Vuelta al hogar, último fonograma de Víctor Rodríguez. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 27/05/2025 | 08:40 pm
En el universo de la música cubana, donde se entrelazan lo clásico y lo popular, el pianista Víctor Rodríguez emerge como un artista que trasciende lo convencional. Su más reciente obra, Vuelta al hogar, galardonada en la categoría de Solista concertante en los premios Cubadisco 2025, no es simplemente un disco: es un viaje al corazón de la identidad cubana, un diálogo íntimo con la nostalgia y un homenaje a los sedimentos culturales que definen lo que significa ser cubano.
Este fonograma, que reúne piezas de grandes compositores como Manuel Saumell, Ignacio Cervantes y Ernesto Lecuona, va más allá de lo auditivo. Como señala la musicóloga Miriam Escudero en las notas discográficas, «Vuelta al hogar no remite a un lugar físico, sino a un retorno a los nutrientes espirituales que configuran nuestra identidad profunda». En este trabajo, el pasado deja de ser un mero recuerdo para convertirse en una presencia viva, en una pertenencia cultural que late en cada nota.
Un viaje al centro de la cubanía
Para Víctor Rodríguez, este proyecto es el resultado de dos décadas de maduración artística. No se trata de una selección arbitraria, sino de una cuidadosa curaduría emocional. Cada una de las 32 piezas que integran el disco —desde Recuerdos tristes hasta Adiós a Cuba— funciona como una ventana a atmósferas compartidas, a estados del alma que trascienden el tiempo.
«Volver no es pisar la tierra conocida, sino encender la emoción desde el recuerdo», explica Escudero. Y es precisamente eso lo que logra Rodríguez: revivir esos sedimentos del ser colectivo que modelan una forma singular de sentir, de nombrar, de cantar el mundo desde el lenguaje cultural.
La danza: memoria viva de un pueblo
Las danzas cubanas del siglo XIX, eje central de este disco, son mucho más que simples composiciones musicales. Son relatos en miniatura, poesía hecha sonido. Títulos como Ilusiones perdidas o La mulata no solo evocan melodías, sino también emociones universales: el suspiro, la pregunta sin respuesta, la despedida que duele, pero también libera.
Rodríguez, con su lenguaje sutil y equilibrado, logra que cada nota resuene como un gesto cultural. Su interpretación nos transporta a los salones decimonónicos, donde el piano era el narrador de historias cotidianas, de picardías y lirismos que hoy forman parte del ADN de la nación.
Técnica y alma: el equilibrio perfecto
Víctor Rodríguez, con varios lauros internacionales, entre los que resalta el Concurso Tchaikovsky de Moscú, es heredero de una tradición pianística cubana ilustre, se formó bajo la influencia de maestros como Frank Fernández, quien a su vez bebió de las enseñanzas de Margot Rojas y Alexander Lambert. Esta genealogía se percibe no solo en su técnica impecable, sino también en su capacidad para fusionar el rigor académico con la espontaneidad de lo popular.
En Vuelta al hogar, el pianista demuestra un dominio exquisito de la microdinámica, esos matices casi imperceptibles que dan vida al fraseo y convierten cada danza en una experiencia íntima. Obras como Los ojos de Pepa o La Tedezco no solo son fieles a la partitura, sino que capturan el humor, la sensualidad y la melancolía inherentes a estas piezas.
Un disco que habla al corazón
Rodríguez confiesa que este proyecto ha madurado durante 20 años, y se nota. La selección de las piezas no respondió a un criterio musicológico estricto, sino a la emoción que evocan sus títulos. Este enfoque intuitivo —casi curatorial— permite que el disco fluya como un relato coherente, donde cada danza es un capítulo de una misma historia: la de un regreso imposible, pero necesario.
En piezas como Vuelta al hogar o Soledad, el artista logra transmitir una melancolía que, lejos de ser paralizante, se convierte en un paradigma de resistencia cultural. Como alguna vez señaló el maestro Salomón Mikowsky, las danzas de Cervantes son la clave para entender la cubanidad. Rodríguez lleva esta idea más allá: su interpretación no solo revela los tópicos y ritmos característicos de la música cubana: los universaliza.
Vuelta al hogar es un disco que habla al pasado, pero también al presente. En un mundo globalizado, donde las identidades culturales a menudo se diluyen, este trabajo sirve como un recordatorio de que la memoria —aunque frágil— es más real que la geografía.
Víctor Rodríguez, con su arte del detalle y su profunda conexión emocional con el repertorio, nos invita a bailar con los dedos y con el alma. Este disco es un regalo para quienes creen que el pasado no se mide en cronología, sino en resonancia afectiva. Un regreso, en definitiva, a lo que nunca debimos dejar ir.