Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una mujer en presente

Yurislenia Pardo Ortega tuvo como brújula la entrega a los demás, el ejercicio del bien y de la justicia

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— Parece que fue ayer cuando la adolescente, Yurislenia Pardo Ortega lideraba las asambleas estudiantiles de la extensa llanura agramontina. Yo la recuerdo bien. Esta profesión de escribana, durante 22 años ininterrumpidos, me la regaló una y otra vez, vestida «de altura» y con una madurez envidiable para su cortísima edad.

No es de extrañar que una vez, un compañerito, en son de jarana, la comparó con una «gente de edad», para hacerla más que enrojecer, brincar: «Yo soy igual que ustedes, de la misma edad», replicó Yuri, —como cariñosamente la llamaremos siempre—, mientras otros tantos chicos y chicas la aplaudían y en felicitación masiva le coreaban, «Yuri es nuestra presidenta de la FEEM». Las votaciones la ratificaron, durante varios años, como su representante indiscutible.

Aquellos pasajes de pura sangre juvenil no se me borrarán, por lo menos en unos cien años, como dice el refrán de por acá. Damara, Simón, Sutil, Conde y Yolo, son cuatro «profes» entrañables, quienes la vieron crecer y crecer de niña activa, creadora y responsable, a joven leal y alegre, de joven a mujer optimista y atrevida, y a hija consagrada y amorosa, de mujer a profesional ética, profunda, polémica y comprometida con Cuba, y de periodista a madre todo terreno, espectacular… Ellos no me dejarán mentir.

Repaso aquellas citas de la Unión de Jóvenes Comunistas, mientras en mi memoria quedó atrapada la imagen de cuando el teatro se «vino abajo», porque Yuri demandó hasta el cansancio, a Julito, el primer secretario del Partido de entonces, que a los estudiantes había que escucharlos del «pa al pi», mientras los aplausos y exclamaciones de todos los presentes, incluidos los de la presidencia, le ratificaban que, a la Yuri osada y resuelta, y sin pelos en la lengua, le sobraba razón.

Luego el paso seguro y confiando de la muchacha por las aulas de la universidad agramontina la catapultó como una de esas jóvenes que ni dormida dejaba de sonreír y chispear optimismo. Esa cualidad era más que su divisa para convocar, un don natural que le permitía triunfar y arrastrar al más gruñón, al más experimentado o al más cansado. Nuestro gremio reporteril de maestros legendarios y osados verbos, y de jóvenes también peliagudos y laboriosos saben que digo la verdad, que no exagero.

Sencillamente en Yuri las barreras del estadio del alma, que con el tiempo suelen atrincherarse por los años vividos, se desplomaban tal cual un castillo de naipes, ante su proverbial y auténtico llamado: «pero ¡muchacha!, ¡muchacho!, ¡profe!, ¿dónde están que no los veo? Familia, aquí los estoy esperando». Nadie, ni el más longevo, escapaba a su invitación espontanea.

Hoy, la vida, en su faceta más cruel, nos arrebató a nuestra Yuri, a nuestra colega y amiga con apenas 35 primaveras cumplidas. Aquella niña con su ejemplo nos convoca desde este fatídico 15 de enero hacia el futuro, su optimismo nos acompañará para vencer los retos y desafíos, y como líder de la tropa reporteril agramontina nos dejó el hacer, el saber, el sumar y multiplicar por encima del tener. Ella se ancló con belleza y maestría en la palabra, en el verbo comprometido con Cuba y con lo mejor del ser humano; el humanismo.

Yuri, tú siempre estarás en presente, por lo que sembraste y lograste, y en primera persona por tu proceder cíclope en modestia. Lo juramos este martes desde la Casa de la Prensa donde el gremio todo fue a «despedirte». Tú fuiste una mujer con alma de flor, con un legado gigante en amor. ¡Gracias por tanto!

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