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Cuba es uno de los mejores países para filmar en el mundo

Mariano Llinás vuelve a la Mayor de las Antillas para presentar, por primera vez, en la fiesta del séptimo arte, la película Los colonos, en la que actúa, y su documental Clorindo Testa

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

A Mariano Llinás le encantaría hacer una película en Cuba y sobre Cuba. «Más de una vez lo he pensado, pero no sé si me dan las uñas de guitarrero todavía para ello». Pero si alguien le ofreciera la posibilidad, confiesa que desea hacerla sobre Wifredo Lam. «Es de los cinco pintores más importantes del mundo del siglo XX. Ahí estaría Cuba también».

En realidad, dice, todo comenzaría en los majestuosos jagüeyes de ciertos parques de Miramar en La Habana y, desde ellos, desplazaría la trama hasta Lam. «No están muy distantes del creador esos árboles. Verlos es como encontrarlo a él y sería una manera de abordar a Cuba en uno de mis filmes, con todo lo demás».

Basta solo esa imagen para tener la certeza de que este cineasta argentino (director, guionista, productor, actor) coquetea todo el tiempo con lo poco común, lo irreverente, lo profundo, lo aparentemente pequeño, lo polémico, lo irónico, tal vez, lo «raro».

En su filmografía aparecen referencias que nos confirman lo pensado, como su ópera prima Balnearios (2002), catalogada como un documental poco convencional; Historias extraordinarias (2008), de cuatro horas de duración; y La Flor (2018), reconocida como la película más larga de la historia del cine argentino,  con 14 horas de extensión, coronada como la mejor en el 20mo. Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. Por ello y más, mientras permanecía sentado en una silla «falsamente cómoda», ninguna de sus respuestas a las preguntas hechas por esta reportera y dos colegas más (otra cubana y una chilena) fueron predecibles. En lo más mínimo.

Llega Llinás por primera vez al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en esta edición 44 por ser parte del elenco y colaborador del guion de la cinta Los colonos. Antes se le mencionó mucho por ser coguionista del filme Argentina 1985 (película exhibida en la edición 43 del evento) junto a su director Santiago Mitre. Además, es frecuente su presencia en el país porque imparte clases en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, como también lo hace en la Universidad del Cine de Argentina, de donde egresó.

«Cuba es uno de los mejores países para filmar en el mundo. Es extraordinariamente perfecto para el cine. Cuando Lam regresó de París, aún maravillado por las luces de esa ciudad europea, encontró la maravilla en esta tierra. No digo que existan comodidades burocráticas para rodar una película, pero en términos visuales, estéticos, el color, la luz… uno pone un plano y se arma de manera natural en este país, como no sucede fácilmente en otros».

Los colonos es la candidata chilena a la mejor película internacional en los Premios Óscar 2024. Fue elegida para la inauguración del Festival este año. ¿Qué representa el hecho de ser presentada en este certamen en Cuba?

—Las películas se encuentran con un público y eso es lo importante para mí. El público cubano es particularmente interesante. Vive en condiciones extraordinarias, difíciles, y cuando aparecen ciertas cosas les otorgan importancia y las viven con extrema intensidad. Se ve que aquí al público le importan más las cosas como el cine, es muy apasionado. Como siento este lugar cada vez más como una casa, es como mostrarle la película a mis amigos. Eso me emociona.

«La película habla de la colonización de la Tierra del Fuego, quizá uno de los últimos lugares que el hombre blanco colonizó. Es realmente un lugar que merece el epíteto del fin del mundo porque es muy remoto. La matanza del pueblo selknam (hoy uno de los pueblos indígenas reconocidos por el Estado) es un episodio triste de la historia chilena. Se hace una denuncia en el filme sobre el asunto, pero no siento que ese sea el único tema de la película.

«No soy el director, pero, desde mi visión, considero que más bien se muestra que la colonización es un sistema, y este filme pone en jaque la idea de alguien que va desde Santiago de Chile a hablarles
de las matanzas a los que viven allí. Se incluye esa mirada juiciosa, pero al mismo tiempo se le da voz a los dos bandos, pudiéramos decir. La película está del lado del funcionario del Gobierno, pero deja hablar a los “malos”. Muestra a todas esas personas que defendían sus intereses, aunque como sabemos los pueblos originarios del sur son los que pagan las consecuencias.

«Sin embargo, pensar que la película es solo una denuncia de las matanzas es perder la ambición del filme, que no es más que intentar comprender cómo un territorio empieza a formar parte de una nación que antes le era ajena a él. Entonces, si tuviera que describir la película, no sabría enunciar una certeza. Muestra hechos y eso es suficiente. Vean Los colonos».

—¿Fue un reto asumir a Francisco Moreno?

—Es un personaje muy conocido, muy popular en mi país. El Perito Moreno, como se le dice, es muy nombrado en Argentina y algunos creen, incluso, que su nombre es Perito, pero es Don Francisco Pascacio Moreno y fue un sabio. En una época él se ocupaba de todas las ciencias, como la botánica y la geografía, y se dedicó a la etnografía, al estudio de campo de los pobladores del sur. Visitó las regiones patagónicas y sus pobladores.

«Realmente fue un personaje inquieto, simpático y fue quien peritó, enviado por el presidente Roca, el límite entre Argentina y Chile, que es más ficticio que real. Me dieron el personaje y me inventé uno que se pareciera un poco a mí y al mismo tiempo no. Me resultó muy interesante hacer un personaje de ficción basado en uno real, tan apegado al imaginario argentino».

—Concursa en esta edición del Festival con su documental Clorindo Testa, que no es realmente sobre este pintor y arquitecto argentino, sino sobre un libro de su padre, Julio Llinás, sobre él...

—Sucede que me encargan hacer una película sobre
Clorindo y tuve que decidir si hacerla sobre el importante representante de la arquitectura brutalista en mi país o sobre el gran amigo que fue de mi padre. ¿Podría acaso hacer una película que no incluya los afectos con mi familia?. Mi hijo se llama Pedro Clorindo. Así que este hombre estaba en mi vida aun antes de hacer esta película. Es realidad y es ficción, es mi visión, es una provocación.

—Premios, reconocimientos, festivales…

—Yo hago cine. Es a lo que he consagrado mi vida. Ahora trabajo en una biografía filmada, no con actores, sobre la vida de Jorge Luis Borges. Tengo otros proyectos también porque soy a la antigua. Disfruto fungir como guionista, productor y actor, pero mi corazón está en las películas que he hecho y que ha hecho El Pampero Cine, el grupo al que pertenezco. A las películas que he hecho les he dado mi vida.

«Me enorgullecen los reconocimientos, pero honestamente no pienso en esos términos. Defiendo el cine y está en un momento difícil, bajo muchas amenazas, no solo de la televisión sino también bajo la de encontrar nuevas formas de financiamiento, la de lidiar con públicos diferentes y con la desaparición de las salas de cine, por ejemplo.

«El éxito solo lo veo como un elemento que favorece la existencia de las películas, más allá de una cuestión personal. Claro que deseo que a mis filmes les vaya bien, pero, si pienso en el éxito, más bien lo veo como una campaña a largo plazo para que el cine siga existiendo. No tiene que dar soluciones el cine, ni siquiera proponerlas. Mostrar los conflictos y hasta su belleza puede ser contradictorio, pero ahí radica su esencia.

«Me encanta que todas mis películas y en las que participo se vean en Cuba. Conozco bastante bien este país y me interesa la respuesta de su gente. Justamente la gran diferencia de este Festival con otros en el mundo es que hay muchos cubanos, y eso me importa».

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