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La verdad de la AHS es la verdad de Cuba

La intelectual considera que la aparición de la Asociación Hermanos Saíz como novedoso proyecto sociocultural a mediados de los 80 fue oportuno e imprescindible 

Autor:

Yasel Toledo Garnache

La editora, escritora e investigadora Eloísa María Carreras Varona tiene la Asociación Hermanos Saíz (AHS) muy dentro: «siempre me sentiré parte de ella, nunca me he ido», dice con un tono que refleja su amor a una organización que vio nacer y crecer. Participó en los momentos gestacionales, repletos de sueños y retos: en el encuentro nacional entre integrantes del Movimiento de la Nueva Trova y las brigadas Hermanos Saíz y Raúl Gómez García, el 18 de octubre de 1986, en el Palacio de las Convenciones; estuvo cerca de su primer ejecutivo, y en 1989 se convirtió en su presidenta nacional, la única mujer que se ha desempeñado en esa responsabilidad.

Cuenta que se acercó al proyecto germinal de la AHS en 1985, de forma casual, cuando era una joven profesora de Estética que, proveniente de la carrera de Historia del Arte, recién se había graduado de Filosofía en esa especialidad, en la Universidad Lomonosov, de Moscú. Aquel primer contacto tuvo lugar cuando conoció a Omar Mederos, entonces miembro del Departamento de Cultura de la UJC, en el Coloquio de la Crítica Artística y Literaria, que sesionaba por esos días en el Instituto Superior de Arte (ISA).

Desde ese instante se unió a Omar, otros artistas miembros de la entonces Brigada Hermanos Saíz y compañeros del Departamento de Cultura de la UJC, para comenzar en el trabajo de promoción de los jóvenes artistas e intelectuales. Estuvo en las reuniones fundacionales del comité organizador para la creación de lo que después fue la AHS.

Ella considera que la aparición de la organización, como novedoso proyecto sociocultural surgido al calor del fogonazo cultural y artístico, protagonizado a mediados de los 80, en el escenario y contexto cubanos, fue no solo oportuno e inevitable, sino imprescindible.

«La Asociación es una alternativa necesaria, un espacio vital en el que esa joven vanguardia, además de sentirse apoyada, puede encauzar sus inquietudes y preocupaciones, las cuales no están limitadas exclusivamente al arte y la literatura de sus asociados. A su vez, la sociedad cubana, para oxigenarse adecuadamente, demanda la presencia de una organización con esa naturaleza sui géneris, en la cual se labore bajo la divisa de luchar por preservar, estudiar y promover lo más auténtico y mejor del arte joven».

Manifiesta que la dirección emergida en aquel célebre 1er. Encuentro llegó con el objetivo de dar continuidad y cohesión al amplio, diverso y fuerte movimiento artístico juvenil del país. «El laureado pianista Víctor Rodríguez fue nuestro primer presidente, y dedicó su talento a dirigir la organización. Él tenía mucho prestigio por sus reconocimientos como creador, sus premios y su expediente de oro en el ISA, era respetado por su música y valores. La inmensa mayoría de los participantes votamos por él.

«Los inicios fueron difíciles para Víctor, pues eran interminables las tareas organizativas, funcionales, institucionales y de promoción. Había que buscar solución a los problemas en cada una de las provincias, acorde con sus peculiaridades; establecer un diálogo sistemático con los responsables del resto de las instituciones y organizaciones del entramado político-cultural, que debían no solo contribuir materialmente con el trabajo de la AHS, sino comprender y propiciar la mejor consecución de nuestros objetivos».

Desde el momento mismo de su aparición, agrega, la AHS pudo realizar conciertos, exposiciones, muestras de cine, encuentros literarios y teóricos, giras artísticas y otros muchos proyectos. «Era un hervidero de creación y novedad, un espacio joven, experimental y polémico, repleto de dinamismo y vida, diverso y mágico, en el cual las insuficiencias materiales siempre encontraban soluciones».

Otro de los méritos de Víctor como presidente, subraya, fue convertir a la AHS en una gran escuela para todos los que allí sirvieron. «Trabajábamos interminables jornadas como en un taller de creación colectiva, en el que no hubo un solo acuerdo que fuera adoptado unilateralmente. Nunca en el Ejecutivo Nacional pecamos de creernos impolutos o inmunes a cometer errores».

