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Siguen los problemas con el plato fuerte

El pasado 14 de junio, desde Aranguren 469, entre Millar y Agustín García, Regla, La Habana, Manuel Montero González, septuagenario jubilado adscrito al comedor Alejandrina del Sistema de Atención a la Familia (SAF) para vulnerables, denunció que en esa unidad y otras de su tipo en el municipio, ya hace tiempo se presentaban en el servicio irregularidades, agravadas en cuanto al plato fuerte del menú.

El 12 de junio, ejemplificaba, solo dieron arroz blanco, calabaza hervida y un pan. Hay bloqueo, el presupuesto del Estado es limitado, y lo que oferta el SAF es adicional a la canasta básica, decía. No obstante, añadía: «¿Es un problema objetivo insoluble; o subjetivo por falta de gestión, organización, exigencia o indisciplina laboral?... En la tercera edad no todos los ancianos cuentan con familia que los apoyan económicamente, y lo ofertado por el SAF representa para ellos la garantía para su nutrición».

Nunca se recibió aquí respuesta al respecto. Y el pasado 24 de noviembre, Montero volvió a escribir, apoyado por otros ocho ancianos adscritos al SAF Alejandrina, para señalar  que a raíz de lo publicado, lo visitó la técnica de Atención a la Población, en representación del consejo de dirección de Comercio y Gastronomía, quien le explicó que a las unidades del SAF de Regla se les envía lo que en el municipio se recibe para ellas, por lo que no estaba en sus manos darle solución a su demanda, solo explicarle.

Ante ello, persiste Montero en que del 16 de octubre al 15 de noviembre recibieron de plato fuerte, considerando almuerzo y comida, cinco huevos, dos fricasés de pollo, tres veces arroz con pollo y 13 raciones de croquetas (que nadie cree que contengan proteína). O sea, solo un 38 por ciento de las raciones del mes. Y consumieron 35 raciones de potaje, generalmente judías, pues las 25 restantes eran de chícharos duros, o simplemente no había potaje.

Refiere que el pan suave que se les daba como desayuno ya no se les distribuye desde que se anunció la dificultad con la harina de trigo. Sin embargo, indica, la Cadena del Pan sita en la calle 24 de Febrero vende pan a cinco pesos, cuatro por persona, y pan de molde a 25 pesos.

«¿Se pueden vender estos panes “no normados” a quienes pueden hacer la cola, cuestiona, pero no es posible reintegrarles el pan retirado a los ancianos vulnerables, de  los cuales el Presidente Díaz-Canel se preocupa tanto? ¿Qué puede responder la entidad que le suministra a Comercio y Gastronomía de Regla los alimentos para los SAF, sobre las causas de la falta de platos fuertes en las raciones de los ancianos vulnerables acogidos a este sistema?», concluye.

Hay daño, y no responden ni explican

Desde la ciudad de Matanzas, Gonzalo Bueno Gutiérrez relata que el pasado 20 de octubre irrumpió un alto voltaje en su casa, que causó daños en un televisor, una computadora, un microondas, dos ventiladores y cuatro protectores de electricidad. Y al otro día llamó a la Empresa Eléctrica. Se presentaron seis días después, previa insistencia de Gonzalo. Se subieron al poste y comprobaron que el cable estaba averiado y el que hace tierra, suelto. «Esa fue la causa de la subida de voltaje y los daños causados a mis equipos», afirma.

Ese mismo día, Gonzalo ya había entregado la relación de los equipos quemados en la oficina de Daños a la Propiedad, y le indicaron que ellos tenían que hacer una visita para comprobar los daños. Los problemas con el voltaje continuaron, añade, y en la segunda ocasión le dañaron otro televisor y un ventilador.

El 2 de noviembre Gonzalo llamó de nuevo a la Empresa, y se presentó un funcionario. Midieron y comprobaron que había alto voltaje. Subieron al poste y corroboraron que el cable estaba en mal estado. Sustituyeron cables de la acometida. Y hasta ahora no han ocurrido más incidencias.

«El 26 de octubre, acota, entregué la información en la Oficina de Atención a la Población, y hasta este 26 de noviembre nadie se ha personado ni siquiera para darme explicación. Ellos poseen todos mis datos, además de la relación de mis equipos afectados. Los equipos más necesarios los repararon técnicos particulares a un costo de 8 000 pesos.

«Esa oficina debía llamarse Mala Atención a la Población, por falta de ética, preocupación e irresponsabilidad. Si no poseen medios y recursos, al menos deben dar explicaciones a los afectados», dice Gonzalo desde su hogar, en calle 146, No. 12904, entre 129 y 139, reparto Reynold García, Matanzas.

 

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