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El sufrimiento y la felicidad de Gabriel Fornanis

Un candidato al Parlamento cubano atesora incontables experiencias en las faenas comunitarias, a las que ha dedicado toda su juventud: primero desde el trabajo social, luego desde el puesto de delegado y más tarde como presidente del Consejo Popular

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Tiene, a sus 35 años, tantas historias por contar que fácilmente llenaría un libro de asombros.  Gabriel Fornaris Cruzata fue trabajador social a los 17, una edad en la que descubrió problemas, realizó trámites, tocó muchas puertas y ayudó a que jóvenes desvinculados del estudio o del trabajo tomaran una ruta mejor.

«Tramitar los casos de personas con diferentes discapacidades, algunas muy severas, fue lo que más me marcó», confiesa.

Cuando andaba en esos trajines por su comunidad rural, llamada William Soler, a unos 12 kilómetros de Bayamo, muchos le vieron carisma y aptitud para ser el delegado de la circunscripción 75, de modo que lo propusieron para esa responsabilidad, a la cual llegaría con el voto mayoritario de los vecinos, cuando solo tenía 21 abriles.

«Llevo casi 14 años en esa tarea, que es bien compleja. Ha sido como otra universidad, en la que he aprendido de los electores, he sufrido por las cosas que no salieron bien o por directivos que le dieron la espalda a los reclamos del barrio», expresa con franqueza este incansable ser humano, uno de los 34 granmenses candidatos al Parlamento cubano.

Unos meses después de haberse convertido en delegado, fue electo presidente del consejo popular de William Soler-El Dátil, un cargo en el que estuvo más de una década, hasta que hace unos días pasó al Gobierno de Bayamo, como presidente de la comisión permanente de trabajo que atiende los servicios.

Como líder de aquel consejo popular de diez circunscripciones y casi 8 000 habitantes chocó con varios obstáculos, pero, como él mismo dice, no es de los que se dan por vencidos. «Logramos, con el concurso de nuestros vecinos, remodelar un local y convertirlo en la farmacia comunitaria, que había sido un viejo anhelo de todos; algunos aseguraban que no se podía, nuestra gente en William Soler demostró lo contrario».

También recuerda cómo, con la colaboración de las masas, se levantó una tarima para poder celebrar las actividades en la plaza de la comunidad; o cuánto se luchó para que los niños de la enseñanza media no tuvieran que realizar largas caminatas para dar clases, un objetivo cumplido cuando se habilitaron aulas de secundaria básica (dentro de un centro mixto), en un local que antaño fue un politécnico de la construcción.

«Lo más hermoso es cuando las personas te reconocen el esfuerzo, te saludan, te felicitan. A veces salgo a recorrer el barrio y me llaman a tomar café cada dos o tres casas; eso me llena de orgullo, aunque sé que soy un servidor público y todo lo que he hecho es insuficiente», expresa este joven, quien se graduó como licenciado en Comunicación Social en 2013.

Haber cursado esa carrera en la Universidad de Granma, por la llamada vía de la universalización, le ha servido para interactuar mejor con el pueblo, pues considera que cada ciudadano merece un tratamiento diferente y que es preciso el intercambio diario con los electores, más allá de los «días de despacho».

«Me ha tocado exigir, controlar y solicitar medidas disciplinarias, pero no se puede andar con un machete cortando cabezas, primero está la llamada oportuna para tratar de evitar la impunidad y las cosas mal hechas», reconoce.

Él es candidato a diputado a la Asamblea Nacional por el Distrito 1 de Bayamo, junto a Oscar Silvera Martínez, ministro de Justicia. «Que un guajirito como yo ande de recorrido junto a un ministro con total confianza, para conversar con los votantes, dice mucho de nuestro sistema electoral», sentencia.

Gabriel subraya que la nominación como candidato al Parlamento es un reconocimiento «a nuestra humilde contribución para mejorar el barrio» y también un desafío porque supone transmitir las experiencias de una comunidad rural con problemáticas y expectativas.

«Creo que muchos otros delegados pudieron estar en ese honroso lugar, por eso me tomó por sorpresa, aunque no puedo negar que me alegró muchísimo. Me parece que seguir dando oportunidades a los jóvenes demuestra el deseo de perfeccionar los órganos del Poder Popular», refiere.

Para Gabriel, lo esencial está por encima de cualquier título o cargo. «Sigo pensando que lo más importante es hacer el bien en cada momento, preocuparse por los demás y buscar la felicidad tratando de ser mejor persona cada día».

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