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Tocar el alma de una Isla, y rearmarla

Por el barrio La Caoba, en el municipio especial Isla de la Juventud, comenzó este jueves el recorrido que realizó al territorio el Presidente Díaz-Canel, el cual forma parte de la visita del Comité Central del Partido Comunista y su aparato auxiliar 

Autores:

Alina Perera Robbio
Claudia Díaz Pérez

ISLA DE LA JUVENTUD.— En materia de trabajo social, nunca vamos a terminar la transformación, compartió su convicción, muy temprano en la mañana de este jueves, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante su visita al barrio La Caoba, ubicado en el Consejo Popular Juan Delio Chacón.

En ese pequeño universo perteneciente al Municipio Especial comenzaron a realizarse transformaciones a finales de enero de 2022. Allí, mientras intercambiaba con autoridades locales y con el pueblo, el Jefe de Estado expresó que en el trabajo social cada vez que se arribe a una etapa habrá que seguir a otra superior.

No estaba hablando solamente de cambios en lo físico, sino también, y con especial énfasis, de transformaciones en eso intangible y tan decisorio que es el alma de la gente. Acompañado del miembro del Buró Político y Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista, Roberto Morales Ojeda, el dignatario —quien dio cumplimiento a su agenda como parte de la visita que realiza al territorio el Comité Central del Partido Comunista y su aparato auxiliar— recordó el valor que entraña la obra de un trabajador social para todo cuanto se busca hacer en una comunidad.  

«Vengan acá los trabajadores sociales», dijo el Presidente Díaz-Canel a un grupo de jóvenes en el barrio La Caoba. Y subrayó que son ellos los que llevan años investigando, haciendo una labor profesional ante cada problemática social. «Se supone —reflexionó el Jefe de Estado— que hay un diagnóstico hecho, que tiene un enfoque sociológico, antropológico, de esencias del barrio, de cultura, de identidad. En eso hay que basarse».

El mandatario volvió al concepto de que, a partir de ese diagnóstico que saca a la luz los desafíos existentes, hay que consultar a los vecinos, los que dirán cuáles son las prioridades, y a partir de tal
definición, «se va a la asamblea municipal, y la asamblea municipal aprueba, haciendo un balance de todos los barrios que se están atendiendo, qué es lo que se puede hacer para mejorar problemas de infraestructura; pero aquí la esencia de todo esto es el trabajo social».

Esa labor, definió el Jefe de Estado, «tiene que ser la base, porque aquí lo primero es trabajar con la espiritualidad de la gente, con los sentimientos, en la educación, en la cultura». E hizo referencia a ir transitando desde lo asistencial —que no se desecha del todo si se trata de trabajo social— «a lo que la gente pueda hacer por sus propios esfuerzos, con el apoyo que les demos para encaminarlas», para que puedan participar, puedan transformar realidades, y se vayan integrando.

«No podemos hacer ninguna transformación social en el barrio si no tenemos en cuenta el trabajo de ustedes», reiteró a los trabajadores sociales; e hizo alusión al intercambio sostenido por él en la tarde del miércoles, desde el Palacio de la Revolución, con esos médicos del alma: «Es muy reconfortante —reflexionó— ver cómo ellos defienden las ideas fundacionales que tuvo Fidel con el movimiento, y es algo que tenemos que revitalizar, y tenemos que acudir a ellos, porque ellos son los que han ido calando en las esencias del barrio, en las particularidades de cada familia».

Díaz-Canel afirmó que esos artífices de la transformación social «se han convertido en confidentes, en los amigos de las familias, y eso ayuda mucho para todo lo que podamos transformar».

En La Caoba —donde los cambios estuvieron marcados por inversiones para que haya agua entre los pobladores, por el nacimiento de un espacio para hacer deportes, por la construcción de un punto de venta de alimentos, y el proyecto de una posta médica, y donde nacerán nuevas viviendas— el Presidente hizo énfasis en la posibilidad de que la comunidad vaya creciendo mientras resuelve sus principales problemas y obra el descubrimiento de sus propias fuerzas.

Antes de despedirse el Jefe de Estado quiso conocer sobre cómo están los ánimos y las opiniones a propósito del Código de las Familias. Hay algunas cosas, dijo, con las cuales uno puede estar más o menos de acuerdo, «pero yendo al conjunto de todos los derechos que defiende el Código», vale hacer un razonamiento y no perder de vista todas las buenas ideas que defiende el texto normativo.

Es un Código, argumentó el mandatario, que de cara al presente próximo y al futuro, garantizará derechos para todos los tipos de familias que hay en el país, que «da muchas posibilidades y garantías para los abuelos, para la gente de la tercera edad, para las personas que tienen discapacidad, para los que pueden estar en alguna situación de vulnerabilidad, para los niños».

Se trata de un Código, recalcó Díaz-Canel Bermúdez, «para que haya más armonía familiar, menos violencia familiar; yo creo que tiene una cantidad de virtudes emancipadoras que enaltecen la vida de la familia, que vale la pena votar por el Código».

