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Un ser de otro mundo

El próximo miércoles y ante 30 mil personas, Silvio Rodríguez concluye en Chile una exitosa gira, que además lo ha llevado por escenarios de Argentina y Uruguay

Autor:

Kaloian Santos Cabrera

BUENOS AIRES.— Luego de tantos años curtidos sobre escenarios del mundo entero, con muchas canciones clásicas a las que poder echar mano para diseñar un concierto de altura, con el sostén de cientos de miles de seguidores que lo veneran por su obra, actitud militante y coherencia; con un elenco de virtuosísimos músicos y un pequeño equipo técnico y profesional que lo respalda, podría pensarse que esas afincadas conquistas son escudo para Silvio Rodríguez Domínguez, a estas alturas de su vida.

Y es todo lo contrario. «Siempre me he considerado un hijo de vecino que, como muchos otros, trabajó duro. Desde que empecé renuncié a la parafernalia comercial y, sin embargo, fui escuchado; y no haber abandonado a mi país también contribuyó a mi suerte», reflexionaba recientemente el trovador, en una entrevista concedida a la agencia de noticias Télam.

Da fe de sus palabras la gira por el cono sur en la que ahora se halla enfrascado junto a sus compañeros del trío Trovarroco (Rachid López en la guitarra, Maykel Elizarde en el tres, y César Bacaró en el bajo), la flautista y clarinetista Niurka González y el baterista Oliver Valdés.

El periplo nació a partir de la invitación para participar en los festejos por el centenario del Partido Comunista de Chile. Pero es casi un sacrilegio que Silvio esté por estas tierras y no haga otras presentaciones. Se organizaron, entonces, tres fechas en Argentina, una en Uruguay y otra en la patria de Violeta Parra y Víctor Jara (además de su compromiso).

Teniendo en cuenta que solo hace un año de su última visita por Argentina y Uruguay, el autor de Te doy una canción se propuso hacer algo diferente porque «lo que me cansa es hacer lo mismo. Creo que, gracias al trabajo, vamos a conseguir acercarnos con algo que disfrutaremos tanto los espectadores como nosotros», comentó.

De esta forma quedó diseñado un repertorio hermoso, muy bien pensado por donde quiera que se le mire y escuche. Es más, creo que bien podría nacer de estas presentaciones un nuevo disco en vivo, como lo fue en su momento el fonograma Silvio Rodríguez en Chile, con Chucho Valdés e Irakere, en 1990.

La primera parte del programa, preparado especialmente para este periplo de necesarias canciones, abre con la canción Mujeres, del álbum de igual nombre (1978). Luego hace un recorrido por temas de Segunda cita (2010) como Toma, Tonada del albedrío y San Petersburgo. Llegan entonces algunos clásicos al estilo de Rabo de nube, La gota de rocío y Me acosa el carapálida, vestidos con nuevos arreglos. Y después la atención es para el trío Trovarroco (hace ocho años lo acompaña) mientras interpretan una versión libre de Chan chan, de Compay Segundo.

La segunda parte reúne composiciones que cualquier amante de las canciones de Silvio sueña con escuchar en vivo: El necio, Escaramujo, Quién fuera, La era, Pequeña serenata diurna y Ángel para un final. Casi al llegar a las dos horas, se desata el tiempo de los bises, que en su caso no son uno ni dos, sino que se convierte en otro memorable recital conformado con piezas al estilo de Historia de la silla, Óleo de mujer con sombrero, Balada de Elpidio Valdés, Ojalá...

Agotadas las entradas

En Buenos Aires no hizo falta empapelar la ciudad con pósteres, de su foto anunciando sus presentaciones. Tampoco armar una movida de marketing para promocionar sus presentaciones a través de los poderosos medios masivos de comunicación. Labor que, en una plaza como la capital argentina, se hace casi imprescindible hasta para las megaestrellas de la música de moda o las famosas bandas extranjeras.

