Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La música cubana se toca con concepto y sabor

Enrique Álvarez, director de la Charanga Latina, explica que nuestro son hay que interpretarlo respetando la tradición de antaño, pero con dosis de contemporaneidad

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

No perdonaría a los jóvenes artistas que desconocieran el legado del Benny, tan genial en sus ideas que no necesitó pasar escuela para crear. Tiene una larga lista de músicos nuestros, esenciales a la hora de ponerle la cubanía exacta a la sonoridad.

«Son grandes y han aportado a la música de este país», dice a Juventud Rebelde Enrique Álvarez, destacado violinista y director de la Charanga Latina, quien celebra cuatro décadas de consagración al arte. Acude a nuestro encuentro solo por un momento, ya que ultima en los Estudios EGREM los detalles de Cada loco con su tema, fonograma con el que festeja los 20 años de su agrupación.

«Este disco está concebido más bien para el bailador», asegura. Álvarez se ha tomado casi tres años para pensar cada tema de este volumen y ha incluido 15 sencillos, escritos por él, su hijo Lázaro, Aisar Hernández Segundo, quien fue bajista de la agrupación y actual director musical de la orquesta Revé; Osmany Collado, de Charanga Habanera; Yanior Farré, pianista de la Charanga Latina; Dayán Rivera y el humorista Jorge Díaz.

Nos hace escuchar tres números y sentimos que al menos dos de ellos serán un éxito en las emisoras: Ya se terminó, donde invitan a Robinsón, líder de Kola Loka; y La perdida, en el que interviene Randy Marcos, de Charanga Habanera.

Para disfrutar hasta el cansancio regalará dos clásicos: Almendra, ese danzón de Abelardito Valdés, y que grabaran de un tirón Chucho Valdés y su orquesta. También dejará sin palabras su versión de El manisero, de Moisés Simons, que tocara junto al pianista Papo Lucas, quien fuera instrumentista de las estrellas de Fania y desde hace tiempo funge como director de la Sonora Ponceña de Puerto Rico.

—En 40 años de vida artística, nunca ha renunciado a respetar los conceptos de la música popular bailable. ¿Cuál es su fórmula?

—Estar siempre acorde con el momento que se vive. No me opongo a ninguna manifestación musical, lo importante es que cada cual haga las cosas que siente y respete el código que tiene. Soy charanguero y sonero. Y ojo, empecé haciendo mi servicio social en la Sinfónica Nacional y después estuve en la de Camagüey como primer viola.

«Luego de tocar un sinnúmero de veces a Beethoven, Bach y Mozart, me decidí por lo que me gustaba: la música popular, sin dejar de reconocer que los estudios nos brindan conocimientos esenciales que después se nutren del oficio y la experiencia».

—¿Qué podemos ver, entonces, en la Charanga Latina?

—Música cubana, pero sin límites. Ahora escucharán a Robinsón, de Kola Loka, insertado en nuestro género. Es la fusión de algo que suena bien, actualizado, porque trabajamos con la época. La vida está en constante evolución y quien no avance, se pierde.

«Ahora bien, con lo que no estoy de acuerdo es con que se enmarque todo en un solo género foráneo, aunque no podemos estar cerrados a ello, pues hemos tenido la influencia de la música extranjera mucho antes de los Beatles y Bob Marley. Es normal, en todos los países pasa. Pero esas naciones no olvidan sus raíces. No lo hace Colombia con la cumbia, México con los mariachis, República Dominicana con el merengue, Puerto Rico con la plena...

«Nosotros no podemos olvidar lo nuestro. Claro que no se puede tocar un tema como se interpretaba hace 50 años. No obstante, se pueden hacer cosas como vestir esa canción de cuello y corbata».

—¿Algún ejemplo de cómo hacerlo?

—Pues sí. Nos sucedió con Luces de Oriente. Hace seis meses que lo terminamos con Producciones Colibrí. El repertorio procedía de compositores oriundos de esa región, como Lilí Martínez, Emiliano Ponciano, el Comandante de la Revolución Juan Almeida, Enrique Bonne y Pedro Gómez, entre otros.

«El álbum contó con las notas discográficas de Lino Betancourt, la selección musical fue de mi hermano, Adalberto Álvarez; y en él participaron como invitados Chucho Valdés, Omara Portuondo, El Indio, Manolito Simonet y Juan Carlos Alfonso, con mi orquesta como base.

«El CD, nominado a Cubadisco 2012, constituye el primero de tres volúmenes previstos. De los que faltan haremos uno con compositores de las provincias centrales, y el último con autores de occidente».

