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La beldad de una dama treintañera

Andamiaje mayúsculo por el que han pasado decenas de miles de corredores cubanos y extranjeros, desde experimentados, incipientes o simple y llanamente aquellos cuya voluntad les pedía ser partícipe de una carrera de largo aliento, sin pensar en lugares o en llegadas a la meta

Autores:

Mabel Sánchez Torres
Javier Rodríguez Perera

Mariela González, Emperatriz Wilson, Jorge Luis Suárez y Richer Pérez han sido auténticos dioses del Proyecto Marabana/Maracuba. Un espectáculo deportivo y popular que ha vencido calendarios sucesivamente, ha capeado temporales, es una merecida marca de nuestra cubanía y este 19 de noviembre estará celebrando su aniversario 30, con la frescura y el arrojo de aquel 1987, que significó la aurora de una iniciativa con visos duraderos.

Andamiaje mayúsculo por el que han pasado decenas de miles de corredores cubanos y extranjeros, desde experimentados, incipientes o simple y llanamente aquellos cuya voluntad les pedía ser partícipe de una carrera de largo aliento, sin pensar en lugares o en llegadas a la meta.

Un proyecto rebosado de momentos perdurables, como la visita a Cuba de los padres de esa viva inspiración que es el desaparecido canadiense Terry Fox, la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro en la carrera por los niños en 1988 en la Plaza de la Revolución, y la premiación realizada por él a los vencedores de la media maratón de la primera Olimpiada del Deporte Cubano en 2002.

Esos momentos son relatados por Carlos Gattorno Correa, director general del Proyecto Marabana/Maracuba, quien ve en cada instante de esta obra, tan suya como de muchos, elementos motivacionales para proseguir fantaseando con la constante superación, con la búsqueda de propósitos que aunque rayen en lo difícil, él sabe que están al alcance de las manos, siempre y cuando el deseo sea una realidad.

Carlos indica que el Proyecto se oficializó en el año 2008, como consecuencia de un proceso de perfeccionamiento y la necesidad de crecer, de que se convirtiera desde la base en un movimiento de carreras populares que posibilitara un escenario adecuado para que los interesados pudieran tener la oportunidad de contar en todos los municipios con un evento de esta magnitud. Tiene como incentivo fundamental ofrecer un ambiente idóneo que garantice a los participantes las condiciones óptimas para su seguridad, además de atenciones médicas y técnicas para desarrollar esa actividad de una forma confiable y masiva.

Aunque el Proyecto incluye numerosas carreras entre las que destacan la Terry Fox, la del Día Olímpico y la dedicada a Nelson Mandela, creemos que no existen dudas al afirmar que Marabana es el referente con más adeptos. El directivo recuerda que comenzó como la media maratón de La Habana en 1987 y tres años después se organiza la tercera edición y la primera maratón, las cuales han ido evolucionando significativamente en cuanto a la cantidad de participantes, la organización, la infraestructura y la sustentabilidad.

Gattorno es todo júbilo y satisfacción, cuando habla de ella. Es como si fuera una hija más, alquien a quien ama y nunca olvida, en las verdes y en las maduras. Afirma que desde sus inicios se ha celebrado ininterrumpidamente, incluso durante tiempos complejos como los del Período Especial.

Marabana tiene el récord de no atrasar una arrancada en su historia, dice el funcionario, y muestra de ello es que todas inician cuando Radio Reloj marca la hora. Los voluntarios sincronizan su reloj con la emisora y son capaces de estimar el desarrollo del recorrido, aunque se encuentren en el kilómetro 20.

En 1987 corrieron 287 andarines extranjeros aproximadamente. Esa cifra en la actualidad es irrisoria, si se analizan los más de 1 740 individuos inscritos hasta la fecha, de 112 países. Como asegura uno de sus más fieles organizadores, esa cifra récord solo es superada por la cantidad de exponentes internacionales que arrastraron dos grandes eventos multideportivos celebrados en la Isla, como fueron los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1982 y la cita continental de 1991.

Coincidimos que una joya de Marabana es su circuito, riguroso pero en extremo atractivo. Es un tour de más de dos horas —o menos— en el que se aprecia la beldad de monumentos, parques, hoteles y sitios con altas dosis de historia y continuo remozamiento, además de una pasarela como el malecón, que casi obligan al turista o al cubano a detenerse y cámara en mano regalarse una instántanea ante cualquiera de esos lugares seductores.

Carlos Gattorno, director del Proyecto Marabana/Maracuba.

Es el único evento de su tipo que no ofrece premios en metálico y su prestigio se ha plasmado en numerosas revistas internacionales que resaltan el respeto por el participante, la atención constante de los voluntarios, el cierre de las calles para tamaña competición y actividades culturales paralelas que informan sobre nuestro folclor.

Categóricamente Carlos expresa que el secreto que ha mantenido a Marabana —que posee un circuito oficial certificado por la Asociación Mundial de Maratones y la IAAF— con una salud envidiable descansa en el enorme ejército de voluntarios que tienen. Con pasión responde que cuando se trabaja por amor y con amor, como lo hacen todos ellos, mañana, tarde y noche de fines de semana o días feriados, se aprecia claramente el fruto y no hace falta mendigar esfuerzos.

«Para tener eventos grandes hay que estar preparados en grande y contar con una cultura organizativa que pasa por los detalles más mínimos. El crecimiento de Marabana seguirá progresivamente, año tras año, y tengo la seguridad de que se insertará entre los mejores maratones del mundo», concluye.

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