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Angélica y sus desvelos por la salud colectiva

Desde el Centro Nacional de Biopreparados, ubicado en Bejucal, Mayabeque, una joven comparte con este diario sus experiencias en el desarrollo de productos destinados a la preservación de la salud de la población

 

Autor:

Darian Bárcena Díaz

 

BEJUCAL, Mayabeque.— En un mundo secuestrado por la frivolidad y el individualismo, es venturoso hallazgo encontrar a personas dispuestas a colocar el bienestar colectivo por encima del personal. Esa es una de las convicciones que abunda en el Centro Nacional de Biopreparados (Biocen), donde cada trabajador dedica jornadas y empeños a la concepción, diseño y fabricación de productos que repercuten en la salud de la población.

En sus entrañas se labora con sapiencia, a veces a deshora, y allí los jóvenes tienen un rol esencial, como en casi toda misión que a ellos se les confía.

Con ese espíritu de desprendimiento y altruismo, Angélica María Machado Miró se entrega a sus labores, convencida de que su esfuerzo es vital e improrrogable para toda una nación. Desde su mesa de trabajo, se aparta del microscopio y concede unos minutos de diálogo a Juventud Rebelde.

Dueña de un discreto carisma y de una sólida preparación profesional, la científica lidera, desde noviembre de 2024, el Grupo de Diagnóstico Microbiológico de la Dirección de Investigación y Desarrollo de Biocen. Desde su incorporación a la entidad, en 2022, tras su egreso como Licenciada en Ciencias Farmacéuticas, ha perfeccionado los conocimientos adquiridos en la academia y los ha confrontado con situaciones prácticas, fuera del entorno aséptico de la escuela, para enriquecer sus habilidades y competencias.

«El grupo que dirijo se encarga de desarrollar medios de cultivos, transporte y conservación para microrganismos (bacterias, hongos, levaduras). Durante la pandemia de COVID-19, también concebimos un medio de transporte para la preservación de las muestras de SARS-CoV-2.

«Esa tarea la encomendó la dirección de Biocen, y en una semana se diseñó un medio con similar calidad a la de productos extranjeros de ese tipo, costosos en el mercado internacional. Eso nos garantizó la posibilidad de ahorrarle recursos al país, nos brindó soberanía tecnológica y, a la par, aseguró una solución nacional para la alta demanda de aquel momento. Fue una experiencia tremenda, según me contaron: yo aún no trabajaba acá.

«El empleo de ese dispositivo no concluyó con el coronavirus. En este momento, evaluamos su uso en el transporte de muestras que pueden contener otros microorganismos, como clamidia, mycoplasma y ureaplasma, que se contagian a través del contacto sexual», comentó.

Angélica María Machado Miró lidera el Grupo de Diagnóstico Microbiológico de Biocen, empresa de alta tecnología perteneciente a Biocubafarma. Foto: Darian Bárcena Díaz

―Además de ese proyecto, ¿qué otros resultados ha tenido el área que diriges dentro de Biocen?

―Obtuvimos el registro sanitario del medio Hemocen Anaerobio, un producto dedicado a la detección de microorganismos presentes en la sangre. En este caso, trabajamos para su introducción en el mercado nacional y, si es posible, en el internacional, lo que representará, sin dudas, un importante logro para la salud de la población y para las finanzas del país, dentro de la sustitución de insumos que habitualmente se importan.

«Además, desde el Grupo de Diagnóstico Microbiológico estamos comprobando la idoneidad de un medio llamado Cromocen Salm, para la detección de salmonella y otras enterobacterias. Pretendemos registrarlo en la norma cubana para el análisis de los alimentos, y fomentar su uso en exámenes rutinarios para asegurar la calidad de esos nutrientes, y también del agua embotellada.

«Por lo regular, las enterobacterias, en especial la salmonella, son difíciles de obtener para analizar y, una vez que esto se logra, deben realizarse análisis adicionales para confirmar que se trata de esos microorganismos, los cuales pueden llegar a causar brotes epidémicos, con peligros para la vida.

«Cromocen Salm no solo logra detectar la presencia de la salmonella y diferenciarla de otras enterobacterias, sino que favorece el crecimiento de salmonella en un medio controlado para su mejor análisis y evita esa serie de pruebas complementarias de las que hablaba anteriormente. Es decir, facilita un diagnóstico más rápido, y casi podemos asegurar la definición de género y especie; por tanto, optimizamos el tiempo y los recursos y se obtiene un dictamen certero».

―También han incursionado en un proyecto relacionado con la nanotecnología para el diagnóstico microbiológico. ¿En qué consiste esa iniciativa y qué beneficios implica?

―Estamos inmersos en un proyecto de nanotecnología con un producto nombrado Fluorocen Rapid Uri, un medio líquido dispensado en tubo. A ese envase se le añade, por ejemplo, una muestra de orina y con la ayuda de una lámpara de luz ultravioleta, se logra determinar, en solo cuatro horas, si hay o no una infección.

«Trabajamos en la mejora de ese medio porque un rápido resultado puede tener un impacto en la salud de una persona y hasta en la preservación de su vida. La diferencia con los medios de referencia a nivel internacional es que demoran entre 24 y 48 horas para completar un diagnóstico que implica, además, una serie de exámenes adicionales.

«También permite que el personal médico y de laboratorio se concentre en las muestras positivas y no desperdicie tiempo en el análisis de otras que ya han sido catalogadas como negativas. Así se optimiza su labor».

―En un escenario en el que muchos jóvenes prefieren otras opciones más atractivas desde el punto de vista económico, ¿cuál es tu motivación para continuar en Biocen, incluso, con el éxodo de personal y la consiguiente sobrecarga de trabajo?

―Me encanta lo que hago y me siento muy bien en el centro. Biocen es una escuela que me acogió desde mi etapa de estudiante cuando realicé prácticas preprofesionales. Aquí las personas de más experiencia me enseñaron, me ayudaron y guiaron, y aún hoy lo siguen haciendo, más allá de los elementales deberes de una tutoría.

«Entonces, también tengo una deuda de gratitud con ellos y eso me compromete a actuar de la misma manera con todos los colegas que se integran a nuestro centro. Ese espíritu de los bioceneros me ha marcado mucho.

«Ha habido éxodo de trabajadores, es cierto. Pero, incluso, con ese inconveniente sigo pensando en la utilidad de lo que hago, de todo aquello que esta institución representa en favor de la vida de la población. Eso me motiva a seguir trabajando y esforzarme más, porque sé que puedo ayudar a detectar una enfermedad o salvar una vida».

Así piensa Machado Miró, una novel científica en cuyo material genético sobresalen el altruismo y la filantropía.

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