Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El secreto está en la fe

Teatro Tuyo, que ha hecho del clown un arte, arriba a sus dos décadas de fundado 

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Haber crecido también como personas, como seres humanos, es lo que más le gusta resaltar a Ernesto Parra de los felices 20 años que cumplió el pasado enero Teatro Tuyo. «La voluntad ha sido obligarnos a encontrar esa necesidad de crecimiento espiritual, lo cual se refleja, por supuesto, en nuestras obras. Por esa razón el público no nos abandona. Amén de resultados, premios, distinciones, lo más importante en estas dos décadas ha sido que cada celebración nos ha sorprendido con numerosos proyectos por hacer, muchos más que los hechos hasta hoy.

«Nuestro empeño ha sido provocar, desde la humildad, emociones que toquen el corazón de la gente a través de una sonrisa. Esa es la razón por la cual entrenamos muchas horas, soñamos, pensamos, derribamos obstáculos: humanos, materiales, espirituales, institucionales... Ese sentido, ese significado de luchar de manera incansable por alcanzar este sueño, nos hace levantarnos todos los días sin pensar en que ya llevamos 20 años intentándolo», le asegura a Juventud Rebelde este creador que seguro alzará su voz como delegado al 9no. Congreso de la Uneac.

—Teatro Tuyo ha hecho del clown un arte que va mucho más allá de una simple fiesta de animación...

—Fue ocurriendo en la medida en que también nos enriquecíamos con información. La autopreparación y la investigación han sido esenciales, también conocer referentes mundiales que han desarrollado una sólida carrera y han pasado a la posteridad desde ese respeto a la dignificación del arte del clown como artistas completos. Es tan serio como la intervención quirúrgica para un cirujano, y tan importante como lo puede ser un maestro en un aula. Es una profesión que lleva una ética, una dignidad, un conocimiento, una habilidad, y también un sentido de vocación y de servicio a los otros.

—¿En qué etapa se encuentra el proyecto de la Escuela Nacional de Clown?

—Es un proyecto de hace casi cinco años. Nuestros espectáculos nos han hecho presentes no solo de una manera artística, sino también pedagógica. Ser los únicos no tiene ningún significado para no-sotros. Una voluntad de Teatro Tuyo ha sido hacer proliferar de manera auténtica nuestro arte. Un empeño del grupo también ha sido compartir, ofrecer, cada vez que hay una oportunidad lo mismo dentro que fuera de Las Tunas, talleres, conferencias... Esa práctica fue generando la posibilidad de empezar a soñar una escuela con un currículo muy particular: el arte del clown, que no tiene ningún antecedente en nuestro país, salvo en la Escuela Nacional de Circo donde se impartía la especialidad de Payasada, pero desde una perspectiva eminentemente circense.

«La Escuela Nacional de Clown persigue formar a un actor que sea resultado del entrenamiento y del conocimiento de prácticamente todas las manifestaciones que se deben dominar sobre la escena. Los estudiantes recibirán clases de danza contemporánea, folclórica, popular y clásica; de pantomima, expresión corporal, actuación, animación de figuras, prestidigitación, música. Egresarán dominando, como mínimo, dos instrumentos... una formación completa.

«Ya hemos diseñado el plan de estudio junto con el Centro Nacional de Enseñanza Artística y está aprobado junto al claustro de profesores. La maestra Corina Mestre ha sido un baluarte que ha impulsado mucho el proyecto. Fue la primera que creó y creyó en esta idea, al enamorarse de los espectáculos nuestros. Es una iniciativa que se ha ido materializando poco a poco, lo cual nos ha permitido trabajar con calma, con mucha cautela, en esta carrera de dos años y medio de duración. Los alumnos con 12mo. grado terminado, con edades entre 18 y 25 años, se captarán en las provincias a partir de las necesidades que expresen. Es decir, una vez graduados no serán actores de Teatro Tuyo, sino que volverán a los territorios constituidos en una unidad artística.

«Ahora solo falta materializar el hecho, el inmueble en sí. Uno de los espacios de la Escuela Profesional de Arte El Cucalambé ya cuenta con las condiciones para comenzar paulatinamente las acciones de remodelación».