A principios de 1989, luego de la salida de Víctor, Eloísa asumió la presidencia, y se le encargó llevar adelante la dirección de la Comisión Organizadora del 1er. Congreso —como tarea primordial de su mandato—, el cual debía celebrarse a finales de 1991 y con el que se afianzaría la institucionalización de la AHS. Aceptó el desafío con la condición de que Omar, «hombre con gran capacidad organizativa y un patriota total», fuera su vicepresidente.

Las primeras líneas de la convocatoria a ese congreso, que se discutió en todo el país, venían precedidas de aquellas hermosas palabras del Apóstol: «No hay belleza en la rigidez; la vida es móvil; desenvuelta… muelle, activa; se ha de sentir la carne; se ha de palpar el nervio en el ademán del movimiento».

Para Eloísa era obvio que la AHS necesitaba un cabal status legal, que le permitiera obtener los recursos materiales y humanos precisos para obrar con más soltura según su función social, a lo cual se le llamó «la Necesaria Autonomía». «Además de legitimar sus órganos, debíamos lograr la solución de “problemas domésticos” de infraestructura y funcionamiento, para realizar el trabajo, el cual en nuestra opinión ya era insostenible con el esquema económico que sustentaba la gestión de la AHS. Pretendíamos que el Congreso pudiera dirigir el peso de sus reflexiones acerca del papel y la responsabilidad de los jóvenes creadores en el entorno cultural de la sociedad cubana en la que estábamos inmersos».

Para que se pueda comprender mejor las dinámicas de aquel entonces, Eloísa recomienda la lectura de los artículos de Bladimir Zamora: La AHS no es una sigla tranquila, que aparece en la edición 267 de El Caimán Barbudo; ¿A qué se llama Necesaria Autonomía? y La sexta pata (coda a una mesa redonda), los cuales no solo abordan con transparencia esos temas, sino que también dejan claro que «jamás se desconoció la orientación política de la juventud comunista ni del Partido... Más allá de cualquier coyuntura, la AHS asumía el apoyo a la Revolución, al Partido y Fidel.

«Alrededor del mes de mayo de 1990, los miembros de la dirección estábamos abatidos ante tantos desafíos y ciertas incomprensiones. Fue la etapa en que un sombrío incidente involucró a quien era nuestro líder nato, vicepresidente primero y director de la Casa del Joven Creador, Omar Mederos. A partir de ese instante comenzó el peor momento por el que atravesamos, en lo personal y en lo colectivo, desde octubre de 1986. Tal parecía que no solo nadábamos a contracorriente, sino que lo hacíamos en una piscina repleta de leche condensada casi a punto de fanguito...

«A estas alturas pienso que tal vez fuimos un poco testarudos. No obstante, me siguen pareciendo lógicas las contiendas que libramos. También nosotros en el Ejecutivo Nacional debimos ser más consecuentes, maduros y autocríticos, pero estoy segura de que había talento y deseos para hacerlo mejor.

«Mi etapa como presidenta fue complicada. Me fui apenada con casi todos, aunque Omar, Blado (Bladimir Zamora) y Víctor eran mis hermanos. Había mucho pensamiento diferente, contradicciones y conflictos, que junto a fenómenos en lo social y el advenimiento del período especial, formaban un panorama muy complejo... Salí a finales de 1991, y meses después se hizo pública mi relación con Armando (Hart), a quien me unió un profundo amor para el resto de la vida».

Nacida en Las Tunas y madre de dos jóvenes, Eloísa afirma que la verdad de la Asociación es la verdad de Cuba: una historia hermosa en la que se han tenido que vencer obstáculos, siempre con amor a la creación y al país. Tres décadas después, sigue estando cerca de la AHS. «Al oír a los jóvenes hablar, verlos actuar y crear, siento que todo valió la pena. Ellos me permiten creer todavía en la AHS, que sigue testarudamente vigente y con más fuerza que nunca, ocupando su lugar en el concierto de la cultura cubana, porque aún tiene que seguir cumpliendo con su noble y decisiva misión».

Fuentes:

Conversación con Eloísa Carreras, 11 de mayo de 2021.

Intervención de Eloísa Carreras en el panel AHS: Un cuarto de siglo. Memoria y desafío, 17 de octubre de 2011.

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