Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Dos generaciones diferentes, unidas por preservar nuestra Revolución

Discurso del Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, en la ceremonia de inhumación de los restos del general de cuerpo de ejército Julio Casas Regueiro, y del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja

Autor:

Juventud Rebelde

Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana.

Compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República.

Queridos familiares del general de cuerpo de ejército Julio Casas Regueiro y del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, cuyos restos también descansarán desde hoy en este histórico sitio.

Compañeras y compañeros:

La naturaleza bella y silenciosa de este sagrado y solemne lugar de la Patria, que tanta proeza libertaria atesora, nos convoca hoy para reunir en la eternidad las cenizas de dos hombres de generaciones diferentes, pero que la vida entrelazó de manera ejemplar, en el empeño de materializar e impulsar varios de los sueños, ideas y orientaciones de los líderes fundadores de la Revolución, encaminadas a edificar un futuro de prosperidad sostenible para nuestro pueblo.

No es casual que este nuevo encuentro se lleve a cabo en la cercanía del nicho que tempranamente previó el Jefe del II Frente Oriental Frank País, nuestro General de Ejército, para su reposo final junto a su eterna novia, la inolvidable Vilma.

Con profundo respeto y admiración se depositan en este monolito, las cenizas del general de cuerpo de ejército Julio Casas Regueiro, que ya reposaban aquí desde el año 2011, y las del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, fallecido el pasado año.

Hablar de la entrañable relación que existió entre Julio Casas y Luis Alberto, que es nuestro propósito en esta ocasión, me hace sentir emocionado e incluso conmovido, al tener lo que considero un inmerecido privilegio. Cierto es que la vida me vinculó de manera muy cercana a ambos, de los cuales aprendí y me formé como cuadro.

Nada más elocuente para caracterizar esta relación, que la propia afirmación de Luis Alberto, de que tenía el privilegio de contar con tres padres, el general de división Guillermo Rodríguez, el General de Ejército Raúl Castro Ruz y el general de cuerpo de ejército Julio Casas Regueiro, a quien cariñosamente también le llamaba el tío.

Al recordar al general Julio Casas, viene a mi mente su agudeza para trabajar con los más jóvenes, con los que se iniciaban en una actividad, partiendo siempre de un ineludible principio, sus convicciones revolucionarias.

En Luis Alberto encontró un terreno fértil, un oficial joven con capacidad intelectual con el cual trabajó y contribuyó a su formación. En ese objetivo le asignó responsabilidades, le confió complejas tareas, le señaló aciertos y errores, algo cotidiano en él, y le brindó su apoyo y ayuda cuando fue necesario.

Esta cualidad fue una línea de conducta nunca abandonada por aquel joven capitán del Ejército Rebelde, combatiente del II Frente que se desempeñó como jefe militar exitoso en cada una de las responsabilidades asignadas por el Comandante en Jefe y el General de Ejército Raúl Castro Ruz; línea de conducta que aplicó con sus subordinados y compañeros en general.

Recordamos en este momento la propuesta para ocupar el cargo de Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que fuera presentada en el 2008 por el propio General de Ejército ante la Asamblea Nacional del Poder Popular. Sirvan estas breves ideas, expresadas en esa ocasión, para caracterizar su brillante trayectoria, cito: «Yo, que he criticado a todos los generales de las Fuerzas Armadas, y en las reuniones también me he criticado yo, no recuerdo haberle hecho durante estos últimos 50 años ninguna crítica de consideración al compañero Julio Casas, salvo la de, como decimos los cubanos, ser muy tacaño, pero de ahí se derivan sus éxitos en el frente económico, entre otras actividades, en el Ministerio de las Fuerzas Armadas», fin de la cita.

Sus virtudes revolucionarias y personales se reflejan, entre tantos demostrados méritos, en su brillante ejecutoria militar, su temprana militancia en el Partido, su condición de combatiente de Playa Girón e internacionalista, Héroe de la República de Cuba y Héroe del Trabajo.

