A nivel de país se reconoce la necesidad de producir el almidón de sagú, debido a sus beneficios comprobados Autor: Cortesía de Isel Silva Ricardo Publicado: 30/07/2025 | 09:28 pm
HOLGUÍN.— Estaba por finalizar el año 2020 y el mundo se encontraba sumido en una crisis a raíz de la pandemia de la COVID-19. Una frase, Fuerza Cuba, motivó a la investigación de una inquieta doctora holguinera, enfocada en brindar soluciones desde la ciencia.
Así rememora Alma Torres Gómez de Cádiz Agüero, máster en Seguridad Biológica en Salud Humana, los inicios del Proyecto Intersectorial Maranta Cuba, dedicado a promover el cultivo de la Maranta arundinácea Linn (Sagú), debido a su impacto beneficioso en las esferas socioeconómica y nutricional.
«Conocía del sagú porque se lo había dado a mi niña cuando era pequeña, por la descompensación de una enfermedad diarreica, y la mejoró mucho. Es por ello que, en medio de aquel difícil contexto de la COVID-19, se me ocurrió demostrar científicamente las propiedades proteicas y digestivas de esa planta», relata la doctora.
El cultivo es conocido en los campos de la región centro-oriental de Cuba por su alto contenido de proteínas, que lo sitúa como parte de la dieta imprescindible de bebés, ancianos y convalecientes de determinados padecimientos en las zonas rurales.
«Por nuestra parte, hicimos un tamizaje, es decir, el estudio químico de los metabolitos de la planta, para validar sus propiedades. Este demostró que posee proteínas, grasas, aceites esenciales y polisacáridos», dijo Alma.
«Además, es conocido en la bibliografía de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que posee los diez aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales», complementó.
Luego de confirmar los beneficios que describían los abuelos campesinos, comenzó el estudio bibliométrico que validó el posicionamiento del sagú a nivel mundial.
Con ese dato en las manos, había que definir si el almidón de sagú cubano podía competir con sus semejantes internacionales. ¿Cómo hacerlo? La respuesta fue un estudio microscópico que evidenció las características, de primera, del autóctono de Cuba.
«El estudio se ha ido profundizando, pues el proyecto ya cuenta con cinco años. Hemos pasado por diferentes fases, hasta demostrar, por ejemplo, su valor como aditivo en las producciones alimentarias.
«En el mundo también es adquirido por la industria farmacéutica para usarlo en la compresión de tabletas, y por la industria cosmética como base para la elaboración de diferentes productos», explicó la doctora.
Extender el cultivo
Como parte del proyecto, se comenzaron a visitar las pequeñas parcelas de algunos productores. Luego de un trabajo periodístico publicado en el semanario ¡Ahora! creció el interés sobre el tema.
En ese sentido, el sistema de Desarrollo Territorial del municipio de Sagua de Tánamo, capital del Plan Turquino en esta nororiental provincia, decidió integrarse al proyecto, con el Consejo de la Administración Municipal como ejecutor principal de la siembra en las tierras de esa localidad.
«Se han unido otros municipios del territorio y también otras provincias, como Guantánamo, Villa Clara y Cienfuegos. Ha sido un aprendizaje sistemático. Por ejemplo, se desconocía que se podía sembrar dos veces al año, cada seis meses, escogiendo los rizomas (raíces) más grandes», explica la especialista.
La Delegación territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) se integró para validar los cultivos en las montañas holguineras, y en estos momentos los involucrados se encuentran enfrascados en la consolidación de una minindustria para elaborar almidón de sagú y otras producciones.
«El proyecto pretende fomentar el cultivo de 23 hectáreas de sagú en diferentes áreas, en la zona baja, la premontaña y la montaña, y a continuación
realizar una comparación de las propiedades, rendimientos y características físico-químicas del almidón y la harina que se obtenga», dijo Juan Arabel Miranda, especialista del Citma en Sagua de Tánamo.
«En estos momentos nos encontramos en la fase de siembra de dos hectáreas, con rizomas autóctonos de nuestro municipio, 0,6 hectáreas en la montaña y 1,4 en la zona baja. Pretendemos llegar a tres hectáreas.
«Esto nos permitiría sembrar, a finales de año, 12 hectáreas con nuestras propias semillas y poder iniciar el procesamiento. Para 2026, ya estaríamos en condiciones de sembrar las 23 hectáreas, además de poder comercializar semillas de sagú», adelantó el representante del Citma.
Investigación con espíritu joven
«Sin los jóvenes, este proyecto no hubiera podido lograrse», aseguró la doctora Alma, quien reconoce el valor de las nuevas generaciones para lograr un trabajo integral, que enriquezca los aportes científicos.
Isel Silva Ricardo se desempeña como especialista en Comunicación y Marketing en el Centro de Desarrollo de la Maquinaria Agrícola de Holguín. Su vínculo con el proyecto data de su etapa universitaria, mientras estudiaba Gestión Sociocultural para el Desarrollo, y se ha mantenido hasta hoy.
«Yo ni sabía lo que era el sagú, aunque creo que mi abuela me lo dio cuando era chiquita, por eso nos dimos la tarea de evaluar los conocimientos de la población sobre el tema. Para ello, nos
dirigimos a los productores, que lo sembraban en pequeñas parcelas y lo destinaban al consumo familiar.
«Allí nos explicaron lo rudimentario del proceso de obtención del almidón, por lo que no les era viable producir grandes cantidades. Hicimos un estudio combinado, a partir de encuestas de comunicación y análisis de mercado. Luego comenzamos el estudio bibliográfico», comentó la joven.
Yurisander Velázquez Gómez, programador de Cultura a nivel provincial, se ha vinculado muy de cerca al proyecto, desde la parte del marketing. A raíz de su encuentro con la doctora, comenzó a interesarse por esta planta, desconocida entre la población citadina, pero muy demandada en zonas rurales.
«Pudimos comprobar el conocimiento que hay en el mundo sobre el tema. Por ejemplo, encontramos a Colombia, uno de los principales exportadores de la región, que mantiene centenares de hectáreas de ese cultivo», argumentó el joven.
«En Cuba no existe un mercado formal ampliado para su comercialización, a pesar de las potencialidades con las que cuenta el país para su desarrollo. Creo que tenemos que ponerle el ojo, pues, tanto en importaciones como en exportaciones, resultaría muy rentable», afirmó.
«Sin los jóvenes, este proyecto no hubiera podido lograse», asegura la doctora Alma. (De izquierda a derecha: Alma, Isel y Yurisander). Foto: Cortesía de Isel Silva Ricardo.
Valiosas alianzas
Entre los principales aportes del proyecto está la demostración de las bondades del sagú como alimento para niños celíacos, al no tener gluten, lo que puede contribuir a la sustitución de importaciones y, en consecuencia, un considerable ahorro económico.
«Estamos creando convenios con los profesionales que se encargan de las investigaciones vinculadas con la industria alimentaria, para que la minindustria cuente con mayor tecnología y propiciar su eficiencia», destacó la doctora.
«Hemos recibido mucho apoyo de los gobiernos municipales, del Partido y de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR). Luego de la participación en diferentes eventos, como el Congreso de Medicina Familiar, el Encuentro de Mujeres Creadoras y Cubaindustria, podemos decir que Cuba apuesta por el proyecto», afirmó Alma.
Según argumenta, a nivel de país se reconoce la necesidad de producir el almidón de sagú, debido a sus beneficios comprobados, y el objetivo es continuar fortaleciendo las alianzas con otras provincias para que sea una certeza en los campos de nuestro archipiélago.