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El delito no escapa

La oscuridad de la madrugada no fue obstáculo para que cuatro jóvenes combatientes del MININT esclarecieran con su pericia un sorpresivo acto delictivo

Autor:

Yailin Orta Rivera

El capitán Abelardo Céspedes (a la izquierda) y los agentes Sandy Ortiz y Roleydis Londres (al centro de la foto) fueron tres de los cuatro combatientes que recibieron la Distinción Servicio Distinguido en el MININT. Foto: Roberto Suárez

Sucedió a las tres de la madrugada del 21 de septiembre, cuando Yaumel, Sandy, Roleydis y Abelardo desde sus respectivos puestos garantizaban que la parte más antigua de la ciudad lograra conciliar el sueño después de un día de trabajo.

Tres ciudadanos, uno de ellos portando dos armas homicidas, arremetieron contra un hombre que se dirigía en su bicicleta a comprar una caja de cigarros. Fue en las inmediaciones de la calle Cuba, del municipio de La Habana Vieja, donde los malhechores le ocasionaron lesiones menos graves con el objetivo de robarle el «ciclo».

La víctima, sin recuperarse del todo de los golpes, se apresuró a efectuar la denuncia en la Estación de la Policía Especializada del municipio. De inmediato el capitán Abelardo Céspedes, quien se desempeñaba como jefe de turno, se dispuso a movilizar las fuerzas.

«Con premura le informé del hecho a los agentes de recorrido por la radio, y les di las características de los autores del delito, según las descripciones que hizo el agredido. Las fuerzas debían actuar con rapidez pero con el máximo de profesionalidad y cuidado», rememora Abelardo Céspedes.

Este capitán, con más de 17 años de servicio, es uno de los dotados del llamado «olfato policiaco», sentido que le permitió conducir a los agentes con prontitud y agudeza. Cuenta que el dinamismo de su profesión lo ha obligado a superarse constantemente.

«Cada llamado te somete a nuevas pruebas. El cumplimiento exitoso del deber no es posible si no te exiges más cada día. La formación de los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria no termina nunca, porque de ella depende la preservación de la tranquilidad del pueblo», considera.

—¿Qué extra tuviste que ponerle a la solución de este caso?

—Imagina la complejidad de la captura. Al encontrarse armados estos ladrones, la maniobra cobró otras dimensiones. Primero teníamos que hacerles constante hincapié a los agentes para que extremaran las precauciones. Todos eran muy jóvenes, apenas sobrepasaban los 20 años, y en el fogueo de la acción a veces uno puede descuidar su integridad física.

«La juventud por naturaleza es muy intrépida; súmale entonces que esta profesión nos dispara los niveles de energía. Por eso había que alertar de la necesidad de la prudencia y del ejercicio organizado en el terreno. El territorio también tiene muchos edificios, con pasillos recónditos y, aunque tengas dominio de la zona, la oscuridad de la noche hace la búsqueda más adversa».

Sin Tregua

La combinación de todas las fuerzas permitió que se desencadenara el caso con mayor prontitud. Foto: Roberto Suárez La voz llegaba con ciertos intervalos y con resonancias a través del radioescucha. Había que activarse rápidamente para no darles tregua a los infractores. Todo el mundo se puso en función del cierre operativo atendiendo a las orientaciones que daba el mando.

Yaumel Moranjel tiene solo 26 años y aún no llega a los dos de servicio. Pero su arrojo y disciplina dan cuenta de sus potencialidades. En las cercanías de Prado detuvo a dos de los autores, ambos con antecedentes penales.

Los malechores, después de cometer el delito, se habían separado con el objetivo de despistar a los agentes. Pero la combinación de las fuerzas les frustró la coartada.

Aunque solo faltaba detener el último infractor, la tarea resultó igualmente peligrosa. Todo indicaba que el tercer hombre era el portador de las armas.

Comenta Sandy Ortiz cómo este individuo trató de evadirlos ocultándose en el interior de un edificio. Fue entonces cuando la acción se volvió más tensa y arriesgada.

«Tuvimos que extremar las precauciones. No podíamos avanzar a toda velocidad para evitar ser sorprendidos. Le seguíamos la pista y aunque la iluminación no era la mejor no nos detuvimos hasta atraparlo», describe Sandy.

«Luego, a solo unas horas —bien temprano en la mañana— el general de división Pascual Rodríguez Braza, jefe de la Dirección General de la Policía, nos entregó la Distinción Servicio Distinguido en el MININT. Eso representó un gran estímulo».

—¿Cómo te sentiste después de haber pasado por tanta tensión?

—Imagínese... es una mezcla de alegría con satisfacción. Uno se emociona y piensa en el enorme camino que nos queda por delante. Un policía yo creo que nunca acaba y en una sociedad como esta, nuestra labor es también educativa y preventiva.

Honrar el uniforme

Roleydis Londres fue el otro joven que participó en la captura de los delincuentes. En menos de una hora, con su contribución también se desencadenó el caso.

—Cuentan tus compañeros que el tercer hombre, al verte, se dio a la fuga...

—Cuando estoy dando un recorrido por mi área veo que viene este ciudadano. Me percato que es el mismo que está en fuga. Al darse cuenta de que le persigo se da a la precipitada. Me sacó una gran ventaja en la bicicleta, pero no me detuve. Luego vinieron mis compañeros de refuerzo. Ya en el interior del edificio, además de atraparlo, descubrimos también dónde había escondido las armas».

—¿Qué significó para ti alcanzar esta Distinción cuando solo cuentas con dos años de servicio?

—En ese momento cobró más dimensión el orgullo de ser un soldado de la Patria. Este uniforme significa mucho; por eso considero que el cumplimiento del trabajo es la mejor manera en que puedo honrarlo.

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