Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Teatral y suculento manjar

La obra Si vas a comer espera por Virgilio se presenta nuevamente en la cartelera del  Centro Cultural Bertolt Brecht, pero en esta ocasión viene acompañada por la venta en el mismo teatro de Virgiliando, un libro de memorias del dramaturgo José Milián

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

¿Y tú, Virgilio? ¿Qué aprendí de ti?, se pregunta casi al final de su libro Virgiliando, el notable dramaturgo José Milián, y se responde: «Creo que aprendí la libertad de ser yo mismo, de ser tú todas las veces que te recuerdo y de ser yo cuando ni estoy consciente de esa fusión de múltiples personalidades que conforman el carácter».

Y justamente esos vívidos y sentidos recuerdos, como sabemos, fueron los que sirvieron de argumento al autor, entre otras piezas, de Vade retro, Otra vez Jehová con el cuento de Sodoma, La toma de La Habana por los ingleses, Madre Juana de los Ángeles y Las mariposas saltan al vacío, para estrenar en 1998 una pieza teatral que ha devenido en otro clásico del teatro contemporáneo cubano escrito por Milián: Si vas a comer espera por Virgilio, de nuevo en la cartelera del Café Teatro del Centro Cultural Bertolt Brecht, donde posiblemente permanezca hasta finales de agosto, si el público sigue respondiendo con entusiasmo a esta multipremiada puesta en escena.

No sé si el Premio Nacional de Teatro 2008 decidió adelantarse al homenaje por el centenario del nacimiento del gran escritor cubano Virgilio Piñera (1912-1979), que tendrá lugar el próximo año. De cualquier manera me parece magnífica la disposición de reponer esta pieza, a partir del convencimiento, sobre todo, de que siempre habrá que volver una y otra vez a la vida y obra de quien iniciara la modernidad en nuestro teatro, y le legara a la cultura cubana obras como Aire frío, Electra Garrigó y Falsa alarma, si nos referimos al dramaturgo; y al estilo de Cuentos fríos, La isla en peso y La carne de René, como poeta y narrador.

Solo que esta vez la presentación de Si vas a comer espera por Virgilio viene acompañada por la venta en el mismo teatro de Virgiliando (Editorial Tablas-Alarcos), un libro de memorias donde Milián, además de incluir el texto de la obra, deja en blanco y negro flashazos de los reiterados e intensos encuentros que sostuviera Piñera con quien, por los ya lejanos años 60 del pasado siglo, comenzaba a abrirse paso en el entonces muy activo movimiento teatral cubano.

Quizá para los espectadores —sobre todo para los muchos jóvenes que asisten a la sala—, tener a mano este cuaderno de memorias es el mayor mérito de esta nueva temporada de Si vas a comer..., amén de que la pieza continúa moviendo el pensamiento, la reflexión, y se mantiene tan fresca y vigente como cuando se estrenó hace más de una década. Asimismo esta edición, que inaugura un nuevo diseño para la colección La selva oscura, ahora se convierte en un valioso instrumento para los teatristas, pues ya no solo se trata de tener a mano una obra de calidad para un posible montaje, sino que los testimonios que la complementan servirán para profundizar en las psicologías y las situaciones en las que se ven inmersos los personajes.

De modo que el público juvenil ha aplaudido la presentación de Virgiliando, pues, aunque Si vas a comer... resulta una obra que dramatúrgicamente retrata con fidelidad y mesura una época realmente compleja y convulsa en el mundo intelectual; también se hace mención a figuras tal vez desconocidas para las nuevas generaciones, que pueden encontrar aquí no poca información que, claro está, era imposible incluir en la puesta.

Así, en esa época en la cual no escasearon los esquematismos, extremismos, oportunismos..., como le sucedió a los protagonistas de esta magnífica representación: Virgilio y Pepe (es el mismísimo Milián), se apoderó de muchos «la euforia de la paranoia», como escribiera el reconocido director teatral, quien tuvo el privilegio de permanecer muy cerca de un escritor sencillamente genial.

La de ellos resultó una relación rica, muy aportadora para ambas partes, pero que, como ocurre también entre personas que se admiraban mutuamente, no estuvo exenta de enfrentamientos, sobresaltos y lógicas diferencias. «Al evocar todos estos recuerdos, mi amistad con Virgilio se me asemeja a un torneo, a un juego de pelota, a la lucha libre, al boxeo, a cualquier cosa menos a una relación amistosa».

Y esa carga profundamente humana de Si vas a comer..., donde se refleja asimismo un conflicto generacional, es captada inmediatamente por el auditorio que se siente sacudido por una obra donde por momentos puede reír pero que, sobre todo, se conmueve. Algo que es posible, en buena medida, por la solidez de las interpretaciones de Ángel Ramírez Lahera (Virgilio), Frank Andrés Mora (Pepe) y Gretel Cazón (Ella).

Evidentemente, Virgilio le pertenece por completo a Ramírez Lahera, quien no solo se ha adueñado de las maneras, las poses, de los cigarros y el paraguas del maestro, sino que entrega un personaje alejado de toda caricatura, lleno de matices y de vida: cáustico, inteligente, irónico, valiente y temeroso, explosivo y ocurrente, paranoico y brillante. Lo mismo se puede decir de Mora, quien se crece como un gigante a medida que van avanzando las escenas, quien representa en él a esa generación que lucha por ser comprendida, por encontrar su espacio, por participar. Sin dudas, Mora pasó con sobresaliente la ya afamada escuela de Virgilios y Pepes de Milián.

Por su parte, Gretel Cazón, a quien los lectores de Juventud Rebelde recordarán por su Estrella de la telenovela ¡Aquí estamos!, aparece nuevamente en las tablas para convencer con un trabajo muy serio de interiorización de un personaje alegórico que le aporta a la puesta un sentido más teatral. La Cazón explota su potente voz, su excelente dicción, su vis cómica, su innegable poderío como actriz, a la hora de defender este papel que es al mismo tiempo la vida y la muerte, que representa a los otros, a una sociedad prejuiciosa e intransigente.

Si vas a comer espera por Virgilio, con su banda sonora de lujo que enfatiza, sugiere, emociona, sigue siendo a estas alturas una propuesta poderosa de Pequeño Teatro de La Habana, agrupación dirigida por José Milián que prefiere indagar en torno al ser humano.

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