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Frank y el sueño de curar

El primer delegado directo de Santiago de Cuba al 12mo. congreso de la UJC considera que este será un cónclave atemperado a lo que vive hoy la juventud cubana 

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Aún se imagina en un quirófano, liderando la pericia de un equipo médico que lucha por salvar una vida; pero el azar, implacable y veleidoso, se empeñó en amputar sus sueños.

Un sufrimiento fetal al nacer anuló la visión de su ojo izquierdo y le condenó al sempiterno rigor de los cuidados, la perenne sensación del valladar, sin conseguir doblegar su empeño ni el coraje de su familia.

«Padezco un Síndrome de Peter tipo II; pero lo he tomado más como una ventaja que como un desfavorecimiento. Agradezco a mis padres que nunca me miraron con lástima ni me impidieron hacer cosas. Con los debidos cuidados, mi dificultad visual nunca fue un obstáculo».

Ese es Frank Enrique Castilla Mancebo, un joven juez y dirigente juvenil del Tribunal Municipal Popular de Santiago de Cuba, quien en días recientes se convirtió en el primer delegado directo de esta oriental provincia al 12mo. congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Tiene 29 años y muestra sus dotes para dirigir desde sus días en la primaria Vietnam Heroico, del santiaguero reparto de Los Pinos. Más que un dirigente, se considera un líder. «Nunca he tenido empeño propio en dirigir, ha salido de forma natural; agradezco a mis compañeros que siempre han visto en mí algo que a lo mejor yo mismo no advierto. También he tenido personas importantes en mi formación, como el secretario del Partido del IPVCE de la provincia, cuando cursó estudios allí. Él me demostró que la política no es obsoleta ni inmóvil».

Frank Enrique asegura que ha tenido una trayectoria estudiantil rica, pero también convulsa, porque ha enfrentado formas de pensar diferentes, momentos en los que ha querido declinar, pero ha salido adelante. «No todo el camino ha sido fácil, he tenido que aprender a crecerme y fue por medio de la dirección que logré asumir ciertas circunstancias. Los propios estatutos de la UJC resaltan el respeto a la unidad dentro de la discrepancia de opiniones, y en estos tiempos la juventud cubana está necesitando eso».

De su tiempo

Cuando, a finales del 12mo. grado, su padecimiento de la visión lo apartó definitivamente de la posibilidad de una carrera de las Ciencias Médicas, Frank se fue a la capital y empezó a estudiar Ingeniería Geofísica en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría. Allí estuvo hasta que, a finales de 2do. año, decidió que si la vida no lo había llevado a curar físicamente a las personas, a lo mejor haciendo justicia podía calmar los males de la sociedad. Así optó por cambiar de carrera hacia Derecho, una especialidad que ve como «más afín a mi sentir como ser humano».

De sus días en la Universidad de Oriente recuerda los ardores de su responsabilidad en la FEU; su primer contacto con el majestuoso Palacio de las Convenciones como delegado al 9no. y al 10mo. congresos de la organización estudiantil, y la posibilidad de aportar su perspectiva de jurista en formación en un intercambio con el secretario de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Homero Acosta Álvarez, durante el proceso de la Reforma Constitucional, hechos que, asegura, le hicieron crecer y madurar.

Cuando la COVID-19 azotó nuestras vidas fue el primer estudiante de su facultad en dar un paso para plantar cara a la epidemia, y los centros de aislamiento de las sedes Julio Antonio Mella y Antonio Maceo, de la UO, supieron de su entrega y altruismo.

Desde su graduación, a finales de 2022, como alumno más  integral del plan D de la Facultad de Derecho, estudiante integral en docencia e investigaciones y Premio al Mérito Científico, se desempeña en el Tribunal Popular Municipal de Santiago de Cuba, primero en la Sección de lo Mercantil y actualmente en la Sección de lo Penal.

Más cerca de lo justo

Tomar la decisión que se acerque más a lo justo y dar curso a cada causa acorde al debido proceso, es su mayor reto como juez, asegura Castilla Mancebo.

