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Tuxpan, un abrazo latinoamericano desde la lectura

Gestionado por el Fondo de Cultura Económica de México en La Habana, el centro cultural ofertará al público un amplio abanico de la literatura hispanoamericana

Autor:

Sergio Félix González Murguía

A veces pareciera que entre Cuba y México no existe un mar que nos separa físicamente. A golpe de solidaridad y sincera colaboración, ambas naciones se miran de frente y se reconocen orgullosas de compartir un acervo común: el bolero, el realismo mágico, las danzas folclóricas y la herencia de nuestros pueblos indígenas.

El Fondo de Cultura Económica (FCE), grupo editorial en lengua española asentado en México, con presencia en toda Hispanoamérica, que desde hace tres años lidera el escritor y periodista Paco Ignacio Taibo II, acaba de escalar un peldaño más en esa relación centenaria entre ambos países.

Tras haber jugado un papel fundamental en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, donde México figuró como país invitado de honor, el Fondo se dedicó a acometer una tarea que a priori parecía titánica. Concebir una librería en la capital cubana, en tiempo récord, y así fundar un espacio de conexión directa con los lectores cubanos, para continuar la labor de promoción de la literatura mexicana e hispanoamericana iniciada en 1934.

Desde este 9 de agosto la librería Tuxpan, ubicada en la céntrica esquina de 27 y L, figura en el paisaje de ese ir y venir de los transeúntes capitalinos y los visitantes de la ciudad y será un pretexto delicioso para acercarse a México, sus novedades literarias y algunos de sus clásicos.

Libros de Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Villoro, Juan José Arreola, Leonardo Padura; ensayos de ciencia e historia, y obras para niños están a disposición de los lectores más exigentes y curiosos en el local de 27 y L. Fotos: Lysi Del Monte

«El Fondo tenía que estar en La Habana, una ciudad de amantes de la literatura», asegura tajante Paco Ignacio Taibo II, quien en un viaje fugaz visitó la capital cubana para dejar inaugurado el nuevo espacio, arropado por las máximas instancias del Ministerio de Cultura de Cuba y por un grupo de reconocidos intelectuales de la Mayor de las Antillas, «amigos de muchos años», como afirma el propio Paco.

La dulce metáfora del nombre de la librería —en las palabras de inauguración, Paco contaba que la idea fue propuesta por el Ministro de Cultura, Alpidio Alonso—, al tiempo que evoca la gesta libertadora que concluyó con el triunfo de enero de 1959, adquiere mayor significación, pues los libros que hoy oferta el recinto cultural también llegaron a Cuba en una embarcación.

El buque ARM Huasteco, de la Secretaría de Marina-Armada de México, atracó en el puerto de La Habana en enero de 2022, cargado de libros de varias editoriales mexicanas para participar en la gran fiesta del libro cubano. De ese cargamento, un 30 por ciento se destinó a la venta en la librería de 27 y L.

Y así ha sido. Libros de Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Villoro, Juan José Arreola, ensayos de ciencia e historia, obras para niños, y también literatura cubana editada en México, como algunos textos de Leonardo Padura y otros de ediciones cubanas como El pan dormido, de José Soler Puig, están a disposición de los lectores más exigentes y curiosos.

En las primeras horas de inaugurada la librería muchos de esos textos se vendieron como pan caliente. Ahora son de la gente y probablemente algunos dormirán en una estantería, como el más preciado de los tesoros, que solo se tocan en ocasiones especiales, o pulularán de mano en mano con páginas dobladas y con ese aspecto de un texto que se ha disfrutado y vivido.

Ese es el mayor premio para quienes desde el Fondo de Cultura Económica promueven el hábito de la lectura. Gente con la vocación de servicio al lector de la talla moral de Paco Ignacio Taibo II, hace posible estos espacios.

El día de la inauguración de la Tuxpan, Paco luce satisfacción en su rostro. Sin embargo, su carácter inquieto no le permite disfrutar con tranquilidad y apenas corta la cinta para dejar inaugurado el recinto, se prende del brazo de la rectora de la Universidad de La Habana, Miriam Nicado, y juntos caminan entre las últimas estanterías de la librería.

Es fácil intuir sobre qué conversan con Tuxpan está próxima a la universidad y el Fondo aspira a que la relación con la casa de altos estudios sea directa, constante y fructífera. Exploraron títulos que más les pueden interesar a estudiantes y profesores y vieron posibilidades de publicación: un quid pro quo en toda regla.

Entonces Paco continúa con su papel de anfitrión y está al tanto de cada pormenor. Pese a que la jornada anterior ya había estado con los trabajadores de la librería afinando detalles de la pintura, la climatización y del almacenamiento de los libros, recorre las estanterías recomendando libros a los lectores, viendo la calidad de los materiales literarios, que estén en una posición correcta, es muy meticuloso. Lo observo, como cazador tras su presa, en espera de ese momento clave para hacerle algunas preguntas. Sé que es un fumador empedernido, y en algún momento tendrá que salir a fumar, como quien sale de un espacio cerrado para tomar aire.