Las entradas habilitadas para los dos recitales pactados para el viernes 23 y sábado 24 de noviembre, en el Luna Park, se agotaron desde hacía varios días. Casi 15 mil espectadores colmaron el mítico recinto las dos noches. Algo similar ocurrió en el Estadio Cubierto Club Unión de la provincia de Santa Fe, en el Estadio Centenario de Montevideo (el mayor de Uruguay y entre los más importantes de América pues fue sede del primer Mundial de Fútbol en 1930) y en el Estadio Monumental, de Santiago de Chile, donde cerrará la gira el próximo miércoles ante unas 30 mil personas, tres días antes de su paso por el Estadio Nacional, como parte de los actos conmemorativos por los cien años del Partido Comunista, donde tan solo cantará 30 minutos.

Su paso por argentina

Tras su llegada a la capital argentina, Silvio les escribía a sus seguidores desde su propio blog (http://segundacita.blogspot.com.ar): «Segundaciter@s australes, les deseo mucho éxito en esos bellos encuentros. Tendré que seguirles a distancia porque ando medio griposo y me estoy cuidando para estar a la altura de lo que vine a hacer. Acabo de ver los jacarandás a través de la lluvia. Cuídense de las humedades impertinentes. Besos».

Sin embargo, el resfriado no empañó en lo más mínimo ninguno de los conciertos. Durante las dos jornadas en el Luna Park, el trovador remontó el malestar. Por más de dos horas demostró que lo arropa un verso propio, ese que dedicó a Abel Santamaría, otro gran ser humano, en su Canción del elegido: «un ser de otro mundo/ de un animal de galaxia».

En cada recital apareció con un sombrero blanco. Antes de tocar el primer acorde, sin mediar palabras, siempre se lo retiró de la cabeza para saludar al público. Y cada vez sucedió como de costumbre: «Cuba, Cuba, Cuba, el pueblo te saluda». Cual contagioso eco, la manifestación de cariño llegó tras el noble gesto.

Como es su estilo, habló poco y cantó mucho. Pero no faltó tiempo para que comentara sobre el nacimiento de algunas canciones; también para que, tras la vuelta de la primera parte, saliera con una cámara fotográfica a retratar al público. De hecho, hasta medio bromeó con su estado gripal: «Usualmente mi voz no es mucho más próspera, pero hoy estoy particularmente afectado». Dos días después de su última presentación en Buenos Aires, el trovador ya estaba recuperado para conquistar al público de Santa Fe, ciudad ubicada a 475 kilómetros de la Capital Federal.

Si en los conciertos en el Luna Park Silvio tuvo la deferencia de invitar a los jóvenes integrantes del dúo Karma, Xóchitl Galán y Fito Hernández, quienes con sus canciones, y durante cerca de media hora, sorprendieron gratamente a los asistentes, reciprocando así la confianza depositada en ellos; en Santa Fe, el convidado fue el trovador paraguayo Ricardo Flecha.

Como denominador común de las actuaciones en Argentina, impresionaba ver a un público compuesto por diversas generaciones, en el que primaban las caras jóvenes y hasta adolescentes. De la misma forma conmueven los intensos aplausos en versos determinados de algunas canciones al estilo de El necio. Con ella, por ejemplo, se sucedían exclamaciones como «Ídolo» o «Te amo» cuando Rodríguez entonaba: «Yo quiero ser a la zurda/ más que diestro» o «Yo me muero como viví»; o los reiterados «¡Nunca!» en el instante en que cantaba: «Dicen que me arrastrarán por sobre rocas / cuando la Revolución se venga abajo».

Sí, estremecedor. Mucho más cuando consigues escuchar cómo miles de gargantas, por espacio de más de diez minutos, al terminar cada concierto, con las luces de las salas ya encendidas y cuando Silvio ha salido y entrado a escena cerca de tres veces tras los reclamos de «una más y no jodemos más», corean: «Ole, ole, ole, Silvio, Silvio». Son contados los agasajados con ese reconocimiento.

«Es un amor a primera vista que ocurrió desde la primera vez», declaró Silvio sobre su relación con el público argentino. Confesó que siempre ha sentido como un privilegio que «un público tan exigente y bien preparado aprecie mi trabajo». Y ese extraordinario amor fue inmensamente correspondido. Prueba de una fidelidad y un apego que no envejecen.

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