Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Monta, que te quedas!

Ese es el espíritu que pude ver, escuchar, sentir, en el 12mo. Congreso de la UJC. Todos somos y seremos parte de este intempestivo viaje. Así que no lo pienses más, quien quiera que seas, cualquiera que sea tu credo y tu voz, si deseas aportar al futuro: ¡Monta, que te quedas!

Autor:

JAPE

Caminar por los pasillos y participar en las diferentes comisiones de este 12mo. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), además de inundarme de cierta nostalgia de los tiempos pasados, de otras citas y de tanta juventud, me ha despertado el interés y hasta me ha devuelto cierto optimismo.

Después de escuchar varias opiniones y debates, donde con toda sus fuerzas, y ese ímpetu que los años mozos nos regalan, algunos delegados e invitados han defendido sus puntos de vista de una manera diferente a la que a veces vemos en los espacios informativos y de corte social, no me queda más que decir: ¡monta, que te quedas!

Esta es una expresión muy cubana, que ha tomado nuevos modos en el habla popular, el arte y particularmente en la música, y cuyo origen se refiere a tomar el ómnibus en cuanto se detenga en la parada (o donde determine el chofer); pero también significa que debes ser ágil, no esperar «la próxima guagua» (o gazella, para estar más a tono), porque es el ahora o nunca.

La frase me pareció ideal, cuando alguien comparó estos tiempos tal si fuéramos en un tren en el cual hay que subir y sobre la marcha enderezar el camino. Y nunca mejor dicho, porque el camino es de hierro, como debe ser la voluntad de quienes se disparen desde el andén hacia el primer vagón, o el coche que indique tu papeleta.

Todos somos necesarios en este tren que no puede dejar a nadie esperando en la estación, como a Penélope, que ya debe haber envejecido desde que nació en 1969, compuesta por Augusto Algueró y popularizada en la voz de Joan Manuel Serrat.

Son estos otros años en los que a través de la ventanilla vemos correr un entorno diferente, con actores sociales diversos y una devastada economía que no debemos olvidar, aunque vayamos en la locomotora. Con más razón, desde allá arriba, en el timón del ferrotransporte, es que debemos aguzar más nuestra vista para no dejar a nadie atrás, para no «volarnos» ninguna parada, ningún pasajero, porque todos cuentan.

Y ese es el espíritu que pude ver, escuchar, sentir, entre tanta juventud que admiro y añoro, que amo discretamente desde un mullido asiento. Y aunque vamos en un tren, no hay tiempo para armar el chuchuchú, ni decir a alguien: ¡no vas! Todos somos y seremos parte de este intempestivo viaje. Así que no lo pienses más, quien quiera que seas, cualquiera que sea tu credo y tu voz, si deseas aportar al futuro: ¡Monta, que te quedas!

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