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Sarah sigue esperando el puente

Sarah M. García sigue esperando, en su casa en Cojímar, que concluya la reparación del puente que une a esa localidad con el reparto Alamar. De vez en cuando se asoma, soñando que algún día salvará el breve trecho de la desembocadura del río.

El sueño de Sarah es el de muchos en Cojímar y Alamar, que a diario utilizaban el puente desde 1994, cuando el zapato apretó de verdad, desaparecieron las guaguas y se aislaron muchos barrios de la capital. Pero fue ella quien me escribió: el pasado 28 de julio, esta columna acogía su preocupación por la irregularidad y paralización de las labores de reparación del puente. Preguntaba por qué se desactivó el mismo si no tenían todas las condiciones para repararlo. Y se cuestionaba por qué suspendieron los botes que, entre ambas orillas, transportaban a los necesitados y remedaban la labor del puente.

Al respecto, y con fecha 11 de septiembre de 2006, me responde Felipe Oscar Díaz Ruiloba, director del Grupo de Inversión de Viales y Coordinador de las Redes Técnicas, quien califica la misiva de la señora como «una crítica merecida ante la cual ofrecemos disculpas».

Aclara el funcionario que el puente, construido en 1994, ha sido objeto de reparación y mantenimiento en dos ocasiones anteriores. Precisa que la actual obra es una reparación capital para la sustitución de elementos con avanzado estado de corrosión y deterioro. Se pensó iniciarla a fines de 2005, pero no fue posible hasta julio pasado, por no contar de forma permanente con la grúa indispensable para ello.

Los nuevos elementos del puente se depositaron en la contigua base de pesca de Cojímar a finales de junio pasado, y el 3 de julio, se comenzó a desactivar y sustituir los antiguos; al tiempo que se decidió garantizar el traslado de las personas con dos embarcaciones de la base de pesca.

«El 5 de julio, agrega, se retira, con carácter imprevisto y temporal, la grúa contratada por Obras Marítimas a TRANSCEL, por roturas en la misma, lo que originó la paralización de la obra por más de un mes». Redes Técnicas y el Consejo de la Administración Municipal gestionaron otro equipo sin, resultados. Al fin, la grúa de marras reinició sus labores en los primeros días de agosto.

Apunta Díaz Ruiloba que el 4 de agosto se suspendió el servicio de los botes, «por no contar con la seguridad y autorización de los organismos pertinentes, asunto que fue comprendido por los riesgos a que se sometía a los pasajeros». Ya se había asegurado por la Empresa de Ómnibus Urbanos un servicio de «trompo» de Cojímar a Alamar para aliviar la crisis durante la inversión, el cual ha tenido irregularidades organizativas y de control.

«Desde el reinicio de la obra, señala, la ejecución de la misma ha estado afectada fundamentalmente por roturas de la grúa, y por las mareas altas, que no permiten avanzar en menor tiempo el trabajo, afectaciones que se mantienen en estos momentos».

El director reconoce que en esta tarea han fallado la información, el control y la exigencia con mayor sistematicidad, y asegura que tales problemas subjetivos deben disminuir con los actuales chequeos permanentes.

Agradezco la respuesta, pero vale preguntarse cuándo retomará fuerzas la obra del puente. Sarah y muchos pobladores de Cojímar siguen asomándose a la ribera con vagos rumores y mucha impaciencia. Desde la orilla de Alamar, ídem. Son solo unos pocos metros como para estar tan distanciados.

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