugural es un celebrado documental (ganador del premio Goya en su categoría) titulado La guitarra flamenca, de Yerai Cortés, ópera prima de Antón Álvarez, más conocido como C. Tangana, rapero, actor y ahora cineasta que explora el mundo del flamenco contemporáneo, y el proceso creativo de un  nuevo álbum de Cortés, en combinación con un tema intimista y familiar que le confiere cierto suspenso y una emotividad de la que suelen carecer los documentales musicales.

Amplia representación femenina sobresale entre los cineastas elegidos para conformar esta jornada de cine español. No podía ser de otra manera, habida cuenta de la amplia representación de las mujeres en puestos decisivos en las nóminas de las mejores producciones del cine español más reciente. Así, veremos Los pequeños amores (Celia Rico), El maestro que prometió el mar (Patricia Font), Los destellos (Pilar Palomero), Salve María (Mar Coll) y La infiltrada, dirigida por Arantxa Echevarría. Drama, este último, sobre lo íntimo, y con una puesta en escena minimalista, sobre una relación madre-hija a lo largo de un verano, y las revelaciones que propicia la convivencia, es Los pequeños amores presidida por las actuaciones absolutamente honestas de María Vázquez y Adriana Ozores.

Interesada en realizar un ejercicio colectivo de memoria sobre los efectos terribles de la Guerra Civil, y las vidas ejemplares de personajes reales, aparece El maestro que prometió el mar, una historia triste y enternecedora sobre Antoni Benaiges, un joven maestro que antes de la guerra fue profesor del abuelo de la protagonista. Profesor competente e imaginativo, como debieran ser todos, el hombre utilizaba  un innovador método pedagógico que consiguió inspirar ideales humanistas en sus alumnos, y además les hizo la promesa de llevarlos a ver el mar.

Otro de los filmes que el público podrá ver. 

El drama filial es la clave genérica elegida también por Pilar Palomero para exponer Los destellos, que confía sobremanera en una manipulación
virtuosa de la cámara para exponer, con la mayor expresividad, las brillantes actuaciones de Patricia López Arnaiz y Antonio de la Torre, quienes les dan vida a los dos miembros de una pareja que fue y ya no es, pero que deben convivir, y revivir el duelo por la separación, y decidir cómo serán sus vidas en lo adelante. La directora, Pilar Palomero, fue ganadora del premio Goya a la mejor dirección novel por Las niñas, en 2020, y consiguió el mismo premio, pero en las categorías de mejor dirección y guion adaptado por Los destellos.

Difícil de ver es Salve María por su intención provocativa y sacrílega respecto al mito de la feminidad precondicionada para la maternidad. Trata sobre una joven escritora, que acaba de tener un hijo, y se obsesiona con la idea del infanticidio después de conocer la noticia sobre una mujer francesa que ahogó a sus gemelos de diez meses en la bañera. Con aires de cine de horror sicológico, y toques de onirismo oscuro, la película discursa torcidamente sobre la depresión posparto. Es cine para espectadores valientes, capaces de asumir la materialización, en imágenes y sonido, de algunas de nuestras más intranquilizadoras pesadillas.

Bordada con la tensión tradicional del filme de espías, y ambientada en los años 90 del siglo pasado, en medio de los sacudimientos nacionales que representaron varios atentados de la ETA, La infiltrada, se concentra en los miedos y angustias de una mujer policía —un personaje construido también a partir de un modelo real— que se infiltra entre los militantes vascos para conseguir atraparlos con las manos en la masa, o más bien con los
dedos dispuestos a disparar. Con escenas de suspenso y violencia que no dejan nada que desear para los amantes de los thrillers de espionaje norteamericanos o británicos, la película se transformó en una de las más taquilleras de 2024 en España, además de ganar el Goya al mejor filme del año y para la actriz Carolina Yuste. 

A los años 90, desde un género completamente distinto, regresa también la película musical, con matices de biopic documental, Segundo premio —dirigida por Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez—, que fue premiada en el Festival de Málaga y en el Goya como la mejor dirección y edición del cine español en 2024. Con personajes más o menos inspirados en los integrantes y conflictos del grupo Los Planetas, los protagonistas se nombran simplemente El cantante, El guitarrista, El bajista y El baterista, y pertenecen a un grupo de rock en Granada. Perplejos están todos estos jóvenes músicos ante el imperativo de grabar un tercer disco que puede afianzar definitivamente al grupo o desintegrarlo para siempre.  

Deslumbrante, hipnótico y brutal son tres de los adjetivos que le han dispensado al documental Tardes de soledad, dirigido por el virtuoso Albert Serra, uno de los autores más singulares, no solo del cine español, sino también europeo. Serra emprende el retrato de una figura del toreo en activo, Andrés Roca Rey, y por esos caminos reflexiona sobre la experiencia íntima del torero, que se enfrenta a la bestia como cumpliendo un deber personal, y por respeto a la tradición. En términos de experiencia estética, la tauromaquia pocas veces ha sido vista por el cine como en Tardes de soledad, que delimita el terreno de conflagración estética entre el raciocinio y la bestialidad, más que hablar sobre el miedo y la muerte, como hacía Francesco Rosi en La hora de la verdad, hace 50 años.

Después de la muy estimada Habana blues, el director español Benito Zambrano se cuenta entre los realizadores extranjeros más respetados y seguidos en Cuba. Un hecho que también obedece a que él aprendió a hacer cine en esta Isla, en la Escuela Internacional de Cine y TV, de San Antonio de los Baños. Su nueva película,
El salto, habla sobre la migración de africanos a España, y el título se refiere a la necesidad de pasar por encima de la valla que separa el territorio español del marroquí.

Ese brinco debe ser realizado por Ibrahim, que es oriundo de Guinea y ya vivió en España, pero fue deportado por carecer de permiso de residencia cuando lo interceptó la policía. Con el tradicional pase de cuentas a los abogados, las ONG, y por supuesto a la policía migratoria, el filme logra conmover al espectador, sobre todo gracias a la mirada siempre humanista y cálida del director respecto a personajes victimizados.

Finalmente, Volveréis (Jonás Trueba) nos presenta a una pareja que después de 14 años juntos organizan una fiesta para celebrar su ruptura. Y si bien la trama parece tener ribetes de comedia romántica, en el fondo se trata de una reflexión sobre el final del amor, que recuerda al mejor Woody Allen o a la llamada trilogía del Before…, de Richard Linklater, en su apelación a lo cotidiano, a lo ligero y a lo grave, incluso dentro de una misma escena. Porque si algo demuestra la actual muestra es la variedad de alcances y estéticas dentro de un nivel medio y alto que prepondera en la actual cinematografía española.

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