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Ernesto Oliva: Para escoltar los sueños de una generación

La proyección social de la cultura desde la perspectiva de la música es una de las ideas que movilizan el pensamiento del joven pianista y compositor guantanamero, delegado al 9no. Congreso de la Uneac

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

«Hay quien al borde de un sueño solo el miedo le detiene», dice el dúo Buena Fe en una de sus canciones; pero gracias a la valentía, y por suerte para el panorama musical contemporáneo, ese no fue el caso de Ernesto Oliva, joven y laureado pianista devenido compositor.

«Es mejor arriesgarse a lo que verdaderamente deseas y no quedarse en la generación de los que hubiesen podido ser», afirma en entrevista concedida a Juventud Rebelde el novel artista, que por estos días participa como delegado en los debates y reflexiones que promueve el 9no. Congreso de la Uneac.

Son muchas las inquietudes y preocupaciones que movilizan su pensamiento. Elementos, derroteros que tuvo en cuenta a la hora de crear la música para identificar la importante cita de los artistas e intelectuales cubanos.

«Todo se originó gracias a la propuesta de Luis Morlote, vicepresidente primero de la Uneac; el maestro Guido López-Gavilán, presidente de la sección de Música; y Rubiel García, director de Comunicaciones de esa organización, quienes compartieron conmigo la idea de hacerle un nuevo arreglo a La Bayamesa, de Sindo Garay.

«Resultó una labor extraña porque, de alguna manera, logré mezclar la canción de Sindo (1918), con la de Francisco Castillo, Carlos Manuel de Céspedes y José Fornaris (1851), adecuando esa combinación a mi imagen musical».

Con esa labor, según Ernesto Oliva, trató de exponer y reflejar algunos de sus intereses en este congreso: la proyección social de la cultura desde la perspectiva de la música; las aspiraciones y sueños que tienen las jóvenes hornadas de artistas cubanos, las concepciones de nuestra sociedad actual en pos de un futuro a la altura de los tiempos, la proyección estética más exigente en las creaciones, las alianzas entre lo tradicional y lo moderno, y la defensa del patrimonio musical.

«Este será el momento oportuno para preguntarnos qué queremos para nuestra sociedad y para nuestros niños, y pensar en estrategias. Creo que los medios audiovisuales constituyen el eslabón más alto de la comunicación, y es necesario tributar, desde nuestras creaciones, al cuidado de los valores y de la identidad», asegura.

De pianista a compositor

La música corre por las venas de Ernesto Oliva. Su padre, el trovador Josué Oliva, componía canciones para que su retoño las cantara en festivales infantiles que se realizaban en Guantánamo, su tierra natal.

Con siete años sus padres lo presentaron en la Escuela Elemental de Arte Regino Eladio Boti, donde cursó la especialidad de piano. El nivel medio lo cursó en la Escuela Profesional de Música José María Ochoa, en Holguín, y luego se trasladó a La Habana para estudiar en la Universidad de las Artes, también en la especialidad de piano.

Al finalizar el tercer año obtuvo el premio Musicalia 2009 —conquistó ese reconocimiento en las ediciones de 2010 y 2011—y fue entonces cuando decidió cambiarse a la carrera de Composición.

Ha confesado a medios de prensa nacionales: «Solía escaparme de los estudios de piano básico para las clases del maestro Juan Piñera, ahí me empezó a cautivar la composición».

Para muchos, ese cambio fue una arriesgada decisión. Ciertamente sintió miedo, pero dice: «Fue la determinación más importante y valiente que he tomado en mi vida profesional y espiritual también, porque encontré una manera diferente de decir la música.

«El piano es y será siempre mi instrumento, mi forma de hablar desde diversas sonoridades. Pero hacer la música es una experiencia única, es como ver nacer algo inmortal. Actualmente disfruto más escuchar mi obra desde el auditorio que desde el escenario».

Talento, empeño y voluntad le valieron en 2012 la Beca de Creación Musical Conmutaciones, que otorga la Asociación Hermanos Saíz (AHS), por su obra Suite Sinco...pa’Changüisa, conformada por dos tomos con cinco danzas para piano, donde incluye ritmos y géneros de la música cubana (el danzón, el son, la contradanza, el changüí y el nengón) mezclados con las características y técnicas contemporáneas de la música de concierto del siglo XX.

«Era aún estudiante de Composición en la clase de mi maestro Piñera en el Instituto Superior de Arte, cuando él vio nacer cada una de las changüisas y demás changüisadas que se incorporaron en mi catálogo, me ayudó a organizarlas y a entender por qué salían esas señas guantanameras. Su guía fue vital, él es un ejemplo de Maestro de Juventudes, máxima distinción que entrega la AHS».

Con la beca llegaron también muchas oportunidades para Ernesto, pues gracias a ese quehacer el álbum Sinco... pa’Changüisa (Producciones Colibrí) logró alcanzar dos nominaciones en la edición de Cubadisco de 2019, en las categorías de Solista concertante y Notas musicológicas. El disco fue realizado junto a la pianista Lianne Vega, con el apoyo del maestro Juan Piñera y la producción de Ulises Hernández.

Actualmente Ernesto Oliva se encuentra preparando su próximo disco con Producciones Egrem, un trabajo que llevará como título Mi aldea, y que al igual que su primer fonograma es resultado de otra Beca de Creación de la AHS, en este caso la denominada Ignacio Villa.

El joven artista sigue cosechando éxitos. No se detiene en la búsqueda de aquello que lo motiva, de aquello que lo hace vibrar. Su propósito es llevar a los escenarios lo que le interesa decir, como escolta de los sueños de su generación. Su principal impulso es la pasión por la música y esa insuperable maravilla de saberse creador.

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