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Cuba tiene un Gran Maestro tímido

En 2022, Dylan Berdayes ganó la última edición del torneo Internacional Andrés Clemente Vázquez. También completó su tercera norma de Gran Maestro para convertirse así en el número 47 en la historia del ajedrez cubano

Autor:

Javier Rodríguez Perera

A los pocos segundos de conversación, vía telefónica, Dylan Berdayes me interrumpe y me confirma lo que ya sabía. Es un joven tímido, con verdadera aversión a las cámaras y a las entrevistas presenciales. Por suerte, yo estaba preparado para esa jugada anunciada del ajedrecista y rápidamente le riposté, más bien para calmarlo, con la posibilidad de realizar el diálogo vía WhatsApp. Esa opción fue balsámica para él e ipso facto aceptó, mucho más tranquilo. Fijamos día y hora y llegada la ocasión todo salió de maravillas.

El habanero le cuenta a Juventud Rebelde que en su vida ha tenido historias muy divertidas relacionadas con su miedo escénico. Como aquella en la enseñanza preuniversitaria, que se aprendió todo de carretilla para un examen de Biología y en el momento de exponer se le olvidó lo memorizado. Desprenderse de esa timidez le ha sido imposible, por ello su nerviosismo es tan grande cuando se enfrenta a una cámara o a algún objeto de grabación. Intentaré por todos los medios huir de los periodistas en las competencias, asegura con una ligera risa.

El motivo fundamental que me impulsó a desear entrevistarlo fue que a finales de octubre de 2022 ganó la última edición del torneo Internacional Andrés Clemente Vázquez, efectuado en La Habana, y a la vez completó su tercera norma de Gran Maestro (GM), para convertirse así en el número 47 en la historia del ajedrez cubano. Cerró su actuación de manera invicta, con acumulado de siete puntos (cinco triunfos y cuatro empates) y ganancia de 12 unidades para su coeficiente Elo en vivo.

«Este fue un certamen de sistema cerrado, por lo que desde el primer día sabía los rivales que tendría y la cantidad de puntos que debía sumar para completar la norma restante: siete de nueve posibles. Gracias a eso más o menos me planifiqué. Vencí en las dos primeras partidas, entablé en las dos siguiente, luego recuperé el camino del triunfo con tres éxitos consecutivos y terminé con par de igualadas, rendimiento que me permitió llegar a las siete unidades necesarias.

«Convertirme en GM ha sido muy importante para mí, es una meta que tenía desde niño y la cumplí. Como me decía un gran amigo, GM se es una sola vez. Tras conseguir este propósito, tengo como objetivos obtener el título absoluto de Cuba,otro de mis sueños de la niñez, e integrar el equipo olímpico antillano. Veremos cuál de los dos ocurre primero», dice Berdayes.

Explica el trebejista de 24 años que en 2018 cumplió su primera norma de GM en el Memorial Internacional Capablanca. Luego pasó por un proceso en el que se percató de la necesidad de contar con una economía que le permitiera ayudar en su casa y poder pretender participar en competencias en México y España, países que organizan numerosos eventos cada año. Se puso en función de ello mezclando entrenamiento y trabajo y logró insertarse en circuitos de ambas naciones, aunque quedó medianamente satisfecho con los resultados.

Entre marzo de 2020 y marzo de 2022 su concurso en torneos presenciales prácticamente se detuvo. En meses de la Covid-19 por su cabeza pasaron varias cosas. Incluso, aunque con cierta timidez, pensó en dejar el ajedrez. Pero un día recibió una excelente propuesta de trabajo, que aceptó sin darle muchas vueltas.

Comenzó a entrenar a la pinareña Yerisbel Miranda, campeona nacional en 2017 y miembro del conjunto olímpico femenino de la Isla. Dicha responsabilidad lo motivó a mantenerse preparado y a organizar clases exigentes, al tener Miranda un nivel elevado. Ese rigor profesional le funcionó a él como antesala para obtener muy buenos desempeños el pasado año, incluidas su segunda (tras ganar el circuito catalán en España) y tercera norma de GM.

—En un momento de la conversación dijiste que te enamoraste del ajedrez bien temprano.

—Mi hermano mayor tenía un tablero de cristal muy lindo en la casa, que mi padre le compró en la tienda de Carlos III. Eso me despertó el interés por el ajedrez a los siete años, pero como un juego más. Recuerdo que en la Primaria existía un salón muy pequeño con varias losas y a nosotros, cuando tocaba la Educación Física, nos utilizaban como si fuéramos piezas. Cada uno tenía que identificar a una pieza, la mía era un alfil y debía moverme como tal. Un tiempo después apareció un profesor captando alumnos para enseñarles más elementos del ajedrez luego de las clases. A partir de ahí, no sé cuándo, me enamoré de este deporte.

