Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Vivió y murió por amor

A 171 años de su natalicio, las ideas de José Martí confirman que trazó el camino para avanzar por Cuba, «con todos y para el bien de todos»

Autor:

Leonel Nodal

¡Míralo bien! ¿Lo reconoces? Verdad que se parece a muchos jóvenes de nuestra Cuba de hoy. ¡Estoy seguro de que hay muchos como él! Un rostro semejante, cabello cortado al rape, el cero dicen hoy. Mirada profunda, dulce, inteligente. Actitud firme, serena. Aún no tiene barba, ni el poblado bigote que lucirá más tarde. Es un habanero de familia humilde.

Solo tiene 17 años. Nació en una casita de la calle Paula. Es el único varón de doña Leonor y don Mariano. El hijo adorado, el mimado de las hermanas. Lo bautizaron en la iglesia del Ángel, ante su modesto y bello altar de madera. ¿No has pasado por ahí? Entra y mira, te encantará. Ha vivido ya en otras direcciones de esa Habana amurallada que crece y se expande desde la bahía hacia tierra adentro.

Tenía 17 años cuando le hicieron esta foto, que le envió a su madre. ¡Ya estaba preso, por su gran amor! Cumpliendo con entereza una condena a trabajo forzado, picando piedras de cal en una cantera de casi 200 metros de profundidad. Con una cadena de grandes eslabones de hierro que le rodea la cintura y amarrada a un tobillo, lastimado y marcado de por vida.

¡Pero no se queja! Hay otros hombres mayores que él, envejecidos, que sufren y muestran gallardía, y lo admiran y respetan. Porque por más que quiera a su madre, ama desde lo hondo de su ser la tierra que lo vio nacer. Observó, con sus propios ojos, los horrores de la esclavitud colonial, del maltrato al negro de las plantaciones de caña.

Ama tanto y quiere la libertad de su Patria que desde que conoce la rebelión de Carlos Manuel de Céspedes, allá en Oriente, quiere ser parte. Lo comenta con sus condiscípulos y lo denuncian. Asume solo la responsabilidad. Y lo condenan.

Por eso será respetado y escuchado hasta por los más valientes y aguerridos generales veteranos de las guerras y, al final, deciden seguir su proyecto de una Cuba con todos y para el bien de todos. Así batalló José Martí, sin otras armas que las ideas y una vida repleta de amor para defenderlas. Por eso siguió vivo, en otros como él, a lo largo de los últimos 171 años.

 

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