Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El bombardeo mercenario que movilizó a Cuba

Autor:

Pedro Rioseco

No por esperado dejó de impactar a la población cubana, hace 60 años, el bombardeo mercenario a los aeropuertos de San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad, en La Habana, y al de Santiago de Cuba, pues se sabía que era, con alta probabilidad, el preludio de una invasión.

Todo el país se movilizó. El 15 de abril de 1961 fue un toque de alerta y las Milicias Nacionales Revolucionarias, fundadas el 26 de octubre de 1959, convirtieron todos los pueblos y ciudades en un hervidero de colores azul mezclilla y verde olivo. Las milicias estudiantiles se acuartelaron espontáneamente en algunos centros secundarios, sin ningún tipo de aseguramientos, para recibir nociones de armamento y estar listos para salir a incorporarse a la defensa de la patria amenazada.

Desde el 7 de octubre de 1960 el canciller cubano, Raúl Roa, denunciaba en Naciones Unidas los preparativos de una invasión a Cuba: «desde fines de agosto y principios de septiembre se han venido concentrando tropas y barcazas del ejército de Guatemala en la costa Atlántica del país, (…) y están recibiendo entrenamiento especial numerosos exiliados y aventureros, bajo el mando de militares norteamericanos».

Antes del bombardeo, el 19 de febrero un avión dejaba caer miles de volantes sobre barrios habaneros. El 28 de febrero el miliciano de 14 años Pedro Morejón es asesinado por la espalda por un grupo de
contrarrevolucionarios, y el 6 de marzo es asesinado otro miliciano y quemado el almacén que vigilaba.

El 14 de marzo una embarcación artillada abría fuego de ametralladoras y cañones contra la refinería de Santiago de Cuba. El 13 de abril de 1961 es incendiada en La Habana la tienda por departamentos más grande de Cuba, El Encanto, que quedó destruida
totalmente y en cuyo acto terrorista murió la empleada Fe del Valle y resultaron lesionadas 18 personas.

En el sepelio de las víctimas del bombardeo, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó ante una multitud de milicianos con los fusiles en alto que: esta Revolución Socialista la defenderemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores.

Esa acción perseguía como objetivos, además de provocar miedo y confusión, destruir en tierra la escasa y anticuada Fuerza Aérea Cubana (FAC), para asegurar la impunidad de otras incursiones enemigas por vía terrestre.

El 15 de abril ocho bombarderos B-26 alzaban vuelo desde Puerto Cabezas en Nicaragua y al aproximarse a Cuba tomaron tres rumbos diferentes: la escuadrilla Puma con tres aviones atacó el aeródromo de Ciudad Libertad; la escuadra Linda, con tres bombarderos también, se dirigió a Santiago de los Baños, y la formación Gorila atacaría el aeropuerto de Santiago de Cuba.

Los aviones iban camuflados con las insignias de la fuerza aérea cubana. Un noveno bombardero B-26 voló directamente de Nicaragua a Miami para dar la versión pública de una supuesta deserción y rebeldía de los pilotos de la FAC.

De aquellos B-26, solo cinco pudieron regresar a Nicaragua. Uno fue derribado por las fuerzas revolucionarias; otro fue impactado por la artillería rebelde y se vio obligado a aterrizar en Cayo Hueso, mientras un tercero, también baleado, tuvo que aterrizar de emergencia en la isla Gran Caimán.

El ataque ocurrió de forma simultánea minutos antes de las seis de la mañana. La escuadra que atacó Ciudad Libertad encontró un nutrido fuego antiaéreo y algunos pilotos descargaron sus ametralladores en áreas cercanas a la base y mataron a siete personas, entre ellas el miliciano Eduardo García Delgado, quien antes de morir escribió con su sangre el nombre de Fidel. Otros 53 vecinos de la zona resultaron heridos.

En la mañana del 15 de abril de 1961 el presidente de turno de la sesión en Naciones Unidas dio la palabra a Raúl Roa, representante de Cuba, para una cuestión de orden. Según las normas establecidas, no sería hasta el 17 de abril que Cuba tendría la palabra para discutir una denuncia sobre las últimas agresiones de Estados Unidos a la Isla.

Ante la perplejidad de los delegados estadounidenses, Roa denunció los bombardeos a los aeropuertos cubanos por parte de aviones norteamericanos procedentes de ese país o de países centroamericanos lacayos de este. El presidente de la Asamblea General advirtió al representante cubano que el punto que tocaba no era una cuestión de orden, sino de fondo y que por tanto no podía hacerlo de esa forma. Roa le dio las gracias y agregó que no le era posible retirarse sin acusar al gobierno imperialista de Estados Unidos y los hechos que «ponen en riesgo la paz y la seguridad internacionales». Ante un nuevo llamado de atención, Roa exclamó: «Ya lo he dicho y me retiro».

Inmediatamente, el representante de la URSS solicitó una reunión urgente que fue aprobada para las tres de la tarde de ese día. Mientras, en la despedida del duelo de las víctimas del bombardeo en La Habana, Fidel retaba a cualquiera a mostrar a los supuestos pilotos «desertores».

En la madrugada del 17 de abril comenzó el desembarco mercenario por la península de Zapata. El batallón 339 de Cienfuegos fue enviado a la zona, chocó con la compañía E de estos y entablaron combate de inmediato.

El pueblo cubano superó el imperativo de derrotar en menos de tres días a los mercenarios, y con la dirección de Fidel Castro, liquidó en solo 66 horas de lucha a los invasores, que se rindieron en las arenas de Playa Girón al atardecer del 19 de abril de 1961.

 

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