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Sensibles para los demás

Más del 12 por ciento de los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular son jóvenes. JR se acerca a la historia de dos de ellos, quienes coinciden en el valor de tenderle la mano a quien lo necesita para cumplir bien su nuevo rol 

Autores:

Dorelys Canivell Canal
Laura Brunet Portela

Pocas cosas han sido fáciles en la vida de Raidelys de la Caridad Díaz Sardiñas, pero son muchas las que ha podido vencer. Cada obstáculo ha constituido también un reto para su familia. Ahora cuenta sin desasosiego sobre lo desgarrador de salir del cobijo de su abuela para formarse como maestra; o de su indecisión para dejar el aula y a sus alumnos cuando la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) precisó de ella como funcionaria.

Esta cienfueguera de 28 años gusta de echar raíces donde le corresponde estar, se apasiona, y hoy otra vez se enfrenta con una «migración» necesaria y que le honra mucho.

«Ser delegada a la Asamblea Municipal del Poder Popular es una tarea muy difícil en estos momentos, un reto tremendo, pero si algo aprendí bien como maestra es a ayudar a quien lo necesite, a tenderle la mano a la persona que tenemos al lado», expresó.

Es la primera vez que la nominan y resultó electa como delegada. Tampoco había ocupado nunca cargos en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), pero no necesitó de un nombramiento para ser un ente activo de su comunidad.

Ayudar en la transformación de los barrios donde fueron elegidos es esencial en el trabajo del delegado. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

«Por mucho tiempo he sido como el brazo derecho de mi suegro, que es el presidente del CDR. De él y de otros que conozco he aprendido que un buen dirigente escucha, insiste y actúa siempre en consonancia con lo que el pueblo necesita».

Tales cualidades coinciden con las principales metas del Poder Popular,  que «tiene muchos desafíos, sobre todo a la hora de atender a las personas, tomar decisiones y ser sensibles ante los problemas de los demás», asevera.

Díaz Sardiñas tiene los pies bien puestos en su comunidad, y aunque solo reside allí hace nueve años, la conoce hasta las entrañas: «Algunos creen que cuando formas parte de la Asamblea Municipal pasas a una especie de élite, te extraen de tu entorno.

«Pero es todo lo contrario: hay que ir aún más adentro; tocar puertas, conocer a cada persona vulnerable, las madres, los abuelos, los pioneros... cuidar de las instituciones de tu circunscripción y acompañar al pueblo, que es lo más importante».

Ella entiende bien que algunas soluciones no están en sus manos, pero todo aquello que requiera su empeño, lo tendrá: «Sé que voy a trabajar mucho, y ese es mi compromiso. Tengo una familia que me apoya en todo y que no pondrá peros para que labore en esta importante tarea, con todo el sacrificio y la constancia que merecen mis vecinos», expresa confiada.

Hoy licenciada en Marxismo-Leninismo, evoca siempre el origen humilde de su abuela, casi analfabeta, que con tanto amor le enseñó a sentir a Cuba y a luchar por ella: «Creo que ver a mi abuela criar a sus siete hijos con tanto esfuerzo y hacerse cargo de mí me preparó para asumir con mucha sensibilidad esta tarea y ayudar a personas que como mi Cándida así lo necesiten», cuenta, sin poder evitar que cristalicen sus ojos ante el recuerdo de quien fue su madre desde los siete años.

Raidelys ha formado su propia familia. Tiene una pequeña de apenas dos años que no entiende aún de sus madrugadas y largas noches de trabajo, pero un día comprenderá por qué mamá lo hace: «Tengo muchas personas a mi alrededor que me apoyan en todo lo que haga falta, que siempre me dicen: tú sí puedes. A ellos tampoco los puedo defraudar».

Conducir con amor

A sus 37 años, Joan Díaz Álvarez distingue por su entrega y disciplina en el trabajo. Así ha sido desde que, recién graduado, fue ubicado en la Escuela de Profesores de Educación Física Manuel Piti Fajardo de la cabecera municipal de Pinar del Río, valores que fortaleció cuando pasó a ser cuadro profesional en la UJC.

En la actualidad se desempeña como funcionario del Comité Provincial en Pinar del Río para atender la esfera de Jóvenes trabajadores y combatientes.

Padre de un niño de diez años, Joan es reconocido en su barrio natal por ser buen vecino, de esos que coopera siempre que hace falta y se involucra en los procesos políticos que a nivel de comunidad se gestan. Esas cualidades le valieron la confianza de los electores para ser elegido como delegado de la circunscripción 62 del consejo popular San Vicente, una localidad con importantes afectaciones por el paso destructor del huracán Ian.

«En estos momentos estoy familiarizándome con las problemáticas de la comunidad, que no son nuevas para mí, por supuesto, y radican fundamentalmente en el abasto de agua, el alumbrado público, el estado de los viales, las condiciones estructurales de la bodega, y las condiciones de las viviendas, un aspecto en el que se suman casos con daños de este ciclón y pendientes de eventos anteriores», precisa este joven de hablar pausado.

«Otra arista importante a tener en cuenta aquí son las complejidades de los casos sociales. He estado en diálogo con la trabajadora social y tenemos pocos asistenciados, pero en situación de vulnerabilidad hay varios, en su mayoría personas de la tercera edad que viven solos, y algunos encamados, entre otras circunstancias».

De momento, el nuevo delegado tiene pensado, una vez que  concluya el proceso de entrega, definir el día para atender a la población, tal y como está establecido, con un horario fijo. «Hay que trabajar mucho con la gente, con los factores de la comunidad y, sobre todo, ser justos. Para eso hay que poner el corazón y no tomar las decisiones solo, siempre es bueno hacerlo en consulta con los CDR, la trabajadora social...

«Si algo puedo aportar a la Asamblea Municipal es herramientas de planificación y organización en el trabajo. Es algo que aprendí en la UJC y es muy útil, porque cuando se planifica y controla en ciclos de dirección los procesos salen bien. Ahora pienso formar unas brigadas dentro de la circunscripción, con ayuda de los carpinteros y albañiles que viven allí, para darles una mano a quienes más lo necesiten».

También se empeña en establecer y organizar las prioridades de trabajo para conocer los hogares damnificados, sus posibilidades económicas, la situación real de cada uno y dar una respuesta en la medida de lo posible a cada caso.

Este joven sabe que debe hacer un tiempo para todo: para conducir la comunidad que lo ha visto crecer; para ser fuerte cuando sea necesario y también para atender a su propia familia.

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