Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una chica «atómica» es candidata por Guáimaro

La estudiante de la Universidad de Camagüey Laura Bacallao Padrón se define como eterna inconforme, una joven en constante crecimiento profesional

Autor:

Yahily Hernández Porto

 CAMAGÜEY.— La historia familiar de Laura Bacallao Padrón, de 22 primaveras cumplidas, habla por sí sola de su optimismo y alegría para vencer obstáculos. Cuenta su madre, Eliette Padrón Hidalgo-Gato, que su bebé dio «bateo» para nacer el 18 de febrero de 2001, justo a las 12:05 a.m.

Los médicos del hospital materno Ana Betancourt lo dieron todo para que tanto su niña como ella sobrevivieran, pues en esos días de alumbramiento tuvo que enfrentar una infección meningocóccica y una crisis de asma. Laurita vino al mundo con pinta de ser muy activa y luchadora para alcanzar sus sueños.

La intuición de mamá no andaba desacertada, porque la hoy estudiante de 4to. año de Periodismo es todo un «personaje atómico» en los históricos pasillos y aulas de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz (Ucial), donde la han visto destacarse como presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y ahora también como candidata a diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP).

Su activismo y trayectoria estudiantil le han permitido resaltar dentro de las paredes del recinto universitario y en su querido barrio de Sánchez Soto, donde la conocen hasta las mascotas, pues, como contó a JR,  Laura ha crecido en un hogar humilde en el que conviven cuatro generaciones: «Están mis abuelos, Pedro e Hilda; mi madre, mi hermanita Yoseline Ramos y yo. Como familia nos apoyamos en todo. No sería esta Laura sin el consejo de mis seres queridos».

Así comenzó el diálogo del diario de la juventud cubana con la intrépida muchacha, quien por esto días anda  «a millón», como me dijo antes de partir hacia comunidades distantes, en el municipio de Guáimaro, territorio por donde fue nominada candidata a diputada.

«Sentí gran orgullo al saber que fui propuesta por Guáimaro, tierra sagrada para la patria porque allí se firmó la primera Constitución de la República en Armas. Eso me motiva a amar esta localidad más que antes. He conocido a tantas personas lindas y humildes, a tantos cubanos y cubanas que hacen nuestro país más gigante de lo que una vez imaginé».

Laura no olvida agradecer la confianza de todos sus compañeros y profesores, en especial su rector, Santiago Lajes Choy, quien ocupa un lugar excepcional en su formación como dirigente.

Ama el diseño, dibujar y jugar ajedrez (lo que extraña por falta de tiempo). Pero sobre todo a su periodismo, a pesar de venir de una familia de ingenieros y médicos.

Sin dudar se define como una eterna inconforme, una joven en constante crecimiento profesional y ávida de aprendizaje. «Todo lo que hago trato de hacerlo desde esa perspectiva», asegura, y recuerda su primera publicación en Adelante, el periódico de la tierra agramontina.

—Cuando te anunciaron que fuiste nominada, ¿qué sentiste?

—Quedé sin habla. Yo conocía de las intenciones de los estudiantes y de su propuesta, pero nunca sospeché que podría ser nominada entre tantas personas buenas, con trayectoria y responsabilidades.

—Y en casa, ¿cómo asumieron la noticia?

—Prácticamente igual. Pero nuevamente la familia me apoyó.

—¿Y los amigos?

—Todos contentos por la noticia. Vecinos, amigos, estudiantes, maestros, conocidos… en fin, todos me felicitan y apoyan. He recibido cientos de muestras de cariño. A otros, los más distantes, les he tenido que explicar que en Cuba hay espacio para todos en el Parlamento, incluso para una estudiante humilde de Camagüey. Ahí radica el mérito de nuestro proceso: nadie queda olvidado. Nunca nadie me preguntó si tenía dinero para una campaña, solo mi disposición a cumplir, y eso hace grande a mi país.

—¿Representar a una tierra de ganaderos constituye un desafío?

—Sí, pero tampoco es un reto inalcanzable. Conocer el calor que desprende la gente de campo, sus sacrificios y dificultades en los escenarios rurales del país,  no solo implica mayor responsabilidad, sino también me da conocimientos suficientes para desarrollar mañana un periodismo más apegado a nuestra realidad.

«Yo estoy asumiendo esta nueva etapa de mi vida como una escuela práctica para ejercer mi profesión, a la que nada le es ajeno en la sociedad. Esa es mi mayor enseñanza».

—¿Y como estudiante?

—Nada me es ni me puede ser ajeno. Cada debate juvenil, cada sugerencia, razonamiento y decisión será siempre desde mi procedencia como estudiante.

—¿Y el barrio?

—Ser candidata significa ejemplo personal en todos los escenarios. Además, creo que la FEU tiene una responsabilidad indisoluble con el barrio, con la comunidad, y eso hay que entenderlo como uno de los propósitos fundamentales de la organización estudiantil.

«Ese vínculo nos fortalece e identifica como una organización que se consolida y crece junto a su gente y desde el barrio, a través de proyectos comunitarios. Esa es una mirada importante, un tema que hay que fortalecer y consolidar».

—Y al ser mujer, ¿cuánto te aporta ser candidata?

—La verdad que una se transforma por segundos. Cuando conozco, por ejemplo, a la mujer rural, sus realidades, sus perspectivas y sueños, eso me nutre, me cambia. Ser mujer es la condición que me define para llegar a esa multiplicidad de familias que hay en Cuba, y además me posibilita un diálogo inmediato, más cercano, con madres, abuelas, hijas… Todo ello me fortalece para ayudar a construir un debate más parecido a Cuba y su gente.

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