Se aparta un poco de la multitud —es difícil, es el centro de todas las atenciones—, se recuesta a un costado de la puerta principal, enciende un cigarro Popular rojo, entonces me presento y pido permiso para preguntar. «Échalas», me dice muy solícito. Disparo.

—Tuxpan, una «librería en construcción», ¿cómo se explica ese concepto?

—En construcción estaba ayer, hoy ya tenemos librería. Es un proyecto de varios años que cocinamos con nuestro embajador en Cuba, Miguel Díaz Reynoso, y había que sortear multitud de obstáculos para llegar hasta aquí. Este punto del camino nos da mucha alegría.

«Este es un proyecto interinstitucional, recibimos el apoyo del Instituto Cubano del Libro, del Ministerio de Cultura y hubo interés de los presidentes de ambos países. Pero uno no hace librerías para mayor gloria de las instituciones, uno  hace librerías para mayor gloria de los lectores y esa es nuestra filosofía como gestores del Fondo de Cultura Económica.

«Era muy importante traer libros a Cuba, pero a precios bajos. El lector cubano ha sido castigado por todo lo que ya sabemos, durante muchos años, y si no lográbamos bajar los precios el objetivo se estropeaba. Siento una profunda admiración por los lectores cubanos, a los que he visto crecer durante años de Revolución.

«Esta es una ciudad de lectores. ¡Bendita sea! Y ojalá pronto podamos extendernos a otras zonas de Cuba, porque la lectura crea pensamiento crítico y la voluntad de ver, generar conocimientos, favorece la circulación de ideas y por lo tanto, inaugurar una librería siempre es un acto de gloria.

«Quiero destacar que seguirá siendo una librería en construcción. Veo las caras de quienes la levantaron, la pintaron, los que pusieron los libros, los que sufrimos ayer viendo que el clima habanero deshoja los libros y los abre como si fueran abanicos y entonces debimos ponerlos en pilitas para que la humedad no los abriera. Gracias, pues, a todos los compañeros libreros, a toda la horda de uniformados con camisetas del Fondo que nos acompañarán por mucho tiempo», asegura entre bocanadas de humo el escritor de textos como Ernesto Guevara, también conocido como el Che (1996) y La libertad, la bicicleta (2020).

Tuxpan se incorpora al universo del Fondo de Cultura Económica que cubre gran parte de la producción y distribución literaria hispanoamericana, a lo largo de más de 120 instalaciones diseminadas por toda Iberoamérica. Esta institución promotora de la lectura en la región ha publicado más de 10 000 obras, de las cuales cerca de la mitad se mantienen en circulación, y además cuenta con un catálogo electrónico de más de 2 000 títulos.

La nueva administración del Fondo que lidera Paco Ignacio Taibo II, a petición del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, abandera los empeños de austeridad, tolerancia cero a la corrupción y estimula la búsqueda de la mayor eficacia en la promoción, distribución y comercialización del libro en sus diferentes sedes. Consolidar una red latinoamericana entre todas las librerías que posee la institución es una premisa para quienes la gestionan.

Para Paco, la prioridad es que los libros lleguen de forma económica a los lectores, y para ello es necesaria una transportación lo menos costosa posible; oferta, pero también demanda. «Cuba estaba sufriendo un fenómeno de aislamiento muy jodido, desde el punto de vista del lector. Yo recuerdo las colas en la Moderna Poesía, cuando salían novelas de Semiónov y costaban lo mismo que una caja de fósforos, y vi las colas de 200, 300 personas.

«Ese fenómeno se rompió. A pesar del esfuerzo que ha hecho el Gobierno cubano por mantener los precios bajos, la masividad de la lectura, de alguna manera se perdió, y hay una generación que está perdiendo información y posibilidades de acceso. Entonces estamos poniendo un grano de arena para mejorar la calidad de la oferta», asegura el también fundador de Para Leer en Libertad AC, proyecto de fomento a la lectura y divulgación de la historia de México, que se mueve por las comunidades más vulnerables de la nación azteca.

Paco Ignacio conoce muy bien a los lectores y autores cubanos. Asegura que lleva viniendo a Cuba «toda la vida»; es un privilegio verlo andar por las callejuelas de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña cuando hay feria y aún no son tan lejanos esos años en que se reunía con Daniel Chavarría, Yulian Semiónov, Alberto Molina, Rodolfo Pérez Valero, Rafael Ramírez Heredia, entre otros, para hablar sobre novela policíaca, y llegaron a fundar la Asociación Internacional de Escritores Policiacos, en los años 80.

Sobre su vocación para compartir la literatura, él es categórico. «Soy socialista desde pequeñito y mis abuelos fueron anarquistas, vengo de tradición familiar populista, así que no concibo lo que hago si no es para compartirlo con la gente, tanto lo que leo, como lo que escribo.

«Leer es un acto de profundidad democrática, de libertad de pensamiento, de construcción de ideas, de crítica, de debate, y el libro es la puerta que nos abre todo esto. Bienvenidos entonces a Tuxpan. Creo que es la primera librería que lleva en su imagen un barco (el yate Granma). En otros lugares nuestras librerías hacen referencia a escritores, figuras locales, históricas. Está bien, una librería con reminiscencias a ese viaje en barco suena lo bastante exótico para estar en el corazón de La Habana».

