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Jóvenes escritores: ¿una apuesta al vacío?

Grethel Delgado, Karel Bofill y Ariel Cantero Lobato acaban de recibir el Premio David, que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

Autor:

Jaisy Izquierdo

Como casi todos los adolescentes que atesoran un diario escondido o un cuaderno de poemas, para Grethel comenzar a escribir fue la manera de reconocerse y expresar el torbellino de la pubertad. Karel, quien obtenía mejores notas en materias de ciencia, se encontró al crecer con un montón de cosas por decir y las manos en los bolsillos. Y Ariel, que de niño vivía obsesionado con ser pelotero o baterista, nunca pudo imaginar que ahora en su juventud sería el ganador, junto a Grethel y Karel, del Premio David que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Cultivar con éxito la literatura es para muchos un arte que va necesariamente de la mano de los años. Sin embargo, estos tres jóvenes escritores dan al traste con cualquier tipo de prejuicio, y presentan como única prueba sus textos: el cuaderno de teatro Mi familia ideal (Grethel Delgado); el poemario Matrioshkas (Karel Bofill); y Más de 100 mentiras (Ariel Cantero Lobato), que fue laureado en el género de Cuento.

Cuenta Grethel que ...

«Mi familia ideal nace de una provocación que nos hiciera a los estudiantes del Seminario de Dramaturgia el profesor Luis Enrique Valdés Duarte, la cual se basaba en seleccionar un tema social en crisis que nos interesara.

«Siempre me han impresionado la familia y sus complejidades, por lo que comencé a escribir escenas que ocurrían en espacios domésticos. La primera escena se desarrolla en un baño, donde el conflicto emerge a la superficie cuando un muchacho tiene deseos de orinar, y su madre está utilizando ese espacio. De ahí que deba decidir entre orinar en la bañadera o en su pantalón.

Lorenzo. Dile a tu madre que abra las piernas y te deje orinar. Pero ni una gota, no la salpiques.

Pablo. Lo hago en la bañadera, es más grande.

Lorenzo. No, tienes derecho a la taza como integrante de la familia. Tienes derecho, incluso, a esta máquina de afeitar.

Pablo. Estás lleno de sangre.

Alina. No abriré las piernas. Ya las abrí una vez y me salió un Pablo.

«Para la estructuración del material tomé la distribución de una casa —habitación, baño, sala y cocina—, de modo que cada escena alternara entre ellos como un juego de piezas que rotan o, quizá, una suerte de locaciones televisivas. Con esta pauta, diseñé dos familias disfuncionales, unidas por la relación de dos adolescentes: una enamorada de su padre, y otro que se masturba en el baño hasta desmayarse, los cuales experimentan sus primeras fantasías sexuales. Las escenas son alternadas entre cada hogar, de manera que escénicamente puedan sugerir una sola casa, donde se intercambian los personajes.

«La familia es un tópico recurrente en el teatro cubano, abordado desde Luaces, José A. Ramos, Virgilio Piñera, José Triana, Nicolás Dorr, Abelardo Estorino, Antón Arrufat, Héctor Quintero;  hasta los más recientes Nara Mansur, Amado del Pino, Maikel Chávez y Yerandy Fleites.

«Por eso al centrar en ella la mirada, preferí recrear las zonas escabrosas del ser humano, que de algún modo se ocultan, disimulan o reprimen fuera del ámbito doméstico, ya sea por tabúes o temor a ser diferentes dentro de una sociedad. Quise entonces explorar lugares no comunes dentro de una “familia ideal”, que son, al mismo tiempo, hechos habituales en muchas, aunque mantenidos en secreto».

Karel destapa sus Matrioshkas y...

Cascarón uno/ Karel uno/ Contenedor de Cascarón dos/ Karel dos/ Contenedor. Cascarón. que se hincha con la humedad del trópico/ y no cierra totalmente/ como las viejas Matrioshkas de mis abuelos/ como las viejas heridas purulentas/ del hombre.

«Matrioshkas surgió a partir de la existencia de una serie de poemas que escribí —sin ninguna interconexión premeditada— en un tiempo relativamente breve. Cuando los tuve listos, pensé en una forma de aunarlos en función de un libro y he ahí el nacimiento. Después, lo completé según los planteamientos estructurales que había concebido.

