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Promesa de un país por un porvenir más justo, inclusivo y humano

Con el nuevo Código de la Niñez, Adolescencias y Juventudes, Cuba le regala a este segmento poblacional «un compromiso con su dignidad, con su desarrollo pleno, con su derecho a crecer protegidos, escuchados y ser protagonistas de su propio destino. Les regala una ley pensada por y para ellos», asegura Marlen Triana Mederos, viceministra de Educación

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Si algo ha dejado la construcción colectiva del nuevo Código de la Niñez, Adolescencias y Juventudes es que esta norma jurídica como ninguna otra no debe caer en saco roto ni en la burocracia, sino que merece —y es responsabilidad de todos—tener una expresión real de su aplicación en el lugar donde están las nuevas generaciones, la familia, el centro estudiantil o laboral, la comunidad, las instituciones, y la sociedad en su conjunto. El Código tiene que impactar de manera tangible en la vida de cada uno. Porque es por ellos y para ellos. 

Son criterios que también compartió con este diario Marlen Triana Mederos, viceministra de Educación, y debemos aspirar a ese resultado porque Cuba cuenta con un texto final inclusivo, integral y representativo, que fue elaborado desde el estudio, la experiencia y la opinión de muchas voces, atendiendo a la diversidad de realidades del país.

«Un ejemplo concreto es el reconocimiento de los derechos de niñas y niños con discapacidad. Se establece de forma explícita la obligación de realizar ajustes razonables, brindar apoyos individualizados y garantizar la accesibilidad universal en todos los ámbitos (educación, salud, justicia y participación) en consonancia con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

«Además, el texto incorpora temas que históricamente no habían sido abordados por la legislación cubana, como el derecho de las personas intersexuales a no ser sometidas a intervenciones médicas no consentidas, y el derecho a la identidad digital».

—A propósito, si pudiera hablar de los aspectos más novedosos del Código, ¿cuáles serían?

—Podemos destacar el derecho a la participación infantil y adolescente, de forma explícita; el principio del interés superior del niño, con criterios claros para su aplicación; la prohibición absoluta del castigo corporal y el trato humillante, sin excepciones, así como el reconocimiento de los derechos en el ámbito digital.

«Otros asuntos son la creación de un Sistema Nacional de Protección Integral, el establecimiento de un Observatorio Nacional para el seguimiento de los derechos, la articulación entre los distintos niveles de Gobierno para garantizar la protección integral y la consulta previa con niñas, niños, adolescentes y jóvenes como parte del proceso de elaboración del Código».

—¿Considera que se requerirá de un ministerio u organismo que promueva, garantice y fiscalice la política para la niñez, la adolescencia y las juventudes?

—Como dijimos el nuevo Código crea un Sistema Nacional de Protección Integral de la Niñez, Adolescencias y Juventudes que prevé una estructura de comisiones interinstitucionales en los niveles nacional, provincial y municipal, presididas por altas autoridades del Estado —como un Viceprimer ministro a nivel nacional, los gobernadores (provincias) y los intendentes (municipios)— e integradas por los principales organismos e instituciones vinculados a las infancias, adolescencias y juventudes. Estas comisiones sesionarán de manera periódica y podrán crear grupos de trabajo especializados. Esta arquitectura institucional constituye un avance relevante, porque reconoce la necesidad de coordinación intersectorial para garantizar los derechos a las nuevas generaciones.

—Tras su aprobación, el desafío más grande que tenemos, por supuesto, la implementación… ¿Está Cuba lista para ese momento?

—Somos conscientes de que no basta con tener una buena norma. La implementación requiere formación, recursos, coordinación y cultura jurídica. El reto es grande, pero el Código incluye rutas claras de actuación y establece mecanismos de coordinación intersectorial que pueden facilitar significativamente su aplicación. Estamos ante una oportunidad para consolidar un sistema de protección, que funcione de manera articulada y con enfoque de derechos.

—Trabajar para y por las infancias, las adolescencias y las juventudes entraña una enorme responsabilidad, se trata de garantizar el crecimiento pleno de los pinos nuevos de los que habló Martí…

—Este Código no lo resuelve todo, pero es una base sólida para avanzar. Fue pensado con amor, responsabilidad y compromiso. No solo reconoce derechos, sino que también organiza las formas de hacerlos valer. Representa un paso firme hacia un país que cuida mejor a quienes lo sostendrán mañana. Les ofrece voz, protección frente a la violencia, acceso a tecnologías, espacios de participación y mecanismos para reclamar sus derechos.

—¿Qué consideras lo más revolucionario, avanzado y moderno de este Código?

—Lo más revolucionario de este Código es haber escuchado a niñas, niños, adolescentes y jóvenes para construir una ley pensada desde y para ellos. La consulta realizada constituyó un ejercicio inédito y valioso de ciudadanía activa en esas edades. Fortaleció la legitimidad del proceso legislativo al incorporar las voces de quienes serán sus principales sujetos de derecho. Este proceso fue coherente con la propia letra del Código, que aboga por el derecho a la participación.

«Más allá del contenido del anteproyecto, la consulta evidenció la capacidad crítica, el compromiso y la madurez con que asumen su rol cuando se les brinda un espacio real para participar. Sus aportes no solo enriquecieron el texto, sino que también reflejaron sus preocupaciones y aspiraciones más sentidas.

«Esta experiencia sienta un precedente imprescindible para futuras políticas públicas que impacten a las infancias, adolescencias y juventudes. Reafirma el valor intrínseco de incluir sistemáticamente a los pinos nuevos en los procesos de decisión que les afectan. El desafío ahora es institucionalizar este tipo de consultas, preparar mejor a todos los actores involucrados y garantizar una retroalimentación transparente y sostenida con los propios niños, niñas y adolescentes».

—¿Qué le regala Cuba a quienes son su futuro?

—Nuestro país les regala un compromiso. Un compromiso con su dignidad, con su desarrollo pleno, con su derecho a crecer protegidos, escuchados y protagonistas de su propio destino. Les regala una ley pensada para ellas y ellos, que reconoce sus derechos en todas sus dimensiones.

«Este Código no es solo un conjunto de normas. Es una promesa de país. Una promesa de que quienes son el presente y el futuro de la Patria tendrán un lugar prioritario en la vida nacional. Que sus voces serán escuchadas, sus necesidades atendidas y sus derechos garantizados.

«Es un paso hacia un país que no solo cuida a sus niñas, niños, adolescentes y juventudes, sino que aprende de ellos, confía en ellos y construye junto a ellos un porvenir más justo, inclusivo y humano».




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