Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un militante de la Revolución

Con 60 años vinculado a la UJC, de los 80 años que cumplió el pasado 28 de abril, la vida de Santiago Mok Maymir, «el Chino Mok», es la alegoría de una juventud siempre a la altura de su tiempo

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Todavía puede vérsele, menudo y temperamental, ir y venir entre pasquines y proyectos de sabotaje, creando las bases desde el accionar clandestino para la entrada de Fidel en Santiago, en diciembre de 1958.

Bajo las órdenes de vecinos audaces del reparto Santa Bárbara, como Rafael Domínguez Pagán (Chinaco) y Reynaldo Írsula Brea (Rey), a quien Fidel le encomendó la misión de bajar a la urbe para hacer sentir en sus calles la presencia rebelde, Santiago Mok Maymir, «el Narra», como también le apodaban, con solo 16 años comenzó a forjar una historia a la altura de su tiempo.

Cuando la libertad fue tangible, como novel integrante del Ejército Rebelde otra vez su temperamento —acostumbra a decir— lo llevó a la vanguardia en el aseguramiento de tareas de la recién nacida Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), como el reto de ascender cinco veces o más al pico Turquino y el apoyo material a las brigadas de maestros voluntarios Frank País y de alfabetizadores Conrado Benítez, que participaban en la Campaña de Alfabetización.

Inmerso en la mística transformadora de los 60, se graduó como técnico de laboratorio clínico y se fue a sembrar salud al hospital rural de Ocujal del Turquino. Más tarde partió hacia la capital tras el sueño de estudiar Medicina, pero de aquel anhelo lo apartó en 1963 el ciclón Flora.

Como flashazos inquietos le alcanzan las imágenes del ayer, como cuando volvió a Oriente movilizado por el Ministerio de Salud —otra vez entre los primeros—, para contribuir en la evacuación y apoyo a los damnificados por ese evento meteorológico.

Aquí comenzaría luego su bregar como dirigente profesional de la UJC, tarea a la que dedicó una década de su vida: secretario ideológico y de propaganda del Comité Provincial en la antigua provincia de Oriente; protagonista de la construcción de las estructuras juveniles en las montañas de la Sierra Maestra y la Brigada de la Frontera; infatigable en las movilizaciones de la Columna Juvenil Agropecuaria, primero, y luego de la Columna Juvenil del Centenario, que sumó a unos 50 000 jóvenes a la mítica zafra de los diez millones en Camagüey.

Habla con la misma vehemencia de las largas caminatas montaña arriba, que convirtieron en militantes a campesinos de La Uvita, Ocujal, La Gloria… De los empeños de miles de jóvenes a la vanguardia en trabajos voluntarios, donaciones de sangre o lo que hiciera falta, tras la meta ideológica de conseguir el Sello 21 de Octubre. De sus días en la siembra de toronja y la construcción de obras sociales en la Isla de la Juventud… En sus palabras, el retrato de una Revolución hecha con manos imberbes salta a la vista.

Cuando le tocó, «el Chino Mok», como todos le conocen, llevó su carisma y espíritu inquieto al trabajo del Partido en Oriente, y más tarde entregaría sus energías por casi tres décadas en el Ministerio de la Construcción. Le cabe el orgullo, enfatiza, de que la labor ideológica que encauzó en el sector fue decisiva en el avance de las grandes obras que se construyeron en Santiago de Cuba en saludo al 4to. Congreso del PCC, a principios de los 90.

Entrega siempre joven

Con el impulso de su cumpleaños 80, celebrado el pasado 28 de abril, el Chino Mok confiesa que sigue siendo ese «joven inquieto», siempre deseoso de participar y aportar, para quien todas las etapas que ha vivido «están unidas por la búsqueda de la mejor forma de ser útil», y que se autodefine como un militante de la Revolución.

Quizá por eso no se cansa de ofrecer su experiencia a los nuevos y a cada paso les conmina a seguirlo. Desde su actual condición de coordinador de los antiguos cuadros y dirigentes de la UJC y el Partido en la región oriental, consagra sus esfuerzos a la más tesonera de las misiones que ha cumplido: dignificar y proteger la memoria histórica de la UJC y la Revolución.

A ese alto empeño le pone «la fuerza de una locomotora china», como acostumbran a decir sus allegados, y la constancia que le legaron tantos años de andar haciendo historia. «Nuestros héroes y mártires son hoy más que nunca nuestra bandera de combate y unidad», enfatiza.

En el pasado está la mejor defensa del futuro, asegura el veterano siempre joven Santiago Mok Maymir. Foto: Ernesto Casals

Cual perenne sembrador de ideas, no se cansa de repetir esa máxima, lo mismo a sus nietos, Brayan e Isabelita, que a los muchos rostros imberbes que se aglutinan en habituales Diálogos de Generaciones en escuelas primarias y secundarias, preuniversitarios, la Universidad de Oriente, y en recorridos históricos, como la ruta al bohío vara en tierra donde fue apresado Fidel tras los sucesos del Moncada.

Le alienta el recuerdo de jóvenes como William Soler Ledea, el soldado más joven del Movimiento, acribillado en las calles santiagueras con escasos 14 años, cuya historia, que estremeció el accionar clandestino santiaguero, es prácticamente desconocida para los muchachos de ahora; o la entrega de hombres como Jaime Crombet, que dedicaron los mejores años de su vida a la organización juvenil de vanguardia.

«En el pasado está la mejor defensa del futuro. Hay que beber de la savia de Martí y Fidel, de nuestros héroes, para forjar los valores que sustenten la conciencia ideológica de los nuevos», reitera con vehemencia.

Por eso se empeña en proyectos como el Club Siempre Joven, que bajo la convocatoria de la Sociedad Cultural José Martí y el Movimiento Juvenil Martiano fomenta el patriotismo y cuida hasta el detalle del Sendero que en Santa Ifigenia rinde tributo a más de un centenar de cuadros y dirigentes de la UJC y el PCC que allí descansan.

Su memoria aún intacta y su poderoso archivo, en el que atesora un caudal de fotos, documentos e información sobre la historia de la UJC en el Oriente cubano, también los pone al servicio de la organización, y se ufana de que, por ejemplo, gracias a su perseverancia, la primera Bandera de Honor de la UJC que se entregó en el país, conferida a la provincia de Oriente, hoy se conserve en Santiago de Cuba.

Como justo reconocimiento a seis décadas de aportes y estrechos vínculos con la organización juvenil, en las actividades centrales por el pasado 4 de abril le fue entregada a Santiago Mok Maymir la Moneda Conmemorativa 60 Aniversario de la UJC, reconocimiento que él asume como un nuevo impulso en el propósito de conseguir que la juventud de hoy abrace más las ideas que forjaron la fuerza del país que construimos.

En las celebraciones por las seis décadas de la organización, el Chino Mok recibió la Moneda Conmemorativa 60 Aniversario de la UJC. Foto: Miguel Rubiera (ACN)

 En momentos de celebraciones, y en el día a día, sostiene, volver a la historia es tocar las esencias y asegurar la continuidad, y otra vez la primavera alimenta sus certezas.

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