Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Excursión al disgusto

Muchos cubanos disfrutan estos días de las instalaciones turísticas, de igual a igual con el visitante foráneo; y elogian la calidad del trato y el servicio. Por eso duele lo sucedido a Roberto González (Calle 17, entre M y N, edificio Focsa, Vedado, La Habana), en una excursión de Cubanacán de un día a Varadero, destino Plaza América.

Refiere él que reservó para el 23 de julio con su familia. Tal como le indicaron, llegaron antes de las 6:30 a.m. al punto de recogida de 25 y D, en el Vedado, para abordar el ómnibus. Pero ya pasada la hora, se preocuparon. Una guía, que también aguardaba allí, llamó a la agencia y les informó a los viajeros que había enfermado el chofer al cual correspondía el viaje. Debían localizar a otro, pero no demoraría… Lo cierto es que partieron a las 8:40 a.m.

El guía del bus que los recogió, apodado Tito, apenado, se disculpó por la tardanza, aclarando que no era responsable del incumplimiento. Consistía, según él, en que el ómnibus previsto para la excursión se encontraba en taller, y este en el que ya viajaban a Varadero, había sido sacado del mismo, pues se encontraba con el aire acondicionado defectuoso. Por no existir más guaguas, se unieron los grupos de Plaza América y Villa Tortuga.

Al fin llegaron a Varadero. Pasaron primero por Villa Tortuga, a dejar a los de ese destino. Allí permanecieron más de 30 minutos, pues debido a la falta de capacidad del sitio no aceptaban a dichas personas. Tito llamaba y hacía las gestiones pertinentes. Pero al final, por una mala coordinación, esas personas no pudieron quedarse allí, y tuvieron que sumarse al grupo de Plaza América, después de haber esperado todo ese tiempo. Arribaron a las 12:15 p.m. a Plaza América. Ya a esa hora optaron por almorzar, pues, con tantos inconvenientes, el bus no había hecho ninguna parada en el camino.

Cuando Roberto reservó el viaje, el menú tenía una oferta optativa variada: pollo, carne de cerdo, comida italiana y carne de res. Pero la realidad era otra: no había carne de res y el cerdo eran unas masitas que, por su volumen y cantidad, no saciarían ni a un niño. Había arroz frito, con granos de diferentes colores y un gusto rancio a comida vieja. El postre eran dos galletas de chocolate. Y ni café pudieron tomar, pues la máquina se encontraba rota.

Los viajeros solicitaron que, dados los inconvenientes y el tiempo perdido, los recogieran  más tarde de la hora de regreso estipulada. Y el guía les informó que ese ómnibus tenía que salir a hacer otros recorridos previstos y debía llegar a la base a tiempo. Como debían recoger a otros clientes en Villa Tortuga, el regreso, que según la oferta es a las 5:00 p.m., se realizó a las 4:30 p.m., lo cual acortó más el escaso tiempo de disfrute en Varadero.

Pero les quedaba otra acre sorpresa: el aire acondicionado no funcionaba, estaban herméticamente cerrados y sin ventilación. El chofer trató de hacer algo, y dijo que de tres ventiladores solo uno estaba trabajando. Pero este no podía ni climatizar ni ventilar el ómnibus, pues antes de salir ya se encontraba con desperfectos.

Roberto esgrime el número de folio del comprobante de la reservación, el

OF-3901831, y precisa que el ómnibus era el 235. Con razón, exige que sean indemnizados, «pues nada de lo convenido al pagar el servicio se cumplió. Fueron demasiadas la falta de respeto y la mala atención al cliente».

Además de la indemnización, sería saludable que Cubanacán respondiera por qué tanta desorganización, imprevisiones e improvisaciones con esos turistas.

Al final, una buena noticia para el roquero Jorge Rodríguez, de la capital, quien el pasado 11 de agosto lamentaba aquí la rotura del aire acondicionado del Maxim Rock, la meca de ese género musical en Cuba, y el peligro de que el Brutal Fest no pudiera comenzar el 18 de agosto. Ese mismo día, con la agilidad y la responsabilidad que les falta a muchos, me escribía Max Yuris Ávila, la directora de la Agencia Cubana de Rock, para señalar que ya estaban arregladas las tres máquinas de aire del Maxim, «gracias al esfuerzo de sus trabajadores, que sienten gran compromiso con el centro y con el movimiento roquero cubano». Ese mismo día, agregaba, se reiniciaba la programación del centro, y el 18 arranca el Brutal Fest.

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