Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Hablar en idioma joven

A 60 años de su fundación, Juventud Rebelde tiene ante sí el desafío de reinventarse y seguir creciendo

Autores:

Luis Raúl Vázquez Muñoz
Laura Fuentes Medina

El presidente nacional de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Ricardo Ronquillo Bello, toma el celular y revisa las noticias en los ajetreos de la mañana. Es un hábito modificado por las tecnologías; pero que adquirió con el tiempo y que se reforzó cuando se inició como reportero en la provincia de Guantánamo, al graduarse en la Universidad de Oriente.

Hay, no obstante, un medio de prensa que sigue con especial atención. Es Juventud Rebelde, y lo hace no solo por motivos profesionales. En la revisión pesan también los afectos hacia el periódico, al que entró en calidad de corresponsal y ascendió hasta llegar a ser subdirector.

«Yo siempre he dicho que el periódico tiene un alma y un ángel —dice—. Eso tiene que ver con su tradición y un sentido de pertenencia relacionado con un legado de creatividad que se ha convertido en un orgullo del medio».

Por su parte, Roberto Amaro Valdés, estudiante de segundo año de Ciencias de la Información de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, confiesa que creció siendo un «fiel lector» de Juventud Rebelde, un hábito que heredó de su abuelo, quien compraba el periódico los fines de semana. Es una vivencia compartida por muchas personas. Sin embargo, tanto Ronquillo como Amaro coinciden en que hoy el periódico necesita de reinvención.

¿Qué opinan hoy de Juventud Rebelde los jóvenes y el personal de más experiencia que ha trabajado en el rotativo? ¿Es visible o no? ¿Qué debe cambiar y qué debe continuar? Una indagación realizada por el aniversario 60 del medio de prensa arrojó que el periódico tiene ante sí el desafío de evolucionar y seguir conectando con las juventudes, su público principal.

«No basta con llevar ese nombre; necesita hablar en idioma joven, interesarse por sus temas genuinos y conquistar, con ingenio y sin barreras, el vasto y competitivo mundo digital, en el que las nuevas generaciones están casi permanentemente», enfatizaron los entrevistados.

No es la primera vez que el diario de la juventud cubana se ve abocado al cambio. De hecho, en estas seis décadas se ha transformado en varias ocasiones hasta dejar un legado caracterizado por la profundidad en el tratamiento de los temas, estabilidad en el periodismo de opinión, despliegue en la calidad narrativa, el humorismo y formas vanguardistas en el diseño, entre otros rasgos.

De esos cambios emergieron páginas donde escribieron Enrique Núñez Rodríguez, Amado del Pino y Leonardo Padura en la década de 1980, entre una gran diversidad de personalidades. O los reportajes de investigación sobre las peleas de perros, la violencia en los espectáculos deportivos, los conflictos con la agricultura o la expansión sin control del pez clarea en ríos y embalses cubanos durante los primeros años de los 2000.

Sin embargo, desde hace ya tiempo Cuba es otra. Entre sus viejos y nuevos conflictos, el país vive su propio ritmo digital. Que no es tan rápido como se quisiera; pero que está ahí, dando señales fuertes. Incluso para la prensa. 

Para atender las preocupaciones de los públicos, Ronquillo Bello opina que hay cuestiones que no pueden perderse de vista. Una de ellas es lo que el propio periódico ha dejado en la práctica a lo largo de los años.

«Juventud Rebelde tiene una herencia inestimable para levantarse al futuro, de la que ha de salvar siempre la armonía entre los que llegaron en los últimos años y lo hacen ahora, con los horcones de las épocas más duras, que fueron quienes alimentaron todo este sedimento».

El debate editorial y la construcción colectiva de los temas con base en las opiniones de la población es un elemento presente en la identidad del periódico, según el presidente de la UPEC. Otro es el concepto de que el evento no es noticia, sino que va a él a encontrarla. A ello se le puede añadir, también, no trabajar sectores y sí temas; unido a la convicción de que el periodismo no es propaganda y sí un ejercicio de contrapeso y equilibrio de la sociedad.

«Buscar lo curioso, lo sorprendente —apunta—. Innovación y creatividad constante, junto con el convencimiento de que los equipos creativos son más importantes que los líderes formales. Se pudiera decir mucho más, pero lo más importante es que la fuente de cualquier cambio descansará en el legado de estos 60 años».

 

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