Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La honra de la Revolución

 

«El cubano verá en este proceso que el patriotismo debe estar hermanado con la virtud, que no basta con ser patriota, hay que ser también buen ciudadano», afirmó el mayor general Máximo Gómez al disponer que Roberto Bermúdez López, general de brigada del Ejército Libertador, fuese sometido a consejo de guerra.

La actuación de Bermúdez había sido calificada de vandálica. Por donde quiera que pasó, junto a un proceder heroico, cometió tropelías y crueldades sin cuento. Llegó incluso a ordenar que un antiguo amigo fuese macheteado en su presencia. A eso se sumaron acusaciones de traición por firmar pases para territorios enemigos, hurto y sacrificio de reses y caballos, y hasta deshonra a la Revolución.

El consejo no lo encontró culpable de los delitos de hurto y traición, pero lo condenó a muerte por sus crímenes. Antes debía ser degradado. Como el acto de degradación no se efectuó, Roberto Bermúdez murió como general. Por órdenes de Gómez, el pelotón de fusilamiento lo formarían miembros de la propia escolta de Bermúdez, que lo adoraban, y, como ninguno de los generales presentes en el Cuartel General aceptó mandarlo, Gómez debió hacerlo él mismo.

Escribe el General en jefe en su Diario; entrada correspondiente a 12 de agosto de 1898:

«Se ejecutó la sentencia de muerte contra el brigadier Roberto Bermúdez. Este fue un hombre valiente. Cuando la invasión a occidente se distinguió y durante la campaña que sostuvo el general Maceo en la provincia de Pinar del Río adquirió hasta fama y celebridad, pero era un hombre manchado de crímenes, era un asesino y un ladrón. Todo eso se fue acumulando poco a poco, a pesar del torbellino de la Revolución, hasta que llegó la hora y fue acusado de una manera formal ante la justicia y ella le impuso el castigo que merecía».

Mala fama

Era sin duda, como dice Gómez, un hombre muy valiente. En septiembre de 1895, con 24 años de edad, se incorporó al Ejército Libertador. Operó en la región de Sagua la Grande y tuvo en esa zona la primera de las muchas heridas de guerra. Con apenas un mes en la manigua fue teniente coronel. Poco después, el coronel Roberto Bermúdez, al frente de 700 hombres, se unía, en Las Villas, a la columna invasora y marchaba a la vanguardia.

El 31 de diciembre de 1895 presentó a Gómez y Maceo un plan para invadir las provincias de La Habana y Pinar del Río, propuesta que el General en Jefe rechazó por considerarla cruel con el enemigo. Aun así, confió a Bermúdez la misión de adelantarse y penetrar en dichas provincias antes que el resto de la columna invasora, y el 7 de enero, en Bacunagua Abajo, cerca de Los Palacios, condujo Bermúdez el primer combate de la invasión en tierra pinareña. Tres días más tarde ocupó San Luis, y el 13, San Juan y Martínez. Luego avanzó hacia el extremo oriental del territorio por una ruta cercana a la costa sur y llegó a Mantua el 22 de enero.

Cometió a su paso toda suerte de atropellos, pero el 27 del propio mes, al organizarse las fuerzas mambisas en la provincia, queda como jefe de la Brigada Sur.

Atacó e incendió los poblados de Los Palacios y Paso Real de San Diego. En esa localidad, en un combate que se prolongó durante tres horas, las huestes insurrectas, bajo el mando del mayor general Antonio Maceo, se enfrentaron a una tropa integrada por batallones de los regimientos San Quintín, Saboya, Alfonso XII, Soria, Galicia y Las Navas, más a un escuadrón de caballería y una pieza artillera, todos bajo el mando del general Agustín Luque, que resultó herido en la acción. Este combate, en que Bermúdez, por orden de Maceo, debió apoyar a la caballería, dejó más de cien bajas en la parte española y casi 60 cubanos muertos o heridos.

Antes, en el combate de Las Taironas, sufrió Roberto Bermúdez graves heridas en una pierna que le provocaron cierto grado de invalidez. Ese impedimento, aseguran historiadores, exacerbó su mal humor y crueldad y pagaban las consecuencias sus subordinados, a quienes sometía incluso a plan de machete si no actuaban en la medida de su conveniencia.

