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La casa, al terminar la obra

El pasado 27 de marzo desde Remedios, Villa Clara, Walquiria García Espinosa mostró aquí su gratitud por las atenciones del Estado con su hija de 18 años, que sufre lesión estática del sistema nervioso central, con atrofia hipocampal bilateral, cuadriparesia espástica, hipoacusia severa bilateral, epilepsia sintomática generalizada e irregularidad en el centro termorregulador. Además, insuficiencia respiratoria crónica que implica desde hace casi tres años acoplarse a un ventilador para poder vivir.

«A lo largo de sus 18 años —dice— tanto ella como yo hemos recibido mucha ayuda del país. Ha estado ingresada en salas convencionales y de cuidados intensivos. Soy madre trabajadora cuidadora con mi consiguiente chequera. Tenemos subsidiada la corriente eléctrica. El oxígeno llega a la puerta de la casa y contamos con un panel solar de respaldo. El país compró, además, el ventilador mecánico domiciliario para mejorar su calidad de vida. Estoy eternamente agradecida».

Añadió que viven en una casa lejos del hospital de Remedios, en malas condiciones: Se filtra el cuarto de la niña, e impide que la madre duerma a su lado, como reza el protocolo de paciente ventilado. Las visitaron autoridades de Remedios, y tienen otorgada una casa en construcción. Pero, una vez más, no va a concluirse en 2022.

«Sé que el país está dando muestra una vez más de su humanismo, dice, y les está comprando casas a las madres con tres hijos menores o más, lo considero un acto noble y lo aplaudo. Y pido que valoren casos como los de mi niña. Tener tres hijos es una opción, y tener un hijo enfermo no se escoge. Te toca». Y añade que se propuso al Intendente comprar una casa a la niña, y este planteó que no procede.

«Desconozco los mecanismos, dice, y si Remedios necesita ayuda del nivel central para resolver esa problemática. Lo que sí sé es que mi niña ventilada a través de traqueotomía vive en un cuarto que cada vez que llueve hay que llenarlo de calderos con la consiguiente humedad, en un ambiente hermético con aire acondicionado. No quiero ser reiterativa, pero estoy agradecida eternamente. Confío en que si mi país le compró a mi niña un ventilador valorado en más de 10 000 dólares, va a encontrar solución a su problema de vivienda», concluía.

Responde Belkis Delgado Cáceres, directora de Prevención Social del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que, según informan las Direcciones Provincial y  Municipal de Trabajo, ese núcleo es protegido por la Asistencia Social desde 2005. Recibe prestación monetaria de 4 100 pesos, equivalente al último salario devengado como trabajadora, para mantenerse al cuidado de su hija. Se les subsidia el consumo eléctrico y tienen servicio de oxígeno sistemático. Les otorgaron un panel solar de respaldo y el ventilador mecánico por Salud Pública, para mejorar la calidad de vida. Recibieron sábanas, fundas, toallas y módulo de inducción; y además  el servicio telefónico.

Añade que, según la Dirección de Trabajo municipal, la solicitud de Walquiria se basa en la necesidad de una vivienda, presentada al Consejo de la Administración Municipal y a la Dirección municipal de Vivienda. La obra está en ejecución para la reparación de la casa, y se entregará cuando se culmine.

Pide que la ayuden

Maite Del Rey Anaya (Francisco Delin 63, Songo la Maya, Santiago de Cuba) es  madre de siete niños —uno de ellos con asma bronquial—, con quienes vive en dos habitaciones de madera, que se moja por dondequiera, en pésimo estado.

Es una persona enferma, operada cinco veces. Ha sufrido dos infartos y dos paros cardíacos. Lleva más de cuatro años pidiendo ayuda para la construcción de una vivienda. Hace un año le dijeron que aparecía en el plan para la construcción de su casa. No le  han hecho el plano, ni la han visitado para informarle.

«He ido varias veces a Vivienda, afirma, y la Directora no me atiende. La respuesta que me manda con la recepcionista es que tengo que esperar. He ido varias veces al Gobierno municipal buscando al Presidente y al Vicepresidente que atiende la Construcción. Y el CVP y la recepcionista tal parece que son autómatas. La respuesta que dan es que no están o están reunidos. Sin embargo, me he puesto en una esquina a esperar y salen como si estuvieran preparados para no recibir a nadie.

«No he recibido ayuda de ningún tipo. El único salario que entra en mi hogar es el mío. Y no he sido bien atendida en mi municipio ni en la provincia», concluye.

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