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Final inglesa en Estambul

Dos equipos de la Premier League discutirán el título de reyes de la Liga de Campeones de Europa, para ratificar la conjetura de que actualmente el inglés es el mejor certamen del mundo

 

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

El fútbol, bien lo sabemos a estas alturas, es una ruleta que da vueltas y vueltas. Si hace algunos años todos cuestionábamos el descenso competitivo de los clubes ingleses en Europa, toda una rareza habida cuenta del poderío económico de este torneo, aupado por cuantiosas ganancias en derechos televisivos, hoy el cursor apunta en una línea totalmente opuesta.

Hace un par de temporadas los inventores del balompié, al parecer hastiados de puestos secundarios, volvieron a plantar bandera y, decididos a recuperar su rol protagónico, retomaron su lugar en fases decisivas y amenazan con reinar una vez más en los dos principales circuitos del Viejo Continente: la UEFA Champions League y la Europa League.

Pero valdría la pena, por el caché del torneo, centrar las miradas en la final de la Champions, cuyos dos contendientes ya afilan los colmillos para asistir a Estambul, sede del partido definitorio, en la mejor de las condiciones, tras sortear con solidez el organigrama previo y gracias a proyectos futbolísticos igualmente contrapuestos.

El Manchester City, victimario en ronda de semifinales esta semana del PSG, ha erigido su gen ganador en certámenes ligueros y de Copa durante los últimos años en base a una notable fortaleza financiera, avalada por acaudalados dueños y el manido pero certero poder de sus «petrodólares».

En duelo de «clubes Estado» ante el PSG, con una interesantísima batalla táctica entre Pep Guardiola y Mauricio Pochettino, los «citizens» han conseguido por fin asistir al cónclave determinante por la Orejona tras años y años de despilfarros y proyectos más o menos fallidos. Ante los franceses fueron superiores y pasaron el trance sin demasiados sustos.

Guardiola es un tipo contradictorio: vilipendiado por unos y amado por otros, no es ni el inventor del fútbol ni un técnico más que aprovecha las ventajas de su plantilla. Si algo no puede negarse del catalán es que sus equipos juegan bien (entiéndase por esto que compiten en cualquier circunstancia y no que ganan la posesión de la pelota) y siempre aspiran a todo.

En Pep el City ha encontrado al hombre idóneo para seguir una línea vencedora a largo plazo, tras rozar la gloria con otros como Pellegrini o Mancini, quienes reinaron a nivel local, mas quedaron a deber en Europa. No obstante, un fracaso en la final echaría por tierra todo el trabajo previo. De los segundos lugares, dicen, nadie suele acordarse.

La presencia del Chelsea, por otra parte, constituye una sorpresa mayúscula. Pocos al inicio de temporada hubieran apostado un duro por el equipo que dirigía entonces Frank Lampard, ni siquiera con el ambicioso mercado de fichajes veraniego y mucho menos tras el despido de la leyenda blue y la llegada de Thomas Tuchel al banquillo de Stamford Bridge.

Sin embargo, la irrupción del técnico alemán ha dotado de solidez al conjunto londinense, construyendo un equipo muy rocoso en el campo a partir del perfeccionamiento del sistema defensivo y la consecución de un bloque compacto que potencia el talento de sus figuras y funciona con precisión digna de natación artística.

Con este panorama, el duelo está pactado para la arena de Estambul. Irreverencia frente a estabilidad. Londres frente a Manchester. Tuchel frente a Guardiola. Un campeón frente a un gigante que quiere serlo por vez primera.: Solo una cosa queda clara: el partido promete.

 

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