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De excelencia

 

Desde el municipio capitalino Arroyo Naranjo, Arlet Payrol Pérez escribe para elogiar públicamente lo que considera como una labor excepcional del colectivo de trabajadores de la Notaría La Palma, en ese territorio.

«Recientemente, miembros de mi familia y yo realizamos unos trámites en dicha institución, afirma, y frente a la percepción general que a veces se tiene de los trámites notariales, nuestra experiencia fue todo lo contrario: un ejemplo de eficiencia, profesionalismo y calidez humana».

Refiere que allí combinaron la agilidad y precisión en la resolución de su caso, con una paciencia, amabilidad y buen trato sobresalientes. Así, la actitud servicial no solo facilitó el proceso administrativo, sino que transformó lo que podría ser una gestión estresante en una experiencia positiva.

«En un mundo donde es más común señalar lo negativo, manifiesta, consideramos un deber reconocer y valorar el esfuerzo y la dedicación de quienes, desde sus puestos de trabajo, sirven al público con verdadera vocación de servicio. El equipo de la Notaría La Palma es un digno ejemplo de ello», concluye.

De maltratos

Aldo Francisco Morales Arzola, con 67 años, peritado por enfermedad cardiovascular, operado del corazón y débil visual, por poco se infarta al intentar comprar sus medicamentos.

Relata que tras dormir toda una noche en el portal de la farmacia de la Avenida de Tarafa, en la localidad avileña de Morón, para adquirir tres de los medicamentos que toma para el corazón, sufrió ese síndrome tan común y fortuito del maltrato.

El primer encontronazo fue a la hora de entrar, con un portero, quien después de cruzar palabras con él, lo amenazó con darle un trompón.

Después, en el mostrador, cuando le estaban despachando sus medicamentos, él descubrió que solo le entregan un blíster de diez tabletas de Dinitrato de Isosorbida, cuando él tiene prescritas 180 al mes.

Cuando reclamó a la administradora, esta le comunicó que solo le pertenecían dos blíster, y la dependiente le trajo el segundo. Y observando el vale de despacho, Aldo detectó que tenía puesto un medicamento que él no consume y pagó.

Al reclamar su derecho, añade, tuvo que soportar que la dependiente lo tildara de problemático. Sí, problemático por reclamar sus derechos como consumidor.

Al llegar a su casa, Aldo comprobó que no le habían despachado uno de sus medicamentos habituales. E inconforme con los dos blíster, se dirigió a otras farmacias de Morón, para comprobar la entrada del Dinitrato de Isosorbide.

En una le dijeron que le pertenecía la mitad de su tratamiento (nueve blister). En otra que cuatro. Y al indagar su hija en la Dirección Municipal de Salud, le informaron que le correspondían dieciocho pastillas; lo que apenas le alcanza para tres días del tratamiento.

¿Cuál será la verdad entre tantas contradicciones?

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