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De Berlín a Londres

Adolfo Hitler y su camarilla utilizaron los Juegos Olímpicos de 1936 como vitrina de propaganda para su régimen nazi, casi en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Tras 12 años de interrupción por el conflicto bélico, la cita volvió por sus fueros, esta vez en la capital inglesa

Autor:

Juan Morales Agüero

Adolfo Hitler y su camarilla utilizaron los Juegos Olímpicos de 1936 como vitrina de propaganda para su régimen nazi, casi en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Asistieron 58 países, más que en cualquier otra cita hasta ese momento. La llama olímpica viajó 3 187 kilómetros durante 12 días, desde Olimpia hasta Berlín, en tramos de relevo cubiertos por 3 331 voluntarios. La ceremonia inaugural resultó muy vistosa, y la música oficial fue compuesta por el gran Richard Strauss. Los deportistas alemanes marcharon haciendo el saludo nazi.  En Berlín debutaron los grandes emporios de la información, sobre todo la televisión, que emitió señales en circuito cerrado. James Naismith, el creador del baloncesto, hizo el salto inicial en el estreno de este deporte en el programa olímpico. En las pruebas de equitación, tres caballos se lastimaron sus patas  y debieron ser sacrificados. Cuba no asistió a esta edición, y, por América Latina, Argentina ganó un título en boxeo y se impuso en el polo  ecuestre. La gran figura de estos juegos fue el afronorteamericano Jesse Owens, quien se agenció las medallas de oro en los 100 metros planos, los 200, el relevo 4 por 100 y el salto de longitud. En la ceremonia de premiación del salto largo, Hitler abandonó su palco para evitar estrecharle la mano al negro que había derrotado al favorito alemán y a la cacareada supremacía aria. La tabla de medallas la encabezó ampliamente Alemania, con 101 medallas, seguida por Estados Unidos (57). Los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 quedaron grabados en la célebre  película Olympia, que la directora Leni Riefenstahl, simpatizante del régimen nazi, grabó desde un dirigible.

Londres, Inglaterra, 1948

Tras 12 años de interrupción por causa de la Segunda Guerra Mundial, los Juegos Olímpicos volvieron por sus fueros, esta vez en la capital inglesa. Fue una competición múltiple austera, en una ciudad aún semidestruida por los bombardeos nazis. No hubo villa olímpica, por lo que los atletas se alojaron en cuarteles y las medallas fueron de hojalata… El mal clima provocó que los dos últimos eventos programados tuvieran que efectuarse en la noche, iluminados por las luces de los carros. Cuba acudió con 55 atletas, y ganó una presea de plata en yatismo clase Estrella, con Carlos de Cárdenas y su hijo. Nuestro Rafael Fortún clasificó para la final de 100 metros planos, pero no tomó la arrancada porque la pista solo tenía seis carriles y él era el séptimo. Para sorpresa de todos, el argentino Delfo Cabrera ganó la maratón, en tanto sus compatriotas Pascual Pérez y Rafael Iglesias se titulaban en boxeo. También treparon a lo más alto del podio el jinete mexicano Humberto Mariles Cortés y el corredor jamaicano Arthur Wint. La holandesa Fanny Blankers-Kohen fue la más laureada, al ganar en 100, 200, 4×100 y 80 metros con vallas. Ella pudo alcanzar otros tres títulos en salto alto, salto largo y pentatlón, pero por entonces no se permitía competir en más de cuatro eventos. El húngaro Karoly Takacs ganó en pistola libre tirando con la mano izquierda, luego de que unos años antes una granada defectuosa le destrozara su mano derecha, con la que era un campeón. El fondista checo Emil Zatopek, oro en 10 000 metros y plata en 5 000, inició la carrera que lo llevaría a conocerse como «La locomotora humana». Los juegos de Londres 1948 fueron liderados por Estados Unidos, con 84 medallas, seguidos de Suecia y Francia respectivamente.

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