—Tengo la sensación de que todavía el arte del clown sigue viéndose como un arte menor...

—El clown posee una fuerza, tanto en su naturaleza humana como artística, que incluso mal hecho impacta; es la realidad, o sea, cualquier persona se coloca una nariz y hace algún gesto extracotidiano y puede hasta provocar gracia, porque justamente todos los seres humanos somos un clown: en algún momento de nuestras vidas asumimos elementos «clownescos» en nuestra actitud, en nuestras reacciones, en lo que nos pasa, lo que a esa dimensión artística se le añade una cuota de responsabilidad, de habilidad.

«Una actriz nuestra, Yecsela González, dice que para ser clown hay que ser actor. Eso es una máxima indispensable, pero no todos los actores pueden serlo. Exige no solamente querer, tener un vestuario, se necesita un conocimiento, un entrenamiento, una investigación, y claro como todo esto da trabajo, requiere una dedicación como la de cualquier profesional. Mucha gente se queda solo con lo epidérmico, con el disfraz, solo con los tres saltos, una voz añoñada, un chiste, incluso de mal gusto, y ya piensa que lo consiguió.

«Teatro Tuyo ha persistido no únicamente en hacer teatro sino en dignificar un arte que otros han hecho primero. No hay nada nuevo en nuestra práctica, nada hemos descubierto, solo continuamos el camino transitado por otros que sí lo han hecho de manera digna. Que la crítica, los públicos y la prensa lo tomen a bien no es un mérito de Teatro Tuyo, es un mérito propiamente de la naturaleza del clown. Lástima para algunos que se disfrazan de payasos,

lástima para el público que sigue subvalorando este arte, pues quizá no han tenido la experiencia de ver un espectáculo realmente de clown, donde te vas a divertir, pero nunca eso será lo más importante, sino que te emocionarás y será muy difícil que te vayas a la casa siendo la misma persona».

—¿Algún secreto para esto?

—Creo que el secreto está en el día a día, en la continuidad, en la fe; incluso en creer que lo que haces no tiene un sentido lógico, pero de todos modos apuestar a ultranza por esa utopía. El secreto está en la vida misma, en ser coherente con una vocación que has encontrado y que pones, para tu satisfacción y la de los demás, al servicio de los públicos.

—¿No será tu permanencia en Las Tunas también parte del secreto?

—Si lo analizamos, nosotros no comenzamos con una fosforera de magneto, sino con dos piedras, y ni siquiera llegamos a las dos piedras. Fue primero una casualidad y la necesidad de buscar cómo mitigar el frío lo que llevó a descubrir el fuego. Creo que Las Tunas es un bien necesario. Y, bueno, los problemas aparecen en cualquier ámbito. Se trata de encontrar los tuyos, asumirlos de manera responsable y con sentido de pertenencia para poder resolverlos. Es inigualable la satisfacción de compartir con tu gente, con los que te rodean; que las calles que caminas no solamente las conoces, sino que ellas también te conocen a ti. Es un misterio indescifrable. Creo que Las Tunas, más que todo, es mi fuente de inspiración.

—¿Cómo aceptaste asumir la responsabilidad de diputado, con todo lo que exige el hecho creativo, mantener este espacio, un centro cultural?

—Ha sido el reconocimiento al trabajo que uno hace. He averiguado con algunos colegas, y me parece que desde que constituimos nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular no ha existido un clown en ella, y también estoy casi seguro de que soy el único clown parlamentario de la democracia mundial. Lo veo también como un servicio público.

«Acepté la responsabilidad de ocupar un escaño no para ser el número 407, sino para pertenecer a una comisión como la de Cultura y debatir desde allí los problemas más serios que esta enfrenta, como la contaminación sonora, el respeto a los símbolos patrios, el impago en el sector cultural, la dignificación del artista… ¿y por qué no hacerles frente desde allí, y no solamente desde la creación, sino también desde la política? Al final la política está en todo.

«Ser diputado no es algo extra sino una consecuencia de todo lo que soy. Estos cinco años que me corresponden, en medio de una circunstancia histórica importante, asumiré mi tarea con responsabilidad, con serenidad. El tiempo siempre alcanza para todo: para ser feliz, para ser padre, para ser artista, para ser diputado.

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