«El libro está dividido en ocho secciones o “Cascarones”. Cada Cascarón reúne un número equivalente de poemas: el Cascarón uno contiene un poema; el Cascarón dos, dos; y así incrementalmente hasta el Cascarón ocho. Esta estructura atiende a la idea fundamental que pretendo mostrar, que es la pluralidad de seres que conforman al Ser único. Esta no es una idea nueva ni mucho menos, tan solo es expresada a partir de mi experiencia y perspectiva. De aquí el título, porque un juego de Matrioshkas es precisamente eso: un ser que contiene a otro, que a su vez contiene a otro... Seres que son contenedores y son contenidos al mismo tiempo. De manera que el título está en función del libro y no al revés.

«Traté de ir describiendo en el libro el viaje desde el interior más profundo y personal del Ser hasta el “Cascarón” más exterior, más universal. Hay en él tanto de mí como del universo que me circunda, con sus pobrezas y tesoros».

Como las viejas Matrioshkas de mis abuelos/ se va forjando el hombre/ desde el interior al exterior/ del golpe total/que somos...

«Yo tengo la suerte de vivir en una ciudad de poetas. Así que aquí mismo —tanto del pasado como del presente— tengo muchos referentes. Pero especialmente le debo mucho a José María Heredia, una figura que desde el instante en que lo descubrí me atrapó por su historia fabulosa, su obra poética, y quizá también porque fue matancero. Uno realmente, va tomando elementos de todos los sitios para formar una voz, —Martí, por ejemplo, me es imprescindible—; pero lo más importante de esa voz no es la forma en que se escucha, sino lo que nos transmite».

La verdad de más de cien mentiras

Ariel retiene el impulso de inventarse otras realidades por unos minutos, para compartir las verdades que dieron origen a su cuaderno de cuentos que, como revela, no es más que  la imperiosa necesidad de usar la imaginación para crear situaciones nunca antes vividas, que ocurren en lugares desconocidos, y que involucran a personas que no existen más allá de los límites de la fantasía. Entonces, poniendo los pies en la tierra de su creación, confiesa:

«Joaquín Sabina dice en una de sus canciones que: “es mentira que más de cien mentiras no digan la verdad”. Yo me agarro de esa afirmación para intentar clarificar la naturaleza humana, siempre a partir de historias de ficción, que llegaron a conformar un cuaderno de nueve cuentos, algunos muy largos y otros bien cortos que apenas llenan una cuartilla, como este que se titula Olvido:

Una habitación oscura y húmeda. La cama en una esquina y la mesa en el centro con dos sillas. El padre se levanta con resaca por la borrachera del día anterior.

—¿Dónde están mis medias? —pregunta desde la cama.

—Revisa dentro de tus zapatos —dice su hija desde la mesa, sin levantar la vista de su cuaderno de dibujo.

—¿Y dónde están mis zapatos?

—Mira tus pies. Seguro los tienes puestos todavía.

—¿¿Dónde carajo están mis pies?? —grita el padre angustiado.

La niña levanta la vista del cuaderno.

—¡Mamá! —exclama volteándose a la cocina— papá ha vuelto a dejarse las prótesis en el bar.

«Las historias siempre surgen a partir de un flashazo de imaginación, de la famosa pregunta: “¿Qué pasaría si...?” La respuesta implica vivir (al menos de forma temporal) numerosas vidas ajenas, lo que resulta ser el reto más difícil que tiene que asumir el escritor: construir “verdades” a partir de “mentiras” imaginadas.

«Los cuentos del libro no tienen un tema común. El propósito es que todos juntos sirvan para conformar un vitral sobre las emociones humanas. Por eso en el libro hay historias divertidas (o que al menos intentan serlo), y otras muy dramáticas, casi trágicas. Y por supuesto también aparecen algunas tragicómicas que sirven de enlace entre las demás.

Todas intentan hablar de esas “más de cien mentiras” de las que suelen estar llenas nuestras vidas y que, al final, terminan siendo la mejor descripción de nosotros mismos que podemos encontrar».

Sobre los autores

Grethel: Actualmente prepara su proyecto de tesis de Dramaturgia y trabaja como actriz en el grupo de teatro Pálpito. Mi familia ideal se encuentra en proceso de montaje por la Compañía Rita Montaner, bajo la dirección artística de Lily Ojeda, y con dirección general de Gerardo Fulleda León.

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Karel: Cursa el quinto año de Ingeniería Informática en la Universidad de Matanzas. Trabaja como Diseñador Gráfico en la Casa de las Letras Digdora Alonso, sede de Ediciones Matanzas, y en la realización de la revista Matanzas en su formato para Internet.

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Ariel: Graduado de Ingeniería Informática de la Universidad de La Habana. Desarrolló sus aficiones literarias gracias al Taller de técnicas narrativas del Centro Onelio Jorge Cardoso, en el 2001. Más de cien mentiras fue uno de los proyectos de libro premiados por la institución al finalizar el curso.

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