Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Enfocarse en donde aún quedan huellas

El Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial nos lleva, en Cuba, a seguir sumando fuerzas y actores políticos y sociales en dirimir la batalla irreconciliable contra las diferenciaciones por color de la piel

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

En una Cuba cada vez más diversa, urge visibilizar y abordar a la discriminación racial como una problemática latente, de la cual todavía quedan vestigios en la sociedad; y no verla como un tema tabú, aún y cuando más de 60 años de Revolución han servido para desmontar este flagelo en niveles estructurales o institucionales.

Pero, ¿qué sucede con algunas percepciones sociales que se han cimentado durante más de 300 años en las desigualdades y la racialización del otro, y que un conjunto de leyes no pueden borrar de un trazo? ¿A qué llamar racismo en nuestro contexto?

A estos análisis condujo el espacio Dialogando, promovido por el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), y que esta vez, de manera virtual —en transmisión online por plataformas digitales—, contó con los criterios de la DrC. Heidi Fundora, investigadora y profesora de la Facultad Latinoamericana para las Ciencias Sociales (FLACSO); de la MsC. Iliana Núñez, investigadora de la Fundación Nicolás Guillén; del DrC. Antonio Aja, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM); y moderado por la MsC. Yaniset Núñez, investigadora del CESJ.

De la heterogeneidad de posicionamientos públicos sobre el tema partió el debate, con el reconocimiento de dos tipos de miradas que se han enrumbado: los consensos y disensos que existen entorno a la discriminación por motivos del color de la piel, y cómo darles solución a estas diferenciaciones.

Si vamos a los consensos, expuso Heidi Fundora, podemos encontrar en investigaciones de académicos, diálogos con activistas y debates de la población, que el racismo es un fenómeno negativo, y abarca concepciones y prácticas que son políticamente incorrectas. Incluso en personas que tienen pronunciamientos racistas, cabe el entendido de que su posición pública frente a esto es criticable, porque la discriminación racial no se acepta socialmente. Y el otro acuerdo que predomina es que en Cuba hay que abordar al racismo como una cuestión de racialidad y no como un problema étnico. 

¿Dónde comienzan a hallarse argumentos contrapuestos y quedan abiertas las visiones?: En si existe la raza o no, y si esta pasa por una construcción social o biológica; si persiste el racismo en el país, y en este punto se encuentran personas que creen que el asunto está superado y otras que reconocen su prevalencia, pero arguyen que no es frecuente.

«Otros disensos se marcan en si es pertinente emplear los términos mulato o mestizos, afrodescendientes y afrodiásporas, y si utilizar negro como sustantivo o como adjetivo; también existe disenso en las disímiles percepciones sobre el color de la piel en las territorialidades nacionales; y en si mirar al racismo como un fenómeno solo en sí, o en cabalgadura con otros sistemas de dominación, dígase el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo… los que se sirven de él para reproducir la exclusión y las políticas desiguales», apuntó Heidi Fundora.

En tierra de mestizajes

Antonio Aja, director del CEDEM, inició su intervención remarcando que las discusiones sobre la problemática racial en Cuba deben enfocarse desde la intergeneración, un conocimiento profundo de la historia de la humanidad y de la región, las perspectivas cualitativas y cuantitativas que la ciencia nos aporta, y la construcción y análisis de las percepciones sociales que la gente tiene.

Significó, además, las investigaciones que, sobre racismo, raza, etnicidad y color de la piel, realizaron don Fernando Ortiz y Miguel Barnet, intelectuales de los que conminó a divulgar más su obra e incorporarla en los espacios donde se discute al respecto hoy.

«El dato del último Censo Nacional de Población y Vivienda nos da que el 64,1 por ciento de los cubanos clasificaba como blanca; el 9,3 por ciento dice que es negra y el 26,6 por ciento es mestiza o mulata.

«Normalmente los porcientos no se unen, pero al hacerlo nos daría que más del 40 por ciento de la población blanca está en mestizaje, y esto tiende a aumentar, primero porque la población negra se autoreproduce y se va mezclando; de ahí la importancia de visibilizar el fenómeno de la discriminación por color de la piel», dijo Antonio Aja.

Superar la discriminación articulados y con voluntad

El punto de partida del Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial no es de cero, sino que se nutre de la experiencia de años en los que Cuba ha fomentado políticas sociales para superar dichos males, y expresa un compromiso y una voluntad política del Estado con la erradicación de estos lastres, aseveró Ileana Núñez, de la Fundación Nicolás Guillén.

Enarbolado en noviembre de 2019, en medio de un contexto económico complejo, de repensarse la política social en función de un enfoque de equidad en sus políticas de desarrollo, el programa acoge las diversas teorías académicas y las visiones de los grupos comunitarios de activismo pro respeto a la diversidad racial, en aras de diseñar acciones a favor de personas que han sido marginadas o maltratadas, tal y como subrayó el Presidente Miguel Díaz-Canel, hace algunas semanas en su cuenta de la red social Twitter.

«Entre los aportes del programa se cuentan una fertilidad de los estudios sobre el tema racial y la variable color de la piel desde una forma transdisciplinar; un posicionamiento público mayor desde el Estado y las organizaciones de la sociedad civil sobre la discriminación racial, sus causas, multidimensionalidad y su reconfiguración en la Cuba de hoy.

«También se creó un mecanismo implementador específico, a través de un grupo coordinador ejecutivo entre los que se encuentra la Fundación Aponte, la Nicolás Guillén, el Ministerio de Cultura, la Red Barrial Afrodescendiente, así como otros especialistas e instituciones a las que les compete el asunto.

«Aún queda mucho por hacer, el programa está empezando, se le han sumado nuevos retos y está buscando los caminos para posicionar políticas, las que ya están mirarlas desde el punto de vista de la racialidad y analizar qué se le debe incluir», apuntó Ileana Núñez.

A por más inclusión

Promover más participación y profundos debates sobre la problemática racial en nuestro país; sensibilizar a las personas sobre el tema; ofrecer capacitación a los actores sociales y estructurales que están comandando la concertación de estrategias en beneficio de las otredades; rescatar las ausencias importantes de la negritud en la Historia de Cuba y la construcción de la nación, para conectar a todos con sus antepasados, son algunas de las acciones que permitirán avanzar en el programa contra la discriminación racial, y en la supresión del racismo.

«Se tiene que dar una batalla importante en el plano de lo simbólico y de los valores, de la transformación cultural, pero ir, igualmente, por trastocar las condiciones precarias de vida y las realidades cotidianas y económicas de quienes han tenido rezagos históricos vinculados a la raza; y pensarse la intervención del programa desde lo comunitario, lo familiar, y lo individual», consideró Heidi Fundora, de FLACSO.

El investigador y profesor Antonio Aja identifica cinco pautas importantes para abordar la problemática racial: el desarrollo económico y social, montado en una estrategia que reconozca las diferenciaciones existentes,  el tema educacional y cultural; la producción científica y pensar qué comunicación podemos hacer y qué mensaje queremos transmitir para lograr un país en el que todos estemos incluidos.

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