Luis Alberto desde su infancia mostró apego y lealtad a los principios y valores de la Revolución, influido por la educación recibida en el seno de una familia de fuertes convicciones revolucionarias.

Su preparación profesional lo vincula directamente con la actividad económica del país y las FAR, en particular después de concluir la licenciatura en Relaciones Económicas Internacionales, en la entonces Unión Soviética, y cumplir su servicio social en el Ministerio de Comercio Exterior.

La vida le posibilitó aprender y actuar en condiciones difíciles. El período especial, tras la desaparición del campo socialista, marca un hito en esta empática relación con el general Julio Casas, cuando bajo la orientación directa del General de Ejército Raúl Castro Ruz, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y su sistema empresarial, juegan un rol determinante en la economía y en la defensa del país.

En este escenario, la necesidad de aplicar nuevas fórmulas, demandó no solo fortaleza política, sino inteligencia, sagacidad, audacia y creatividad, cualidades presentes en Julio Casas y Luis Alberto. Ambos estudiaron, investigaron, analizaron, conocieron experiencias internacionales y propusieron a la dirección de la Revolución acciones concretas, muchas de las cuales dirigieron e implementaron con resultados satisfactorios.

Juntos vivieron, con demostrada intransigencia revolucionaria, tensos momentos durante las difíciles negociaciones que se desarrollaron con examigos del campo socialista. Ambos supieron priorizar acciones para lograr ingresos financieros, burlar el bloqueo, sin descuidar la garantía de la defensa nacional.

Cuando en octubre de 1996, a propuesta del Ministro de las FAR, el Comandante en Jefe aprobó la constitución de una organización empresarial, integrada por diferentes entidades con disímiles objetos sociales, con el principal objetivo de obtener ingresos en divisas y a partir de su demostrada capacidad y preparación, se designa a Luis Alberto para dirigirla, sin dejar de cumplir sus deberes al frente de un órgano económico-financiero del Minfar. 

El empeño y la consagración de Luis Alberto al frente de esta responsabilidad, nos permite afirmar que la misión que le fue asignada fue cumplida con creces y que nos deja como legado una organización, conocida por todos como el GAE, donde impera, como líneas de conducta, la ética, el orden, la disciplina, el control, la modestia y la eficiencia.

No podría concluir esta apretada síntesis sobre la obra que nos lega Luis Alberto, sin recalcar un rasgo que siempre le caracterizó: la permanente lealtad al General de Ejército Raúl Castro Ruz, a quien además de su jefe, lo consideraba un verdadero padre. Tampoco puedo dejar de mencionar un rasgo en su conducta, el amor, la atención a sus hijos y nietos y el empeño que siempre puso en la formación de estos. Hoy puedo afirmar que la vida lo premió en ese noble propósito.

Con el respeto y cariño que sentimos todos en este momento, solo deseo añadir con la fuerte emoción que me embarga, que tales ejemplos tenemos que reproducirlos, porque constituyen paradigmas de cómo pueden avanzar y convivir generaciones diferentes, unidas en el objetivo común de preservar nuestra Revolución y sus conquistas sociales.

Consciente de que no es posible resumir el aporte personal de Julio Casas y Luis Alberto a la obra de la Revolución, sirvan estas breves palabras como un justo y merecido reconocimiento a su ejemplar conducta.

Llegue también este reconocimiento a sus familiares y compañeros de trabajo, que le acompañaron y apoyaron por siempre en el noble propósito que caracterizó sus vidas.

En estos momentos complejos que vive la patria, debemos tener presente el pensamiento económico de Julio y Luis Alberto, aprender y aplicar de una vez y por todas a trabajar como ellos lo hicieron, sin fanfarrias, sin complacencias, sin protagonismos innecesarios, con sistematicidad y honestidad, teniendo como premisa el concepto de Revolución de Fidel y el Sí se puede de Raúl.

 

Muchas gracias.

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