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Transporte en La Habana: ¿ruta sin salida?

La situación con los ómnibus urbanos en la capital y las largas colas en las paradas siguen mostrándonos un panorama complejo

 

 

Autores:

Raciel Guanche Ledesma
Rosmery Pineda Mirabal

La cola en la popular parada capitalina de San Pedro y Avenida Independencia, conocida como la parada de Bohemia, es inmensa. A la vista, unas 40 o tal vez 50 personas esperan impacientes una guagua que, en la práctica, parece fantasear con los horarios en medio de una de las rutas más extensas.

Y es que llegar al municipio habanero de Cotorro, como a muchos otros de la capital en los últimos meses, puede considerarse una tarea titánica. De hecho, «es desesperante», según nos dicen algunos jóvenes que aguardan por la ruta P-2 entre tantas personas casi vencidas por el cansancio.

Hace algunos días María Karla Fleitas, estudiante de la Universidad de La Habana, vivió esas sensaciones con el transporte en la misma parada. Allí estuvo desde las seis de la tarde hasta las ocho de la noche. «Desde que vamos bien temprano para la facultad nos enfrentarnos a esta situación. En la primera parada podemos estar mucho tiempo», cuenta.

También para trabajadores como Vladimir Quintas, quien debe trasladarse diariamente desde el municipio de La Lisa hacia Habana del Este, donde labora, esta ha sido la etapa de mayor tensión luego de los difíciles años 90, a raíz del período especial.

Cuenta este entrenador del Centro de Alto Rendimiento Giraldo Córdova Cardín que lo importante y a la vez complejo es cogerles el tiempo a las guaguas. «Por rachas uno puede acceder a un transporte determinado en el horario “habitual”, pero nada de eso se convierte en una situación estable. Cuando piensas que le cogiste la vuelta a la guagua, al otro día ya ni siquiera pasa en tiempo», dice.

Entre idas y retornos, Vladimir debe invertir en su traslado de cuatro a cinco horas cada día. Y en su opinión, el tema del transporte es el problema más grande que presenta ahora mismo de manera personal, cuando su bolsillo, ni el de la mayoría de los cubanos, alcanza a pagar los intolerantes precios de las máquinas particulares.

Sigue siendo difícil

La compleja situación comprendida entre desperfectos de ómnibus e insuficiencias de recursos para sus reparaciones, hasta la impaciencia que en no pocos casos logra rozar el constante malestar, pasa más allá de un municipio y localidad de la capital e incluso de otras provincias del país.

Por supuesto que tales escenarios preocupan no solo a choferes y a las personas que experimentan dificultades en las paradas, sino que también es un punto de debate para posibles y urgentes soluciones en la Empresa General de Transporte Provincial de La Habana.

Su director, Leandro Méndez Peña, reconoce que se viven momentos duros con el transporte en la capital, donde la capacidad de ómnibus circulando en los últimos meses está por debajo de los 400 y, en ocasiones, apenas llegan a los 350. Esto en una ciudad que demanda para su estabilidad alrededor de 800 guaguas cada día.

El mayor peso del marcado y evidente déficit en las rutas va asociado al orden técnico, recuerda. «Hoy las relaciones contractuales con los proveedores para adquirir las piezas de repuesto se hacen en extremo difíciles. Pues no es un secreto para nadie que el bloqueo nos impone ir a mercados mucho más costosos y lejanos y, por tanto, con tiempo dilatado para el arribo al país», comenta.

Algunas personas vinculan el fenómeno actual a una baja disponibilidad de combustible. Sin embargo, Méndez Peña asegura que no ha sido este punto el causante del problema. «Tanto los ómnibus escolares, Transmetro, como la transportación pública, tienen el combustible necesario asignado y garantizado para moverse cada día en la capital», agrega.

De inspectores e infractores

En la población también siguen escuchándose quejas sobre carros estatales que de manera impune y poco solidaria no detienen la marcha ante la multitud en las paradas. Los choferes de las entidades siguen violando un proceso vital en estos tiempos y obligatorio para mejorar la situación del transporte.