Crecía su mala fama como jefe y Maceo decidió sustituirlo en el mando de la Brigada, pero era tanta la valentía de Bermúdez que lo repuso y recomendó su ascenso a general de brigada. Con ese grado peleó en Consolación del Sur y acompañó al Titán en la búsqueda de la expedición del general Rius Rivera, que desembarcó en María la Gorda con un importante alijo de armas, municiones y avituallamiento: unos mil fusiles Remington, Máuser y Lee, 460 000 cartuchos, revólveres, un cañón neumático de dinamita con cien proyectiles, 2 000 libras de dinamita, machetes, medicamentos y otros útiles destinados a la tropa de Maceo. Se destacó asimismo en el combate de El Rubí, acción en la que el Lugarteniente General del Ejército Libertador debió enfrentarse a tropas mandadas por el propio capitán general Valeriano Weyler.

Un informe en contra

Un informe del general Pedro Díaz dio cuenta a Maceo de la actitud vandálica de Bermúdez. Ya Maceo le había hecho no pocas advertencias, pero ahora decidía otra vez destituirlo y enviarlo a Oriente. No fue posible el traslado. Bermúdez convalecía de una herida seria en el pecho que sufrió en el combate de La Gobernadora, la última acción de la Campaña de Pinar del Río, el 3 de diciembre de 1896.

Muere el Titán cuatro días después. El ya general de división Rius Rivera asume el mando del 4to. Cuerpo del Ejército Libertador y Bermúdez le pide que lo restituya en el mando del que había sido privado. Se niega el nuevo jefe y cuando cae prisionero, el 23 de marzo de 1897, Bermúdez pide sustituirlo. Se oponen los jefes principales y el general Pedro Díaz, al asumir en abril el mando del 4to. Cuerpo, decide quitárselo de encima y lo envía, con escolta, al Cuartel General. 

De nuevo en su tierra natal, realizó Bermúdez algunas acciones combativas y Máximo Gómez lo mantuvo bajo observación hasta que supo que había ordenado la muerte a machetazos de su antiguo amigo, Belisario García, macabra escena que presenció con deleite. El General en Jefe no quiso entonces esperar más.

El consejo de guerra que lo juzgó no lo encontró culpable de los delitos de
traición y hurto, pero lo condenó a la pena capital por sus crímenes. «…Al cabo parece que ha llegado ya el momento de que caiga todo el peso de la ley sobre el que con su conducta inmoral ha sido elemento de deshonra para la Revolución», expresa el acta de acusación. Quiso Gómez que alguno de los generales presentes en el Cuartel General mandara el pelotón. Todos se excusaron; algunos por haber sido parte del tribunal, otros, por otros motivos. «¡Cuánta flojera!», exclamó el viejo caudillo y decidió mandar el cuadro él mismo.

El 3 de agosto de 1898, Bermúdez solicitó ser indultado. No hubo lugar el pedimento.

El día en que lo iban a matar

El día de la ejecución, en la estrecha llanura cercana al campamento de Trilladeras, en Sancti Spíritus, se sitiaron en doble fila la caballería y la infantería mambisas. Gómez llegó solo, al galope de su caballo, y se situó de cara a la caballería. Desde una semana antes no se sentía bien de salud. Lo dice en su Diario: «Sufro un malestar palúdico». Bermúdez llegó poco después. Cabalgaba con desequilibrio su mulita habitual poniendo en evidencia su cuerpo estropeado por las balas enemigas. Lo seguían sus asistentes. En el lugar se apeó con dificultad y acarició a la bestia. Luego saludó a sus hombres y escogió a los que conformarían el pelotón.

El General en Jefe, erguido sobre sus estribos, machete en mano, pronunció un bello discurso. Ponderó el heroísmo de Roberto Bermúdez, exaltó sus méritos y lo estigmatizó por sus actos feroces y sanguinarios. Enseguida, con voz abrupta gritó: ¡Fuego!

Como no dio antes las órdenes de ¡Preparen! y ¡Apunten! no hubo una descarga cerrada, sino que las balas salieron con intervalos, y eso prolongó la agonía del condenado.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.