—¿Su orquesta es una charanga clásica o usted la ha transformado? ¿Quiénes forman parte de ella?

—Es de esas charangas «locas» que pueden existir en el mundo. Mantengo el nombre de Charanga Latina porque ese formato lleva base y cuerdas. Pero la orquesta se desdobla y ahora mismo tenemos en el nuevo disco dos bachatas muy refrescantes y proyectadas hacia la juventud.

«En su constitución goza de buena imagen. Está integrada por muchachos muy jóvenes. El menos nuevo soy yo. Somos 14 músicos en escena. Es una banda grande con sección de metales, cuerdas, bases: piano, teclado, bajo y percusión.

«Todos los que forman parte del grupo son egresados de las escuelas de música del país, incluyendo a los cantantes, que han estudiado en la Academia de Canto Mariana de Gonitch, la Ópera de la Calle y la Escuela de Superación de Música. Yo solo les imprimo la experiencia de tantos años de trabajo».

—En la década de 1990 muchos de los grupos de la música popular fueron señalados de utilizar textos vulgares. Usted nunca figuró entre quienes lo hicieron. ¿Cuáles son sus razones?

—En el texto, independientemente sea una crónica de la vida cotidiana o evidencie el romanticismo, no hay necesidad de utilizar la chabacanería. Uno puede valerse de metáforas, doble sentido, pero para nada caer en la vulgaridad. Soy muy celoso con los temas. No monto nada en nuestro repertorio sin antes analizarlo. Puede venir del mejor compositor del mundo, que si tiene un rasgo de vulgaridad, pues no va.

«Primero en el hogar y luego en la escuela me enseñaron a respetar y no proyectarme mal. Y velo porque mis hijos no caigan en ello, ya que los tres están muy ligados al arte: Lisbet es graduada de dirección coral; Lissy, pianista, y Lázaro Enrique, percusionista y actual director musical de la orquesta. Aunque mi esposa, Nereida del Risco, no es músico, destaco, ante todo, su apoyo incondicional durante estos años de vida artística.

«Vengo arrastrando este gusto por la música desde mi bisabuelo Emiliano Quevedo, quien fue director de la banda de Camagüey, luego mi abuelo Francisco Álvarez, mi papá Enrique, más conocido como Nené Álvarez, y mis hermanos también, entre ellos Adalberto. Nuestra familia está muy ligada a la música cubana y somos incapaces de renunciar a ella».

—¿De qué no eximiría a los noveles músicos?

—De no respetar nuestra música. De que no conozcan la obra de Benny Moré, Miguelito Cuní, Tito Gómez, Roberto Faz, Barbarito Diez, Carlos Embale, Arsenio Rodríguez, Lilí Martínez, Richard Egües, Rafael Lay, Enrique Jorrín y muchos otros.

«Se plantea que el boqueo ha hecho que solo se conozca afuera lo que hicieron los músicos de antaño y no hay una proyección internacional de la música cubana actual, lo cual es cierto. Pero quiero apuntar que lo que se hizo en esa época es muy válido y quienes estamos ahora desarrollando nuestra sonoridad lo hacemos solo a un 50 por ciento.

«No todo está hecho. No en todo se respetan los códigos que nos legaron. Mientras sigamos así y no tengamos a los grandes como base, no avanzamos, no dejaremos nada a las generaciones siguientes, porque cada país debe defender lo suyo. A veces, los más nuevos, graduados de las escuelas de arte, quieren tocar 17 000 notas y les cuesta trabajo interpretar Quiéreme mucho, de Gonzalo Roig. Porque la música cubana hay que tocarla con concepto y sabor, si es así, todo funciona».

—¿Cómo disfrutará el público de estos aniversarios?

—El Instituto Cubano de la Música y el Ministerio de Cultura han preparado muchas actividades, de hecho ya han comenzado. Concluimos nuestra gira nacional y actuamos para las escuelas de arte y de instructores de arte de las provincias. En Holguín nos impresionó ver cómo los pequeños se identificaban con los temas de Luces de Oriente. En Camagüey tuvimos un encuentro muy lindo con los alumnos de la Escuela de Instructores de Arte.

«Pero hay más para los bailadores: en el verano tendremos un gran concierto en el Salón Rosado de la Tropical para estrenar el disco Cada loco con su tema. Mientras que para septiembre prevemos la presentación del álbum Luz de Oriente, con todos los invitados, en el Teatro Mella».

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