La joven doctora Odaleinys reconoce el rol de la FMC en el empoderamiento de la mujer en la sociedad. Autor: Maria Isabel Perdigón Publicado: 21/08/2025 | 09:36 pm
PINAR DEL RÍO.— Odaleinys Pérez Pérez ha dedicado su corta edad a la Medicina. A sus 29 años es doctora en el hospital León Cuervo Rubio, de la capital vueltabajera, mas no es esa su única responsabilidad. A su labor asistencial se suman aquellas que le corresponden por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), una organización que la ha acogido en su seno, prácticamente desde que era una niña.
«Cuando mi mamá estaba embarazada de mí ya era cuadro de la Federación, se mantuvo trabajando y después de dar a luz eso no cambió. Muchas veces tenía que llevarme a los lugares y las federadas de las comunidades que visitaba me cuidaban, o sea, desde bien temprano comencé a formar parte de la FMC. A veces pienso que es algo que me llegó como herencia.
«He tenido una familia que atesora mujeres con historias muy ricas: mi bisabuela, por ejemplo, fue jefa de pelotón; mi abuela materna, vanguardia nacional en las zafras; mi mamá, cuadro y secretaria municipal de la Federación; y ahora yo he seguido esos pasos», cuenta la joven, abanderada por Pinar del Río al 20mo. Congreso de la FMC, quien integró la estructura a nivel de CDR al cumplir los 15 años y luego fue miembro no profesional en el municipio cabecera.
No se detiene para pensar sobre la misión central de la FMC en la Cuba actual: «luchar por la igualdad plena de género y lograr el empoderamiento de la mujer». No obstante, Odaleinys reconoce y valora las principales conquistas de una organización que nació gracias a la clara visión de Fidel, unida a la energía y exquisita sensibilidad de Vilma:
«Primero no se puede desconocer su participación activa en la vida económica y social del país, en la promoción de campañas para eliminar la violencia de género, en la creación de conciencia sobre la importancia de los derechos sexuales y reproductivos, en la defensa de la igualdad de género en organismos internacionales, como la ONU, espacio en el que Cuba ha sido reconocida por ello.
«De igual modo, creo que es esencial destacar la participación política de las mujeres; esta es un área en la que hemos ganado desarrollo, sobre todo en la toma de decisiones a nivel local y nacional. Su impronta está también en la creación de espacios de debate y diálogo para que las mujeres puedan expresar sus necesidades e inquietudes y en el Código de las Familias».
Orientación y representación
En su apretada agenda la muchacha piensa en cómo han evolucionado las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia. «Son espacios que surgieron no solo para nosotras, sino para la familia y la sociedad, y están vigentes, pero deberían llegar hasta cada rincón de la comunidad en la que exista una mujer que necesite ayuda.
«Cuando logremos que la prevención sea una realidad, cuando podamos llegar a tiempo y evitar que una mujer sea víctima de violencia, con apoyo, entonces podremos decir que ahí ganamos la pelea.
«¿Qué trabajo no han logrado hacer las cubanas? ¿A cuál lugar o centro laboral llegamos hoy y no vemos a una mujer al frente —con mil problemas encima—, con horas sin dormir aprovechando los instantes de corriente o sin ella, y eso no le impide salir y trabajar?», se cuestiona la joven.
«Las cubanas están siempre a “la viva”, dando lo mejor de sí en cada lugar donde se encuentren. Si nos comparamos con el pasado apreciamos que las brechas entre los hombres y nosotras eran tremendas. Pero como dijo el Comandante en Jefe: “somos una Revolución dentro de la Revolución”, y eso dice mucho del papel que desempeñamos, del rol de la FMC en el empoderamiento de la mujer en la sociedad».
Conocer los derechos
Un aparte hace la doctora para referirse a la violencia y al desempleo, dos problemáticas que tienen muchas veces a las cubanas como protagonistas y que en el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM) se conciben acciones para su erradicación.
«Son asuntos que se deberían abordar bien de cerquita y llevarlos de la mano. Hay que educar sobre los derechos, que se conozcan los instrumentos jurídicos, leyes y códigos que nos protegen hoy en el país. Solo así podrán decir ¡Ya basta!
«Muchas no saben cómo poner fin a una situación de violencia, otras tienen miedo. Por eso, es necesario conocer qué pasa en cada hogar, otorgarles herramientas y favorecer su preparación y competencias profesionales para que puedan trabajar.
«Esa es una tarea que se debe hacer desde la base, de conjunto con la comunidad, las direcciones municipales de Trabajo, los trabajadores sociales, para vincularlas al empleo, al estudio... Estos son temas que podemos llevar a las asambleas por bloques y a las municipales para ayudar a su solución».
Una Cuba para todas las mujeres
La joven lleva en sus labios una palabra que es esencial: inclusión. La mujer rural y las mujeres LGBTQ+ tienen un espacio en la Federación y deberán formar parte de los diálogos a nivel de comunidad.
«A mi juicio, abordar este tipo de temas en una sociedad que está en constante cambio es importantísimo. La mujer rural se dedica, generalmente, a labores agrícolas donde el sol a sol no le asusta para salir a hacer su trabajo, y es hoy una figura que se ha convertido en elemento vital para el desarrollo de la economía de nuestro país. Tuve la oportunidad de intercambiar experiencias con algunas de ellas y creo que les debemos un reconocimiento por humildes, abnegadas y trabajadoras».
Añade la doctora que a una mujer y a un hombre no los define ni los distingue sus preferencias sexuales: «un ser humano se define por sus valores, sus actitudes ante la vida, sus principios, su ética, su personalidad. Este es un terreno en el que nos falta mucho por hacer y que contribuye, también, al logro de ese empoderamiento del que tanto hablamos en la organización».
El envejecimiento poblacional ha colocado sobre la mujer un peso extra: el cuidado de los adultos mayores. Su rol como cuidadora ha estado, igualmente, en el punto de mira de la FMC, pero no es suficiente todo lo que se hace en función de ello.
«Muchas veces la mujer se ha visto en la necesidad y el deber de abandonar el trabajo para ser cuidadora de un familiar y esto trae problemas personales, económicos y sociales. Muchas cuidadoras desconocen las atenciones que necesita un paciente anciano, desconocen las variantes atípicas de las enfermedades.
«¿Por qué no logramos capacitarlas con la ayuda del geriatra y la enfermera de las áreas de salud? Se trata de ganar espacio en cada lugar donde nos encontremos, para ayudar a las cuidadoras tanto a mejorar la calidad de vida de la persona cuidada como la suya en ese rol».
Para el mañana
¿Cómo lograr que esta siga siendo una organización también para las jóvenes?, pregunto a mi entrevistada y responde: «Hay que llegar hasta los diferentes escenarios estudiantiles, realizar conversatorios sobre asuntos que les interesen, incorporar temas relacionados con la mujer, sobre sus derechos, su papel en la historia...
«También, debemos aprovechar la comunicación con diseños atractivos y soportes promocionales, llegar hasta las redes sociales y las plataformas digitales. Todo ello es esencial para trabajar con las nuevas generaciones.
«Lograr el vínculo con ellas es de las cuestiones en las que con mayor vitalidad, energía y resistencia debemos enfocar el trabajo como organización para que la mujer cubana siga siendo ese puntal que sostiene cada obra de la Revolución», considera.