Según comunicó Yuniel de la Rosa Hernández, director de Inspección de la Dirección Provincial de Transporte, no existe limitante alguna para que los autos estatales dejen de recoger; por el contrario, está la Resolución 382 de 2020 del Ministro del Transporte que indica la exigencia en tal sentido.

La capital, por ejemplo, tiene identificadas 311 paradas que constituyen puntos de alta concentración de pasajeros y que deben estar atendidas por inspectores populares del Transporte. De estas, detalló, están cubiertas 279 y las restantes 32 por personal reubicado de oficina.

Entre las medidas vigentes con los infractores, agregó, se encuentra la realización de visitas por el Grupo Provincial de Inspección y la estructura municipal a las entidades que muestren reincidencia con sus medios de transporte y, finalmente, durante una reunión de análisis semanal presidida por el Gobernador de La Habana con los infractores, se deciden las medidas que se deben aplicar.

En el caso específico de los choferes de los ómnibus se aplica la disposición disciplinaria administrativa de bajarlo del carro y asignarle otras actividades que no sea la suya hasta que cumpla lo determinado por la administración. Para los que reinciden, el tiempo para cumplir la medida es mayor, concluyó.

Mirada a corto plazo

En tiempos de crisis, si existe algo generalmente valioso está relacionado con las soluciones emergentes. En tal sentido el directivo hizo hincapié en la idea de que se trabaja sin inmovilidades, sobre todo en el ámbito de las transportaciones especiales hacia las universidades, en las que participan 38 ómnibus en 21 puntos de recogida y la ampliación del servicio de triciclos eléctricos, una modalidad esta última que gana auge y crea alternativas en la transportación pública.

Sobre las perspectivas del sector para los próximos meses habló Méndez Peña, quien aseguró que están encaminadas a aumentar la recuperación y disponibilidad de los ómnibus con que cuenta la provincia. A pesar de las dificultades, expresó, se hace un esfuerzo para garantizarle a la población un mejor servicio en este verano. Pues en las fechas de disfrute y esparcimiento de las familias tradicionalmente se refuerzan las rutas más complejas.

En el caso específico de las playas al este de La Habana, desde el día 21 del pasado mes incorporaron una nueva ruta de tren con destino a Guanabo como medio de apoyo durante las jornadas de esparcimiento. Este brinda servicio de martes a domingo y cuenta con 70 asientos.

De igual forma, en junio también se incorporaron empresas propietarias de equipos para mover a pasajeros en puntos de concentración muy densos. Según comentó Sergio Enríquez Fajardo, director de pasaje de la Empresa General de Transporte en La Habana, suman hasta ahora 291 ómnibus fundamentalmente de cinco empresas, para disminuir la demanda en horario pico en los municipios de La Habana Vieja, Centro Habana, La Lisa y Arroyo Naranjo.

Asimismo, de manera alentadora —no sin olvidar las inconformidades con la poca circulación de aire y el calor que se percibe en su interior— ya varios de los 29 ómnibus belgas, donados de segunda mano y de una marca duradera, ruedan desde el 4 de julio por las rutas P-12 y P-16. Ello se traduce en beneficios para cerca de 32 000 personas que viajan mediante el corredor de Boyeros.

Méndez Peña comentó recientemente que la transformación de las ventanillas de estos ómnibus se realiza a buen ritmo y con la calidad requerida en la Empresa Productora de Ómnibus Evelio Prieto, en el municipio artemiseño de Guanajay, con el objetivo de lograr una ventilación adecuada. Precisó que se habilitarán cinco ventanillas en los articulados (P-12) y tres en los rígidos (P-16).

En medio de tantos desafíos la responsabilidad moral y humana con la sociedad debiera ser un eslabón presente, que nos fortalezca, incluso, como el pueblo tradicionalmente solidario que somos. Es tarea de todos entonces ir ganando otra batalla compleja que, en materia de transporte, sigue golpeando a una inmensa mayoría.

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