Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Bayamo, la ciudad de las primeras veces

Este 5 de Noviembre la Ciudad Monumento, referente en la historia nacional, llegó a 509 años

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— No hace mucha falta hoy, 509 años después, entrar a discutir sobre aquel nacimiento, que algunos señalan fue en Yara y otros aseguran en Palmas Altas.

Algún día podrá saberse la verdad, pero lo más importante es que Bayamo sigue aquí, bañada por su historia incomparable,  que la convierten en trozo de tierra único.

A partir de ese 5 de noviembre de 1513 o desde mucho antes esta zona geográfica –que no solo la villa o la posterior ciudad, sino toda su área de influencia, abarcadora de territorios actuales de Granma, Las Tunas, Holguín y Santiago- se convirtió en matriz de Cuba en muchos aspectos.

Fue en la Ciudad Monumento donde comenzó a practicarse el ajedrez en nuestro país (1518), algo que quedó publicado en el libro Bayamo y sus cosas, editado en Barcelona en 1835 y cuyo autor fue Antón Ruiz Valdespino.

Cada 5 de noviembre valdría evocar los hechos de aquel rescate asombroso en esta región, inspiradores del poema Espejo de Paciencia (1608), primera obra literaria cubana, escrita  por Silvestre de Balboa en territorios del actual Camagüey.

No pasemos por alto que de las manos del bayamés Joaquín Infante salió el primer proyecto de Constitución cubana (1812); ni que un hijo de estas tierras, llamado Manuel Cedeño fue libertador y general al lado de Simón Bolívar en los gloriosos campos de Carabobo.

La fecha también tendría que traernos a la memoria a uno de los más ilustres hijos de la ciudad a un abogado, periodista y filósofo, fallecido a los 82 años (1879), a quien algunos criticaron porque no se radicalizó al extremo; sin embargo, mandó a hacerse un epitafio hermoso en el que muchos deberían reflexionar: «Aquí yace José Antonio Saco, que no fue anexionista porque fue más cubano que todos los anexionistas».

Nunca pasemos por alto que de las manos del bayamés Joaquín Infante salió el primer proyecto de Constitución netamente cubano (1812); ni que un hijo de estas tierras, llamado Manuel Cedeño fue libertador y general al lado de Simón Bolívar en los gloriosos campos de Carabobo.

En esta porción de tierra Carlos Manuel de Céspedes, Francisco del Castillo y José Fornaris crearon, en marzo de 1851, La Bayamesa, nuestra primera canción trovadoresca y romántica.

Como si todo lo anterior no bastara, aquí empezamos a ser nación, no solo porque nuestros antepasados estrenaron la marcha guerrera que se convertiría en Himno Nacional, sino también porque colocaron en un espacio público el cartel de «Plaza de la Revolución», constituyeron el primer Gobierno patriota e inclusivo y defendieron con orgullo el  epíteto de  Primera Ciudad Libre.

Este 5 de noviembre volvemos a los poemas de Juan Clemente Zenea, fusilado y nunca bien estudiado; o a las estrofas de José Joaquín Palma, reclutador de Máximo Gómez en El Dátil y luego autor del Himno Nacional de Guatemala. Vemos quemado el mismísimo piano de Perucho Figueredo y entonces repetimos: ¡Qué grandeza la de aquella generación, que de los espacios señoriales se fue a vivir debajo de las palmas, entre sonidos de grillos por aspirar a la libertad!

Bayamo fue la primera ciudad que ganó el nombramiento de Monumento Nacional (1935) y resultó –junto a Santiago- motor de la epopeya emprendida por la Generación del Centenario.

Eso sí, no valen las evocaciones si no las vinculamos con el presente. No se trata de festejar el cumpleaños 509 o de maquillar la ciudad para cada noviembre. Se trata de ir más allá, de colocarnos a la altura de lo que antes se tejió con sacrificio y sangre, de levantar más que el nombre glorioso de Bayamo.

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