—Entre las metas que tienes está ser campeón absoluto de Cuba, pero ya disfrutaste un título nacional, en la categoría juvenil.

—No cabe duda de que ese primer lugar está entre los momentos más importantes de mi carrera deportiva. El título lo logré en mi quinta o sexta visita a San Nicolás de Bari, un sitio que era como mi segunda casa. Después de cada ronda andaba en short y chancleta, iba y me tomaba un batido, me sentía como si estuviera en mi zona, aquí, en Lawton. Entrené cantidad para esa competición que ocurrió en 2015. Perdí la primera partida, pero luego me repuse y terminé, creo, con acumulado de 7.5 puntos de nueve. En ese municipio también gané el Nacional escolar tres años antes, allí la suerte estaba conmigo.

—Igual, en 2015, te llegó tu primera oportunidad a un evento en el exterior, el Campeonato Panamericano juvenil efectuado en Colombia. Ganaste tus cuatro primeras partidas, pero luego tu rendimiento se vino abajo prácticamente. ¿Qué ocurrió?

—En onceno grado conocí a dos personas muy especiales, Caridad y Oscar, periodista de Tribuna de La Habana. Ellos me ayudaron económicamente para poder acudir a ese torneo y Caridad, incluso, viajó conmigo a Cali, la sede. Fue una experiencia muy bella y a la vez un poco amarga, porque me presioné mucho. Cuando llegué me hicieron una entrevista, ya sabes que no me gustan las entrevistas, y me presionaron al decir que yo era el favorito. Eso me descolocó, no entendía cómo yo era el favorito cuando estaba compitiendo por primera vez fuera de Cuba.

«Comencé con victorias en mis cuatro primeras partidas, pero en la quinta, ante uno de los principales aspirantes al título, el argentino Tomás Sosa, se me fue algo de tonto y perdí. Tras esa derrota llegaron tres más seguidas y solo pude recuperarme al final, con unas tablas. Ya te digo, fue una gran experiencia, pero la presión me “mató”, acabó conmigo».

—¿Cómo surgió la oportunidad de ser entrenador de Yerisbel Miranda, una de nuestras mejores jugadoras? Un gran mérito a tus 24 años.

—Esa propuesta de trabajo me llegó porque conozco bastante de aperturas. Mi contrato inicial fue de organizarle a ella su repertorio de aperturas. Eso fue en julio de 2020, en medio de la pandemia, y mi primera reacción fue decir que no, no me gustaba ser entrenador. Sin embargo, lo conversé con algunos amigos y en ese tiempo recuerdo que yo y mi hermano estábamos leyendo unos libros sobre economía. Todo eso me hizo entender que era una buena oportunidad y no debía desaprovecharla.

«Pero, quizá, el punto clave fue que yo soy un poco vago para los entrenamientos y ser preparador de Yerisbel me iba a obligar a estar encima del ajedrez, en vez de estar viendo series o perdiendo el tiempo. Estaría comprometido con ella, a preparar las clases, a estar actualizado de mi deporte. Esas razones me motivaron a aceptar.

«Esta faceta de entrenador me ha permitido ver el ajedrez de una manera diferente. A veces tengo la computadora de mi lado y tengo que explicarle a mi alumna el porqué de muchas jugadas o el motivo por el que la computadora sugiere determinada cosa. Vas a la base de esta disciplina, algo que a veces olvidamos. Eso me ha pasado también en mi vida cristiana. Ajedrecísticamente me refiero al desarrollo de las piezas, la seguridad del rey, las piezas más activas».

—¿Qué te pareció todo este escándalo alrededor de Carlsen y Niemann?

—Realmente no me empapé mucho sobre esa situación. Sé lo que sucedió, existen muchos videos, pero como es algo que no aporta mucho a mi vida, no me interesé lo suficiente. No obstante, como bien se sabe, Niemann sí hizo trampas de manera online y eso lo convierte en un tramposo. Por otra parte, le doy el beneficio de la duda de que no haya cometido trampas de forma presencial, como él dice.

«Hasta que se compruebe lo contrario, me parece muy bien que haya acusado a Carlsen, a Chess.com, a Nakamura. Ellos le hicieron una especie de bullying. Le retiraron de torneos, le realizaron revisiones superestrictas, y eso puede afectarlo. Niemann es un jugador muy talentoso y la famosa partida contra Carlsen yo la analicé y no me pareció que haya hecho trampas. Veremos qué dicen las pruebas».

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