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¿Y los vulnerables?

En tiempos difíciles y carenciales, abogo por todo lo que les facilite la vida a las personas vulnerables, y por ello secundo la inquietud de Alberto Jorge Chinique, residente en Avenida 1ra. no. 4602, esquina a 46, Miramar, municipio habanero de Playa.

Cuenta él que hace unos días, le comunicaron a su mamá, una señora de 65 años que vive sola en el municipio  de Playa, que en la tienda La Copita eliminaron la cola diferenciada para ancianos y demás personas vulnerables.

Dado lo que entraña hacer colas para alimentos hoy, por la situación del país, Chinique considera «de muy pocos valores y lógica, quitar la de los vulnerables y personas mayores, quienes tienen desventajas sociales en muchos sentidos; sobre todo porque también afectan a quienes realmente trabajamos y no tenemos tiempo para esas colas».

Añade que el Gobierno municipal de Playa no ha dado una clara respuesta a esa medida, y lo peor es que no existen medios digitales para reclamarle, aunque realmente uno puede ir personalmente, pero algunos tienen el tiempo limitado también. Y necesitan esos medios digitales para presentar la inquietud y recibir una respuesta, concluye.

No es la primera carta que, desde la capital, recibimos aquí censurando el hecho de que se haya eliminado la cola diferenciada de los vulnerables. Y considero que debía mantenerse, previos diagnósticos rigurosos en los barrios, para los verdaderamente vulnerables y que además no tienen alguien más en sus familias que puedan dedicarse a las colas, capitalizadas por los coleros revendedores.

¿Cuáles medidas?

El pasado 23 de noviembre, desde Playa, La Habana, Carmen R. Panizo Villares narró el laberinto de trámites desde que su esposo falleciera en el IPK el 27 de septiembre por COVID-19: Allí le recogieron el carné de identidad del finado y le dieron la tarjeta de Servicios Necrológicos, con el nombre, fecha de fallecimiento y causa, funeraria y el Registro Civil correspondiente, con tomo y folio.

De ahí, fueron a la funeraria Moderna de Luyanó, donde informaron que allí recogerían los restos, tras su cremación en Santiago de las Vegas. Y les indicaron que solicitaran en el Registro Civil de Boyeros el certificado de defunción.

Esa odisea, decía, comenzó el 18 de octubre. Le dijeron que fuera a recogerlo el 27 de octubre. Fue y no estaba. Que fuera el 8 de noviembre. Fue y no estaba. La próxima fecha fue el 16 de noviembre, lo mismo. Fue a la funeraria e informaron que lo habían cremado en Berroa, que fuera al Registro de Guanabacoa. Allí le dijeron que no estaba, que tenía que ser en Boyeros. Ya no sabía qué hacer.

Y responde Galia Torres Pérez, especialista de Atención a la Población de la Dirección Provincial de Justicia de La Habana:

«La solicitud de certificado de defunción realizada por la usuaria, se realizó en el municipio de  Boyeros con el mencionado tomo, pero ciertamente se encontraba la información en los libros del municipio de Guanabacoa con el tomo 19 folio 88 de dicho Registro. Esto se debe a que le cambiaron el crematorio a última hora por parte de Servicios Necrológicos, lo que ocasionó la desinformación de los usuarios y la desactualización de la tarjeta, constatando que aún aparece en blanco el folio solicitado.

«El Registro del Estado Civil de Boyeros se entrevistó con el solicitante, hermano del fallecido, ya que la señora Carmen Raquel Panizo Villares nunca acudió al Registro, donde él mismo expresó por escrito su conformidad con la respuesta de la queja.

«Además, nos comunicamos vía telefónica con la usuaria promovente de la solicitud, la que refirió que ya contaba en su poder la certificación. Por nuestra parte se están adoptando medidas disciplinarias y administrativas con los funcionarios implicados», concluye.

Agradezco la respuesta, y ante las irregularidades e incumplimientos del sistema de Registro Civil con esa familia, hubiera sido más transparente que se especificaran las medidas disciplinarias y administrativas que se adoptaron con los responsables. Qué trabajo cuesta que se informe.

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