Se desempeña en uno de los tribunales con mayores niveles de radicación o atención de causas del país, y lo hace en una sección que toca uno de los derechos más importantes de las personas: la libertad. Ahí llegó en tiempos de reformas legislativas y con la responsabilidad de implementar un nuevo Código Penal, que intenta adecuar las prácticas cubanas al ordenamiento jurídico internacional, lo cual entraña superación y responsabilidad, explica.

Impartir justicia frente a infractores de la ley muchas veces tan o más jóvenes que él, duele y compromete. «A menudo me dicen que yo soy uno de los garantistas de la Sección; pues con frecuencia me ha tocado juzgar a jóvenes y es muy difícil. Cada caso es diferente, y cuando te topas con un muchacho o muchacha de 17 o 18 años, empiezas a pensar en qué les llevó a asumir esa conducta y cómo la justicia pudiera intervenir en sus vidas sin causar daños peores.

«Es muy complicado, pues sabes que lo que decidas repercute en su vida y la de su familia. Creo que lo que me ha tocado vivir en lo personal me ha ayudado a tener una visión objetiva —un juez debe evitar la visión subjetiva— sobre el potencial de estos jóvenes, que se pueden resocializar, se pueden reeducar… Yo lo he visto en mi propia vida.

«Soy un joven que he cometido errores y eso me pone a pensar que todos nos podemos equivocar, pero que también merecemos acceso a la oportunidad de demostrar que lo podemos hacer mejor. A mí, en su momento, se me dio esa posibilidad, y hasta aquí creo que he demostrado que la supe aprovechar».

Voz de muchos

Con la sinceridad que le caracteriza, Castilla asume haber sido elegido delegado directo al 12mo. congreso de la UJC como el encargo de ser la voz de muchos. En su sentir todavía gravita, sin dudas, la emoción con la que ingresó a las filas de la UJC en la secundaria básica Orlando Carvajal.

Sabe que asistirá a un cónclave que se desarrollará en momentos decisivos para el país: «Voy dispuesto a expresar mi opinión, pensando no solo en los jóvenes que se fueron, sino en los que nos quedamos; considerando que estoy allí no solamente para representar al sector jurídico, sino a todos los jóvenes que me acompañan en mi vida cotidiana.

«Creo que los intercambios deberían dejarnos claro qué es lo que necesita un joven hoy en nuestro país, que existen cuestiones internas que es preciso mejorar, transformar, y que tampoco está mal pensar en lo material, en esa prosperidad que define nuestra Constitución. No podemos olvidarnos de eso, y prosperidad significa que desde mi puesto de trabajo yo pueda suplir mis necesidades y aportar a mi proyecto de vida, mi proyecto familiar».

—En tiempos en que se habla de cambiar los métodos, ¿cómo ves la capacidad de la organización para motivar, atraer a los jóvenes?

—Creo que en ocasiones hay un excesivo intervencionismo con respecto a cómo hacer, y muchas veces los nuevos solo necesitamos un espacio. Nuestros antecesores lo tuvieron, Fidel tuvo su espacio… Tenemos que aprender a hacer política, la política moderna, la que necesitan los jóvenes, donde ellos puedan decidir ser políticos o no.

«Por suerte, el pensamiento en el país ha ido cambiando poco a poco. Por eso creo que el congreso de abril próximo va a ser un evento muy atemperado a todo lo que está sucediendo ahora con la juventud cubana. Una oportunidad que, si la sabemos aprovechar desde el respeto, va a contribuir mucho».

Frank Enrique se sabe parte de esa continuidad que apuesta por una Cuba mejor: «Creo en la justicia, en nuestro proyecto social; creo que hay un pueblo que necesita respuestas mejores que las conseguidas hasta ahora». Lo asevera con la vehemencia de quien hace poco se estrenó como padre, y encuentra en su bebé, Natham Jeremiah, las fuerzas y alegrías para defender el futuro.

—¿Todavía piensas en la Medicina?

—Sí. De hecho, soy el que le toma la presión a toda la gente del barrio. Mis sueños no se han frustrado. En tanto, me busqué una esposa doctora, y al ejercer la actividad judicial me he encontrado a mí mismo. Soy un joven con una dificultad visual, cristiano y deseoso de ayudar a otros. Ejerciendo la justicia en nombre del pueblo, a favor de la sociedad y con obediencia a la ley, puedo curar.

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