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Lecciones de un viaje a las cavernas

Con el título Viaje a las cavernas, publiqué el pasado 21 de enero la denuncia de Félix Alioska Hernández, acerca de lo que vio la noche del sábado 6 de enero en un ómnibus de Santa Clara. Él relataba la indisciplina social que protagonizaron en la guagua estudiantes del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Pedagógicas Pedro María Rodríguez, de esa ciudad, de vuelta a su escuela luego de fugarse para presenciar un juego de béisbol.

Ahora responde Dayamí Rodríguez, directora del centro, quien señala que a raíz de lo revelado se investigaron los hechos. Se entrevistó a los estudiantes implicados, al equipo de profesores de guardia, al custodio de la entrada de la escuela y al chofer del ómnibus. Por lo que señala, no se realizó la comprobación también con el denunciante, Félix Alioska, que hubiera sido esencial.

Dayamí ratifica que los estudiantes fueron sin autorización al juego de béisbol, abordaron el ómnibus y muchos de ellos no pagaron. Los alumnos confirmaron que, al llegar a la escuela, le pidieron al chofer que apagara las luces. Y, dice la directora, «se verificó que los alumnos no caminaron por encima de los asientos, no se sentaron en las ventanillas y mucho menos se subieron al techo del ómnibus».

Reconoce que «hubo irresponsabilidad, negligencia e indolencia por parte del equipo de guardia. Y el jefe del mismo y ninguno de sus integrantes, a pesar de conocer a fondo los hechos, informaron de la incidencia». Y señala que «se tomaron varias medidas y acciones donde están implicados todos los organismos y organizaciones del centro, para lograr una influencia educativa en el joven que necesitamos en estos tiempos... En cada grupo, en la asamblea de afiliados y en el núcleo del Partido se realizaron discusiones y reflexiones a partir del artículo publicado».

Afirma que «es lamentable que hechos como estos sucedan en centros como el nuestro, donde formamos a las futuras generaciones de educadores que hoy tanto necesitamos, y que dentro de pocos años estarán frente a un grupo de alumnos siendo ellos los educadores». Agradece lo publicado, pues «nos permitió ver algunas fallas en la organización y funcionamiento del centro», pero a la vez considera que «no influye positivamente que este hecho se haya reiterado tres veces en la prensa».

Valoro la respuesta y el reconocimiento de Dayamí sobre lo lamentable de esas conductas en jóvenes que se forman como profesores. Pero, desafortunadamente, la investigación no corroboró, con el denunciante, aspectos esenciales. Félix Alioska afirmaba que sintió pasos sobre el techo del ómnibus y luego vio con sus propios ojos cómo algunos de los jóvenes se lanzaban desde el mismo. Incluso, según Félix, el chofer le aseguró que había contado 14 muchachos bajándose del techo.

Al margen de palabras cruzadas, lo esencial es el saldo aleccionador del suceso. Solo discrepo de la directora cuando percibe como algo negativo la denuncia del mismo y su posterior debate y análisis. Si tuvo segunda y tercera parte fue porque polemicé, en tono respetuoso, con una lectora indignada por la revelación, cuya opinión reflejamos a pesar de que nos hacía serias acusaciones.

Esta vez segundas, terceras y cuartas partes sí han sido buenas... para quienes, sin ser profesores, pensamos que la honesta disección de un problema es la mejor pedagogía.

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