Una librería única

Paco Ignacio Taibo II se ha rodeado de un equipo que, como él, cree en el libro como formador de una conciencia crítica en los lectores, pero también como un acto cultural que aúna otros saberes y sentidos.

Marco Barrera Bassols es uno de esos hombres que, a partir de su visión de las librerías como espacios en permanente estado de construcción, asumió el reto de diseñar el recinto del Fondo de Cultura Económica en La Habana. «Una librería no es un museo y eso lo tuvimos presente a la hora de diseñar el proyecto de Tuxpan, un lugar contemporáneo, permeado por el ingenio cubano que hace que la metáfora de la “librería en construcción” sea más evidente».

Para ese empeño convocaron a ilustradores mexicanos como Rapé y Ricardo Peláez, quienes crearon diseños para los cristales de la fachada. También se sumó el artista visual Iván González de León y la arquitecta Sandra Calvo. Pero quienes asumieron un rol decisivo fueron los arquitectos cubanos Fernando  Martirena y Anadis González, de Infraestudio, quienes llevaron a la realidad el concepto que perseguía el Fondo con esta nueva sede.

«Cada librería es única y Cuba era una sueño viejo para nosotros que nadie había logrado. Entre todas las sedes que tenemos hay algunas librerías muy sencillas, microlibrerías, hay otras que son mucho más grandes, pero cada una tiene su misterio que atrapa e invita a permanecer, y eso también lo queríamos con Tuxpan», comenta el historiador y arquitecto mexicano, quien debió trabajar con muy poco tiempo de antelación hasta la entrega del proyecto final.

Marco Barrera asegura que «es muy cómodo llegar a Cuba con este proyecto porque el lector cubano está enterado de lo que sucede con el Fondo, con nuestros títulos y preguntan constantemente. Es positivo para nuestro trabajo ver que hay diálogo, por ejemplo con Elisa Ramírez Castañeda, quien durante la feria del libro presentó dos tomos sobre la diversidad lingüística en México y realmente no pensamos que hubiera tanto interés por ese tema en Cuba: se agotó enseguida. Nuestros libros están volando».

Durante la pasada gran fiesta del libro cubano, el público apreció una muestra de lo que encontraría luego en la nueva librería. El Fondo tiene distintas colecciones que abarcan desde la historia, los libros infantiles, las ciencias, el ensayo, la literatura clásica y contemporánea.

La colección Vientos del pueblo ofrece libros pensados para aquellos que no poseen fácil acceso a la lectura, a precios muy bajos, y contiene más de cien títulos. Marco Barrera, que además es el coordinador de Vinculación Internacional del FCE, comenta que actualmente trabajan para incorporar títulos a la colección Popular, donde aparecen libros de Federico Mastrogiovanni, Alexander Beck, Sergio Galindo, Alejandro Dumas, John Reed, entre muchos otros. Asimismo, destaca que cuando empezaron a gestionar el Fondo tenían muchos libros de ensayos sobre literatura, pero poca literatura, por tanto pretenden ampliar ese catálogo.

Otro hito importante en la labor del FCE en los últimos tres años ha sido la colección 21 para el 21. «Se hicieron 2 100 000 ejemplares de libros que tienen que ver con los 200 años de la independencia, 500 años de la conquista y 700 de la fundación de Tenochtitlán, exclusivamente para regalarlos a los lectores, tanto de México como de otros países, así como para hacer donaciones a instituciones públicas. En ese contexto se hizo esta colección con dinero proveniente del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, que es dinero fruto de incautaciones al narcotráfico, la corrupción y otros delitos. Fue una idea del presidente Andrés Manuel y la trabajamos».

Para Marco Barrera el reto que sigue a la inauguración de la librería en La Habana es mantener la oferta. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

Se trata de 21 títulos, de autores tan representativos de la cultura mexicana como Octavio Paz, Rosario Castellanos, Guadalupe Dueñas, Josefina Vicens, Elena Poniatowska, Alma Guillermoprieto, entre otros. Precisamente, Marco Barrera fue el encargado de donar algunos de esos ejemplares a escuelas y bibliotecas en la Mayor de las Antillas, así como se realizaron regalos a los lectores cubanos durante la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana. «El encargo del presidente Andrés Manuel ha sido que hagamos del Fondo una institución nueva, más integrada, relacionada con el libro. Sería un equivalente al Instituto Cubano del Libro, capaz de velar por la edición, distribución, promoción, trabajo social.

«Nuestra campaña es por una “República de lectores”, porque en México el libro era tan caro, que había mucha gente que no podía tener acceso. Ahora hay una política que permite bajar el precio, tener programas de fomento de la lectura, crear una red de librerías que funcionen bien y a nivel internacional, integrar todo el Fondo en la diversidad, en la complejidad de cada país, con economías diferentes, políticas diferentes. Al Fondo no le interesa el cliente, nos interesan los lectores. Nos interesa ser una institución que ayude al fomento de la lectura».

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