Cuba dejó una huella meritoria en el reconocido certamen internacional. Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 31/07/2025 | 10:28 pm
SANCTI SPÍRITUS.— Sentada entre el auditorio internacional, Leticia Merlo Alfonso —Lety como más prefiere—, escuchaba atenta los nombres de todos los reconocidos en la 57ma. Olimpiada Internacional de Química (IChO, por sus siglas en inglés), con sede en los Emiratos Árabes Unidos. Los nervios en efervescencia, las manos apretadas entre sí, los ojos esparramados, mientras que no salía el suyo por el moderno equipamiento de audio, hasta que, cuando ya había perdido la esperanza, oyó con total claridad «bronze medal» (medalla de bronce).
«Cuando dijeron el nombre del primero de nuestros compañeros, nos pusimos todos muy felices y muy nerviosos. Pero cuando anunciaron el mío no sabía qué hacer. Subí normal y al ver a mis entrenadores riéndose y alentándome, me dieron muchas ganas de llorar. Ahí caí en cuenta de lo que realmente pasaba».
—¿Y lloraste?
—No. —responde en ráfaga, mientras suelta una sonrisa que deja escapar la misma ingenuidad de la niña que con 12 años descubrió el placer de leer.
«A esa edad encontré que mi pasión era leer historias y artículos científicos porque en ese acto viajas y conoces tanto que no hay límites. Desde ese momento la lectura forma parte de mi vida».
Habla con soltura. Y mucho más cuando se detiene ante átomos y moléculas. Química fue una asignatura que en la secundaria básica le sedujo, pero no fue hasta que matriculó en el Instituto Vocacional de Ciencias Exactas, (IPVCE) Eusebio Olivera, de Sancti Spíritus, donde Agustín Plasencia Calero —el profesor cubano con mejores resultados en certámenes nacionales e internacionales— le mostró un universo único.
«Desde la primera clase me dije: esto es para mí porque es muy desafiante, entretenido y disfrutable. Desde la secundaria participaba en casi todos los concursos de casi todas las asignaturas. Eso también me gusta».
Enamorada también de los números, Lety cuenta que en más de una ocasión los entrenadores de Matemática intentaron «robarla» para su equipo; mas ella apostó por las probetas, pipetas y tubos de ensayo.
«Todavía se lamentan que no haya sido su concursante —y vuelve a sonreír, ahora con picardía—. Pero es que la química es mágica y ya es imprescindible en mi vida. Cada vez que ves un experimento y constatas los cambios de colores, las cosas que surgen, te enamoras más y más».
Fue así que desde los primeros meses en el instituto perteneciente a la enseñanza preuniversitaria, esta hija de Placetas, con residencia en la urbe del Yayabo desde hace unos años, se inscribió entre la nómina que se alistaba para formar parte del team Cuba en la especialidad de Química. En 10mo. grado, permaneció un tiempo en La Habana. Regresó a la escuela yayabera, donde siguió con ese empeño, hasta que, antes de culminar el 11no. grado, volvió a sumarse al colectivo en la capital. Estudió con poco tiempo para el descanso de cara a los certámenes internacionales.
«Después de más de diez años, Cuba logró llevar a la Olimpiada Internacional de Química, con sede en los Emiratos Árabes Unidos, un equipo completo. El resultado: dos medallas de bronce y una plata. Eso nos ubicó en el mejor cosechado por nuestro país en los últimos tiempos».
Leticia Merlo Alfonso seguirá sumergida en el mundo de los átomos y las moléculas. Foto: Alien Fernández Martínez
—En el imaginario colectivo predomina la idea de que las ciencias duras son para hombres. ¿Cuál es tu experiencia en ese sentido?
—De hecho, un dato curioso es que he sido la única cubana que va a esa competencia en los últimos años. Al principio, cuando llegué a La Habana me sentía un poco amedrentada porque creí que entre ellos no me adaptaría fácil. Pero, pasó todo lo contrario. Fue un poco difícil, pero al final en la competencia, estábamos concentrados en salir lo mejor posible, en disfrutarlo que eso no importó tanto.
—De Cuba a un país del primer mundo, rodeado de la élite que estudia Química, ¿cómo lo viviste?
—Cuando hicimos la primera prueba me concentré porque me gusta mucho trabajar en el laboratorio. Es como si cocinara, que también me encanta. Creo que se puede establecer una relación entre ambas actividades.
«Los exámenes se leen en la computadora, no en un papel. Más que difícil, la prueba estaba muy trabajosa. La primera pregunta fue la práctica, tenía tres preguntas y no la pude completar. La segunda no llegué a hacerla del todo, porque eran nueve preguntas y solo tenía cinco horas para eso. Desde que me vi en mi puesto de trabajo, me dije: “Esto está pasando, es real, así que tengo que hacerlo lo mejor que pueda, y puedo”».
Hoy habla liberada luego de las horas de desvelo que vivió, Semejante a como se sintió cuando le quitaron el celular en modo de seguridad, durante los días de la competencia.
«Aproveché para conocer a los concursantes y leer un libro que me llevé», dice quien trajo como preciado tesoro en su maleta la colección íntegra de Harry Potter en idioma inglés.
«Es para practicar el idioma, para cuando entre a la carrera».
—Cuando se está afuera de este archipiélago se extraña. ¿Qué añoras más: Sancti Spíritus o Placetas?
—Siempre me voy a sentir de Placetas porque crecía allá. Mi familia materna está allá y tengo muy buenas memorias. Pero aquí ahora mismo están mi vida, mis amigos, mi desarrollo académico. Sancti Spíritus y su gente tienen cierto brillo que no tiene Placetas. Ya esta es también mi casa.
—¿Cómo ves tu futuro más inmediato?
—Me queda el próximo año. Supongo que podremos ir a alguna competencia internacional, si todo sale bien. Y más allá de eso, espero ansiosa por la universidad. Estoy muy emocionada por eso porque quiero seguir estudiando Química.
—¿Ingeniería o la ciencia pura?
—Sí, aunque va ganando la química pura. Uno no se puede cerrar. Siento que voy a descubrir bastantes cosas y eso me emociona mucho.