Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

«¡No se acaba hasta que se acaba!»

Autor:

JAPE

Ya sé que muchos pensarán que hago alusión a una frase de nuestros narradores beisboleros, pero en realidad el primero que la dijo, y le imprimió su singular sello, fue el legendario catcher de los Yankees de Nueva York Lawrence Peter «Yogi» Berra. Ya he hablado sobre ese tema y no redundaré al respecto. Vuelvo con reticencia a esta expresión porque hace unos días mi querido vecino Mario me comentaba de lo rápido que ha transcurrido este año.

—Ya estamos casi a mediados de noviembre —dijo—. ¡Ahorita se acaba el año!

—Es cierto —comenté, y agregué con total seguridad: —Menos mal que se ha ido rápido porque ha sido un año terrible, ¡para todo el mundo!

Cuando asumí que ha sido nefasto para todo el mundo no pensé concretamente si se trataba del planeta o de todos los cubanos. Después reflexioné en silencio y llegué a la conclusión de que era mejor así, dejarlo un poco ambiguo, porque, siendo exacto, y ahora sí hablo de nuestro entorno, para algunos coterráneos (por suerte una minoría, que lamentablemente cuenta) no ha sido un mal año, sobre todo porque se han forrado de billetes a costa de la necesidad y la desprotección de la mayoría. Y eso lo sabe malanga y el puesto de vianda, aunque al parecer algunas «viandas» se enteran ahora.

Esta larga y silenciosa cavilación fue interrumpida por la llegada de nuestro amigo y también vecino Carlos, que portaba al mismo tiempo una amplia sonrisa y un paquete de café de la bodega. Inmediatamente nos comunicó: —¡Vino el café de septiembre!

Mario preguntó: —¿Y los cigarros?

Entonces Carlos respondió con otra pregunta: —¿Ya tú cogiste los del mes pasado?

—Sí… —confesó Mario con poco ánimo, quizá porque ya imaginaba la objeción, que no se hizo esperar por parte de nuestro vecino.

—¡Pues no te toca, porque lo que llegó fue el faltante de octubre!

Un silencio denso tomó lugar. Al parecer no había nada que agregar… o no había venido nada más a la bodega, que no es lo mismo, pero es igual. Carlos fue quien volvió a la carga y a modo de despedida nos dijo:

—Voy echando, que tengo que llegar hasta la bodega piloto de la Oficoda a ver si ya trajeron el pollo de dieta de mi madre, que se lo deben desde agosto.

Dicho y hecho fueron una misma acción. Carlos partió hacia donde había anunciado y Mario dijo: —Difícil, porque todavía hay lugares donde deben el pollo de población de septiembre. Y tampoco ha llegado la latica de carne rusa por libreta y las tres libras de arroz de donación que dieron en octubre…

Otra vez quedé reflexionando en silencio, tratando de desentrañar esa jerigonza de débito, productos y meses que ya forma parte de nuestro lenguaje cotidiano, y quizá hasta de nuestro acervo cultural. Como dice el reconocido intérprete y trompetista Alexander Abreu, «para saber de verdad lo que es sentirse cubano, tienes que haber nacido en Cuba, tienes que haber vivido en Cuba…».

Yo sé de los enormes esfuerzos que se hacen para ofrecer a la población un mínimo de productos en la canasta básica. El problema es que, por lo que acabo de escuchar, algunos meses de este año aún no han culminado y ya estamos en noviembre. O sea, que solo resta diciembre para «cerrar» el año. ¿Qué pasará? Porque lo realmente maravilloso es que el año solo tiene 12 meses, ¡y no se acaba hasta que se acaba!

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