Retomar lo mejor  del terruño

«¿Cómo entraste aquí?», preguntó el Presidente cubano a un joven trabajador de la Fábrica de Cerámica III Congreso, lugar que antes del duro golpe llegado con los años 90 del siglo XX, era emblemático en Isla de la Juventud,
y era también sello distintivo del territorio más allá de las aguas.  

El cubano de 36 años entró al mundo de la cerámica por el oficio de la carpintería de aluminio; se fue superando, paso a paso, y yendo de una especialidad a otra. Hasta hoy permanece. Pero muchos brazos y fortalezas partieron con el transcurso del tiempo. Y ahora se trata, como reflexionaba el mandatario, de rearmar buenas rutinas y talentos que se fueron desmantelando.

Luego de recorrer las grandes naves que alguna vez fueron vórtices de una producción intensa —pero que han sido impactadas por la obsolescencia, por carencias de algunas materias primas o de combustible—, luego de indagar por asuntos como el salario, o las condiciones actuales de trabajo o posibles inversiones ubicadas en el futuro, el Jefe de Estado afirmó que «si en algún lugar tenemos que hacer un experimento de desarrollo local es en la Isla».

«Me alegra mucho haber estado aquí, porque así uno se actualiza y ve las potencialidades que hay, y pensamos un poco en futuro», comentó el mandatario, no sin antes haber hecho referencia a las potencialidades del territorio para autoabastecerse y desplegarse en actividades como la del cultivo de cítricos o la forestal, donde habitan la tradición, y también las semillas de etapas superiores si se piensa en producción y en beneficios.

Al siguiente punto del recorrido llegó el mandatario bajo una fuerte lluvia, de esas que suelen ser frecuentes en la Isla de la Juventud durante los días de septiembre. En medio de una vegetación muy verde, Díaz-Canel conversó en la finca Máquina número Uno con el campesino Neuclides Beirut González, quien se destaca por la cosecha de cultivos varios, sobre todo del plátano.

Numerosas interrogantes extendió el mandatario al productor agrícola: ¿Cómo comercializas la producción? ¿La empresa te paga en tiempo? ¿Cuánto está ganando tu gente ahora? ¿Los trabajadores se mantienen estables? ¿Nunca has intercalado cultivos? ¿Cuál es el criterio sobre las nuevas medidas que se han ido aplicando al sector agrícola? ¿La producción ha podido ser vendida en divisas?

A esta última interrogante el productor respondió afirmativamente, y apuntó que gracias a ese dinero ellos han podido comprar zapatos y herramientas para los trabajadores, e incluso abono. Luego de un intercambio que abordó diversos detalles alusivos al rendimiento de la tierra y a la intervención de la ciencia en el empeño de agenciarse alimentos, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista habló sobre el valor que puede tener que el municipio identifique con cuántos campesinos como Neuclides se pueden encontrar las soluciones que el territorio necesita en materia de autoabastecimiento.

El Código de las Familias fue el tema que cerró el encuentro. El mandatario preguntó la opinión al campesino, y Neuclides expresó: «Somos revolucionarios». El Jefe de Estado comentó entonces: «Por ahí tenemos algunos revolucionarios machistas que no entienden algunas cosas».

Desde una sabiduría que suele acompañar a quienes conocen los misterios de la tierra, el productor agrícola compartió unas palabras que todos entendieron perfectamente: «Por esas cosas —y las cosas según el campesino son aquellas del Código, esas que han levantado la polémica en tiempos recientes— no vamos a dejar de ser cubanos».

El siguiente lugar visitado por el mandatario fue la Casa de Altos Estudios Jesús Montané Oropesa. Luego de escuchar una pormenorizada explicación ofrecida por Rafael Ernesto Licea, rector de la institución donde se estudian 22 carreras, el Jefe de Estado afirmó: «Esta es una universidad que no se ha detenido».

El centro cuenta con 26 doctores en Ciencias y 157 másteres. Acerca de ese trascendental logro el dignatario subrayó que «si no formamos doctores, no existen las poleas que muevan el desarrollo científico».

Durante el intercambio el Jefe de Estado también hizo alusión al valor de un sistema de diseño productivo, que sea robusto y local; dijo a estudiantes y profesores que ellos pueden ayudar mucho en tal concepción, y que muchas de sus ideas podrían ser útiles al escenario nacional.

El papel de la ciencia en el bienestar marcó casi todas las reflexiones de esa jornada. Allí se recordó que uno de los principales retos de la institución universitaria consiste en dar seguimiento a los 34 programas de la Estrategia de Desarrollo municipal, casi todos enfocados en la producción de alimentos.

De transformar sobre todo la dimensión espiritual de las personas, y hacerlo para bien; de la gestión de gobierno basada en ciencia e innovación y su valor para cada territorio del país; de estrategias de desarrollo local que hagan posible dejar atrás los impactos del período especial; de la ética como premisa cardinal para emprender el necesario y fino ejercicio de la política; de poner todo el empeño para que Isla de la Juventud recupere sus tradicionales frentes productivos. De todas esas ideas habló el mandatario; y en cada reflexión quedaba en pie la convicción de que solo con inteligencia y fuerzas propias Cuba podrá vivir la suerte del crecimiento

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