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Cazadores de trampa en el deporte (+Fotos y Video)

Cuba trabaja integralmente para que no haya casos de dopaje en su delegación olímpica. Ningún tratamiento contra la COVID-19 contiene sustancias nocivas

Autor:

Norland Rosendo

La pandemia mundial de la COVID-19 puso pausa el año pasado al deporte y también hubo un parón en el cada vez más riguroso trabajo antidopaje. El Laboratorio Antidoping de La Habana vive por estos días previos a los Juegos Olímpicos un intenso ajetreo procesando muestras.

El silencio que rodea la instalación y sus pasillos interiores, no es igual dentro de los locales donde un colectivo muy profesional hurga en cada examen para que ninguna sustancia ilegal se le escape.

Cada vez resultan más sofisticados los intentos de hacer trampa para ganar competencias deportivas y con ellas apropiarse de jugosas ganancias. El desmedido mercantilismo, en contra del espíritu olímpico, ha llegado a poner en riesgo la salud de los atletas y a otros los ha matado. Así de duro, un mal duelo de vida contra dinero.

Aquella lista original de sustancias prohibidas en el deporte de los años 80 del siglo pasado que no pasaba de cien, no solo se mantiene vigente, sino que ha engordado desmedidamente, y ahora no son solo fármacos los utilizados para aparentar lo que no se es. Crece el doping genético (capaz de modificar los genes de los atletas), el sanguíneo y hasta el tecnológico, aunque este último no entra en la jurisdicción de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).

Si hay investigación y ciencia acompañando a los infractores y a todo el entramado mercantil que saca su buena tajada de semejante corrupción, del otro lado se pone también mucho talento, inteligencia y voluntad para pescar a los dopados, aunque como dice Rodny Montes de Oca, director del Laboratorio Antidoping de La Habana, la lucha contra el dopaje es igual que contra las drogas, el sida o el hambre, genera más gastos que ingresos, financieramente hablando. Su ganancia se calcula en salud, bienestar y juego sano.

De los 35 laboratorios antidoping que había en el mundo, quedan 27, entre ellos el cubano, único que tiene que lidiar además contra el dopaje político del Gobierno de Estados Unidos, cuyo cerco económico, comercial y financiero contra la Isla impacta en su gestión.

Rodny explica que los controles para la acreditación anual son muy severos; «los organismos encargados del proceso no creen en bloqueo ni nada de eso, si no cuentas con la tecnología exigida y los recursos para cada proceder te retiran el aval. Desde 2003, que fuimos habilitados, hemos conservado el crédito durante 18 años seguidos», argumenta.

Disponen de equipamiento moderno, de punta, y eso ha implicado gastos adicionales, pues la mayoría de las trasnacionales que los producen están en poder de Estados Unidos, y sucede lo mismo con los reactivos y otros productos imprescindibles. «Hemos llegado a lugares donde tradicionalmente comprábamos algo y nos han dicho, lo sentimos, ustedes son los únicos a los que no podemos venderle más, porque ahora somos propiedad de una firma estadounidense y ellos lo prohíben», comenta.

El experto subraya que en Cuba el trabajo contra el dopaje no se enfoca solo en el evento deportivo, hay un programa nacional que permite hacer entre mil y 1200 controles anuales a la población atlética. Desde que están en los juegos escolares se practican estos análisis para que los futuros atletas vayan adquiriendo cultura del juego limpio.

«Ahora vienen los Olímpicos, una vez que concluyeron los Panamericanos de Lima en 2019 se inició la preparación para Tokio y a la par activamos también nuestro sistema, pero este es un ciclo excepcional a causa de la pandemia. Fue un 2020 prácticamente perdido, y eso implica que aumente la severidad, previo a la magna cita estival».

El experto descarta que los medicamentos incluidos en los protocolos para combatir el virus SARS-CoV-2 produzcan dopaje. No hay ninguna vacuna con esos efectos ―enfatiza― aunque aclara que la AMA indicó que si apareciera algún atleta positivo en un control y demuestra que el producto fue empleado durante su tratamiento a la COVID-19, se exonera de responsabilidad. Lo primero es la salud, ese es un principio inviolable, subraya Rodny, uno de los cuatro cubanos que estarán trabajando en Tokio durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.

«El que hayamos sido invitados entre los 85 profesionales de todo el mundo convocados es un reconocimiento a nuestro trabajo», y recuerda que antes estuvieron en los Panamericanos de Río de Janeiro 2007 y Guadalajara 2011, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014 y en los Olímpicos pasados.

Los atletas, insiste, son los principales responsables de cualquier incidente con una sustancia nociva. Saben lo que pueden consumir y lo que no, además están al tanto del modus operandi con que los rivales los pueden inducir a doparse. No deben aceptar ni siquiera agua de pomos abiertos ni pastillas para un dolor ni un caramelo o chicle para la ansiedad.

Rodny asegura que se ha hecho todo el esfuerzo posible por parte de la Organización Nacional Antidopaje y el Laboratorio Antidoping para garantizar la limpieza de la delegación deportiva que acudirá a la capital nipona.

La voluntad política del Estado cubano y de nuestro movimiento deportivo es promover valores humanos, que los atletas lleguen bien preparados a las competencias y ganen por sus méritos, y no ayudados por trampas. Esa es una medalla de oro que deseamos ver colgada siempre en el cuello de la Patria.

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