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La universidad es el futuro

El joven librista Reineri Andreu, campeón mundial sub-23, conversó con JR acerca de sus resultados, la formación profesional, la familia, y un poco más

Autor:

Enio Echezábal Acosta

A simple vista parece un muchacho más, pues su estatura y constitución no lo presentan como el personaje intimidante que muchos se imaginan al pensar en un luchador. En el entrenamiento se le ve esforzarse, y aunque habla poco, de lejos se nota que poca falta le hace impresionar. Reineri Andreu tiene 19 años y ya es campeón mundial sub-23, pero eso no le basta para confiarse.

Yayabero de nacimiento, el joven monarca de los 57 kilos tiene a Mijaín López, Yowlys Bonne y Reineris Salas como ejemplos, y de ellos admira sobre todo la entrega, el sacrificio diario y la disciplina. Al recordar la contienda mundialista de Polonia, la emoción es inevitable.

«Era mi segunda competencia internacional, después del Panamericano de ese año. Fue un torneo fuerte, en donde choqué con rivales de gran categoría. Eso me sirvió para recolectar muchas enseñanzas, y  también me confirmó la tremenda preparación que hay que hacer para mantenerse en el máximo nivel».

Actualmente cursa el segundo año de la licenciatura en Cultura Física, y aunque el deporte es importante, tiene claro que el estudio tiene, cuando menos, la misma relevancia.

«La universidad es una forma de complementar todo lo que nosotros aprendemos sobre el colchón. Allí nos enseñan de biología, de métodos de entrenamiento, y de otras muchas materias que podemos aplicar a la hora de transmitir nuestro conocimiento a las nuevas generaciones.

«Como la vida deportiva es tan corta, creo que la universidad es la mejor vía para continuar vinculados a este mundo, y ahí veo mi futuro. El día en que mi carrera se termine, tengo el deseo de convertirme en profesor para transmitir mis experiencias a los luchadores, y así ellos puedan darle a Cuba muchas medallas».

Luego de palpar el éxito, cree que la confianza puede ser un enemigo. Es consciente de que lo mismo aquí en la Isla que más allá de sus fronteras, los rivales tampoco descansan.  

«Aquí en Cuba tengo buenos competidores como Alexis Álvarez, por ejemplo, que cada día me llevan a entrenar más duro para mantener mi nivel. Igual sé que tengo que seguirme preparando, porque otras potencias como Rusia, Irán, Japón y Estados Unidos exhiben un gran nivel, y sus atletas cuentan con más posibilidades de ganar experiencia».

Más allá de todo, para él la clave está en el esfuerzo que se demuestre en el combate.

«Soy de la idea de que la victoria y la derrota no son tan importantes como luchar con todo lo que uno tiene. Gane o pierda, tiene que ser con mi mejor esfuerzo. No me puedo quedar con nada dentro».

Cuando habla de sus entrenadores, no duda en otorgarles una buena dosis de paternidad a su trabajo, y declara sentirse más que contento cuando puede darles una alegría. 

«Están con uno todo el tiempo, se preocupan por todo lo que nos pasa, sufren cuando uno pierde, y cuando ganamos es lo más grande. Creo que les debo mucho, y por eso cuando un resultado sale, uno se siente feliz por la familia y por los amigos, pero siente que ese momento también es de ellos».

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