Un caracol Polymita en su hábitat forestal nativo en el este de Cuba Autor: Tomada de Red Pat Publicado: 05/08/2025 | 08:02 pm
Los caracoles arborícolas Polymita, en peligro de extinción y que están desapareciendo de sus hábitats forestales nativos en el este del archipiélago, tienen conchas de colores vibrantes y con diseños extravagantes.
Por desgracia, esas conchas son codiciadas por los coleccionistas, y los expertos en conservación afirman que el comercio de conchas está llevando a los caracoles hacia la extinción.
Según reportó Cubasí, haciéndose eco de una publicación de BBC News, biólogos de Cuba y especialistas de la Universidad de Nottingham, Reino Unido, se han unido con el objetivo de salvar las seis especies conocidas de Polymita.
La más amenazada de ellas es la Polymita sulphurosa, de color verde lima con dibujos de llamas azules alrededor de sus espirales y bandas de color naranja brillante y amarillo a través de su caparazón.
Pero todas las especies de Polymita son sorprendentemente brillantes y coloridas, lo que constituye un misterio evolutivo en sí mismo.
«Una de las razones por las que me interesan estos caracoles es su belleza», explica el genetista evolutivo y experto en moluscos Angus Davison, de la Universidad de Nottingham.
La ironía, dijo, es que esta es la razón por la que los caracoles están tan amenazados.
«Su belleza atrae a la gente que colecciona y comercia con conchas. Así que lo mismo que los hace diferentes e interesantes para mí como científico es, por desgracia, lo que también los está poniendo en peligro».
En una búsqueda en internet con el profesor Davison, encontramos varias plataformas donde los vendedores, con sede en Reino Unido, ofrecían conchas de Polymita. En un sitio se anunciaba una colección de siete conchas por el equivalente a 212 dólares, relata el texto.
«Sabemos que algunas de estas especies están en peligro real de extinción. Así que no haría falta mucho si alguien las recoge en Cuba y las comercializa, para que algunas especies se extingan».
Las conchas se compran y venden como objetos decorativos, pero cada concha vacía fue una vez un animal vivo.
Aunque existen normas internacionales para proteger los caracoles Polymita, son difíciles de aplicar. Según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, es ilegal sacar los caracoles o sus conchas de Cuba sin permiso. Pero es legal vender las conchas en otros lugares.
El profesor Davison afirma que, con presiones como el cambio climático y la pérdida de bosques que afectan a su hábitat natural en Cuba, «es fácil imaginar que la recolección de conchas por parte de la gente podría llevar a una población a quedar localmente extinta».
Para evitarlo, el profesor Davison colabora estrechamente con el profesor Bernardo Reyes-Tur, biólogo conservacionista de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba.
El objetivo de este proyecto internacional es comprender mejor cómo evolucionaron los caracoles y aportar información que ayude a su conservación.
La labor del profesor Reyes-Tur es, quizá, la más difícil: trabajando en un clima caluroso, ha llevado caracoles Polymita a su propia casa para criarlos en cautiverio.
«Aún no se han reproducido, pero les está yendo bien», explicó.
Mientras tanto, en los laboratorios de la Universidad de Nottingham se llevan a cabo investigaciones genéticas.
Allí, el profesor Davison y su equipo pueden conservar pequeñas muestras de tejido de caracol en congeladores criogénicos. Pueden utilizar ese material para leer el genoma de los animales, el conjunto biológico de instrucciones codificadas que hace que cada caracol sea lo que es.
El equipo pretende utilizar esta información para confirmar cuántas especies existen, cómo están emparentadas entre sí y qué parte de su código genético les confiere sus extraordinarios y exclusivos patrones de color.
La esperanza es que puedan revelar esos secretos biológicos antes de que estas coloridas criaturas sean compradas y vendidas hasta su extinción.
«El este de Cuba es el único lugar del mundo donde se encuentran estos caracoles», declaró el profesor Davison a BBC News.
«Ahí es donde se encuentra la experiencia: donde viven y trabajan las personas que conocen estos caracoles, los aprecian y los entienden.
«Esperamos poder utilizar la información genética que podamos aportar para contribuir a su conservación».